Mari Carmen Contelles

Opinió

Réquiem por Sona la Dipu

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Hace casi un año, en esta misma tribuna titulaba mi artículo de opinión citando al premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez y una de sus obras más notorias ‘Crónica de una muerte anunciada’. En aquel artículo hacía referencia a la breve y triste trayectoria del socialista Jorge Rodríguez al frente de la Diputación de Valencia.

En aquella novela corta del ilustre escritor colombiano, la historia comienza por el final: diciendo que el protagonista ya está muerto, y quiénes lo mataron. Lamentablemente, el Sona la Dipu está muerto y la pésima gestión de la Diputación de Valencia lo ha enterrado. La provincia de Valencia pierde así un referente cultural y de promoción musical tras una gestión desastrosa y plagada de incidencias en esta legislatura.

¿Y quién ha matado el certamen? Sin duda, la diputada provincial socialista de Juventud, Isabel García, es la máxima responsable de la debacle en la gestión de un programa consolidado y de gran relevancia en la vida cultural de la provincia. El anuncio de no celebrar el certamen de 2019 y la transferencia al Instituto Valenciano de Cultura para reconvertirlo en un certamen autonómico es el triste colofón a esta legislatura de la diputada socialista.

Parece que los ecos botánicos de cierre de las diputaciones han hecho mella en los actuales gestores de la Diputación de Valencia, especialmente en el ámbito cultural. El paso de socialistas, Compromís, EU y Podemos será recordado por hundir y cerrar una iniciativa que nació hace ya nueve años con el ánimo de fomentar la creatividad musical y el lanzamiento de nuevos valores de la música entre la juventud de la provincia. Los grandes damnificados de esta drástica decisión son los grupos de música emergentes de la provincia que pierden una plataforma de promoción y los municipios que no podrán contar con la oferta musical que proporcionaba el certamen.

Unos grupos que hartos de los desprecios y ninguneos denunciaron públicamente los impagos de la Diputación agrupándose bajo la plataforma “Debe la Dipu”. Los grupos mostraron públicamente sus quejas ante una gestión deficiente de un certamen que ha crecido en presupuesto en la legislatura pero ha decrecido en relevancia por la paupérrima gestión.

Una polémica que se une al sectarismo a la hora de elegir las localidades escogidas para albergar las semifinales y finales del Sona la Dipu que consecutivamente se han celebrado esta legislatura casi en exclusiva en municipios donde gobierna el PSPV y Compromís.

Atrás han quedado las ruedas de prensa grandilocuentes para contar que el proyecto de Sona la Dipu crecía en presupuesto y en importancia, euforia presupuestaria para repercusión planetaria. En apenas cuatro años todos aquellos propósitos y anuncios se han quedado olvidados en un cajón y se le da carpetazo por la puerta de atrás, sin dar la cara.

La gestión del Sona la Dipu es una buena metáfora de lo que hemos vivido en la Diputación de Valencia los últimos cuatro años, mucho ruido y pocas nueces. De la euforia al Réquiem.

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