Aún recuerdo perfectamente el momento en el que me recosté sobre el sillón de mi escaño en Corts Valencianes. Miré al frente y justo detrás del atril, allí estaba en letras grandes “Corts Valencianes”. Lo primero que me vino a la cabeza es que tenía que hacer un esfuerzo titánico por ponerme las pilas para saber cómo se trabajaba en esa institución, con quién me iba a jugar los cuartos, y sobre todo y lo más importante, poder asistir a la que era mi jefa, la portavoz del grupo parlamentario. Pronto supe catalogar de entre todos los diputados los que iban a realizar ese mismo esfuerzo y trabajo de campo. También, aquellos que iban a vivir de la política un periodo corto de tiempo, o largo, dependiendo de la fuerza con que aplaudiesen en muchos casos a sus líderes.
Conforme iban pasando los meses también fui capaz de discernir qué grupos iban a apostar por un cambio radical en la forma de hacer política en la Comunitat y quienes iban a apostar por el inmovilismo, y por defender lo que ya a estas alturas era del todo indefendible. Habíamos atravesado una larga travesía de corrupción que empañaba el buen nombre de todos los valencianos y que por voluntad de todos había que cambiar.
Algunos han ido, mejor dicho, siguen, con el freno de mano puesto. Otros, también prometieron medidas que sabían a priori que no iban a poder acometer, lo que iba a profundizar en una frustración del ciudadano, ya desengañado de por sí de la política y de los políticos. Me encontré con un Partido Popular enganchado al pasado, en la que una de sus principales medidas fue poner un tapón gigantesco a la nueva comisión de investigación del accidente de metro. No me lo esperaba, o bueno,sí.
Me encontré también con un Compromís que se alejó de aquellos temas identitarios y que pudiesen poner en duda si actuaba más como un partido nacionalista, o independentista, para aportar asuntos bastante prácticos al Parlamento. A un Pspv que yo creo que había estado muy cómodo en la oposición y que ahora se enfrentaba a tomar medidas valientes para poner en marcha un camino inequívocamente claro que debía conducir hacia una política de transparencia, y de medidas eficientes y eficaces para lavar la imagen de todas las instituciones públicas, y ahí incluyo a los políticos y a los gestores. También me encontré desde el inicio a un Podemos bastante convulso, que independientemente de las luchas intestinas, tengo que decir que han aportado de forma muy positiva a la política valenciana. Una pena que se hayan ido disolviendo como los azucarillos por culpa del “quién va a estar” y no del “porqué van a estar”.
Y luego está el asunto de Ciudadanos, y digo el asunto porque realmente lo es. Para intentar mantener la imparcialidad, no voy a hacer muchos comentarios peyorativos, ya todo el mundo sabe lo que ha ido sucediendo durante esta legislatura. Termina con la misma sensación de cuando empezó, con aquellos que dudaban de las medidas que querían implantar, y sobre todo de ese mensaje ambiguo de “hoy azul, mañana verde”. Sobre la capacitación, y actitudes (con C) de algunos de sus actores, mejor no me pronunciaré, no han sido pocos los periodistas que aparte de dejarlo escrito en sus artículos o en sus redes sociales, han sido testigos presenciales de muchos espectáculos ridículos y sin sentido.
Para finalizar, aquellos que dijeron que venían a cambiar la forma de hacer política, cumplieron en parte, pero otros muchos no. Ha sido una legislatura de aprendizaje para muchos, de cambio para otros, y sobre todo de mejora de la imagen de las instituciones, que falta nos hacía a todos.
Alexis Marí
Diputado de la 9ª Legislatura en Corts ValencianesPortavoz Agermanats