El turismo es un motor económico en el territorio valenciano. Somos un pueblo acostumbrado a acoger visitantes. Sin embargo, el turismo urbano ha aparecido en nuestras ciudades de manera abrupta, creciendo a una velocidad que requiere de decisiones ágiles y de cierta contundencia.
Parece una incorrección política hablar de los impactos negativos de aquellos sectores que se reconocen como estratégicos, pero es necesario analizar estos impactos cuando afectan negativamente a la vida de nuestra ciudadanía poniendo en peligro sus derechos básicos.Es una realidad que la proliferación de apartamentos turísticos disminuye la oferta de viviendas en alquiler y la consiguiente subida de precios. Esta subida de precios ha generado la expulsión de las familias de determinados barrios, donde los alquileres se han llegado a incrementar hasta un 25%, ha duplicado las solicitudes de ayudas al alquiler y ha incrementado cuantiosamente los casos de desahucios entre particulares, como muestran los datos del servicio de mediación ante desahucios. El turismo sin control dificulta el acceso a una vivienda digna.
De los apartamentos turísticos que se ofertan en nuestra ciudad, un 50% no cumplen la legalidad, muchos se intercalan en edificios de viviendas donde los vecinos pretenden desarrollar su vida cotidiana, cuyos ritmos no son compatibles con el perfil de turista que busca en València sol, playa y fiesta económica. El resultado son constantes problemas por el descuido de las zonas comunes, trastorno del sueño e inseguridad vecinal. El turismo sin control dificulta la convivencia y el derecho al descanso.
La llegada de cruceristas a nuestras ciudades tiene un impacto económico escaso debido al tipo de escala y perfil del turista, sin embargo, tiene un elevado coste ambiental: las emisiones de gases altamente contaminantes. Mientras la mayoría de ciudades alejan sus terminales de cruceros de zonas habitadas València se plantea su acercamiento. El turismo sin control dificulta el acceso a un aire limpio y una vida saludable.
Sin duda el turismo genera empleo, pero en demasiadas ocasiones la calidad de este empleo es muy deficiente, tratándose de empleos temporales, con bajos salarios, horarios nada conciliables y una alta estacionalidad. El turismo sin control dificulta el acceso a un trabajo digno.
Desde València en Comú llevamos meses solicitando un cuerpo de inspectores específico que controle la proliferación de apartamentos turísticos, el estudio de una tasa turística municipal, el control de las condiciones laborales de los trabajadores y las trabajadoras del sector y que la terminal de cruceros no se acerque a la ciudad. Turismo SI, pero no a costa de nuestros derechos.
María Oliver