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Tonet IV, el depredador del raspall

El mitger del Genovés, referente indiscutible de la modalidad, ha ganado todos los grandes títulos con apenas 25 años

2 minutos

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Inteligente, ágil, instintivo. El galgo es un perro de caza con muchas virtudes sobre el terreno. En la montaña, donde la naturaleza manda, se mueve con elegancia y eficacia hasta apoderarse de su presa. Puede ser por eso que a Tonet Ordiñana Llopis (Genovés, 25 años) le gusta tanto compartir su tiempo libre con sus perras, un numeroso equipo de fieles galgos que no deja de crecer. Con ellas, Tonet IV se adentra en los campos de la Costera para disfrutar de una de sus grandes pasiones más allá de la pilota: la caza. Ahora bien, mientras que en la sierra el trabajo es para los animales, en el trinquet toda la responsabilidad recae sobre él. Suya es la inteligencia, la agilidad y el instinto con los cuales consigue la victoria. Hasta el momento, ninguna presa se le ha resistido. No en balde Tonet IV es el gran depredador del raspall. Y en este Mestres lo ha vuelto a demostrar.

El hambre de triunfos de Tonet IV se despertó muy pronto. Con solo 17 años, todavía un niño sin sombra de pelo en el rostro, Tonet se proclamó campeón de la Copa de raspall haciendo pareja con Moltó. Un año antes había sido finalista de la Liga. Eran los inicios de un pilotari diferente que prometía tardes de gloria. A pesar de todo, a pesar de su valentía mezclada con una electricidad desconocida, a pesar de su paso adelante cuando el marcador se pone cuesta arriba, y a pesar de su inexplicable madurez cuando la partida se enciende en llamas, pocos sospechaban que era el nacimiento de una estrella del trinquet. Y así, Tonet, bisnieto, nieto e hijo de pilotari, se ganó el derecho de convertirse en Tonet IV.

Y así, con sus primeras victorias sonadas, con los primeros grandes títulos en el bolsillo, en el pueblo de Paco Cabanes, sede sagrada de la pilota, descubrieron una nueva figura. Tierra de aficionados al raspall, en el Genovés se llenaron de orgullo cuando Tonet IV se consolidó en la élite de la modalidad, un proceso vertiginoso que sorprendió, por su velocidad, a todos. En un cerrar y abrir de ojos, aquel punter decisivo se transformó en un mitger combativo, después en un pilotari implacable y, finalmente, en un campeón invencible. Todo, con el apoyo de su familia y sus amigos, siempre a su lado en el trinquet. Testigos de excepción de cómo se construye un campeón. Porque después de ganar su segunda Copa en 2019, Tonet IV venció con contundencia en la Liga y el Mestres de 2020 y, meses antes, en el mano a mano de la misma temporada. Por primera vez desde Coeter II, un mitger era capaz de hacer frente a todas los restos y proclamarse campeón del Individual. Sin embargo, a diferencia del de Simat, Tonet IV se instaló en la victoria. Un dominio que continúa hasta hoy. Lleva cuatro temporadas sin perder un duelo mano a mano. Los últimos cuatro Individuales de raspall han sido para él, sin discusión. Inapelable, infal·lible. Como un galgo persiguiendo una liebre.

Es comprensible que todos los niños y niñas del Genovés tratan ahora de imitarlo sobre las losas. Su icónico carxot, su capacidad para jugar pelotas imposibles y su forma elegante de ganar, solidaria con el compañero y respetuosa con el rival, han enamorado a la escala. Además de para la parroquia local, Tonet IV es un atractivo destacado para todos los aficionados de cualquier trinquet valenciano.

La leyenda de Tonet IV, campeón de todo con 25 años acabados de cumplir, depende de continuar ganando, pero también de las satisfacciones que regale a los habituales del raspall en cada tarde de partida del día a día. Y no es fácil, porque el hecho de ser el número uno supone sufrir en muchos duelos donde lo trinqueter aprieta en busca de una travessa. A ver quién apuesta contra el mejor. En la última Copa ha vuelto a pasar. Otro campeonato en el cual, el mitger de la Costa, acompañado por un entonado Badenes, se ha impuesto al resto de equipos. Otra pieza para la colección. Ya van cuatro Individuales, tres Copas, cuatro Mestres contando el de este año y una Liga. Pero quiere más.

Sea como fuere, gane o pierda, Tonet IV no deja escapar la ocasión de salir a pasear por la montaña con la compañía inestimable de sus perras, su equipo fuera de la cancha. Es su momento de liberación, el tiempo en el cual quitarse el pesado uniforme de campeón para saborear la calma y la paz de la naturaleza. Ahora bien, incluso cuando está lejos del trinquet y la pilota no está en juego, incluso cuándo en la mente solo siente el aire puro del campo, el depredador del raspall no deja nunca de ser inteligente, ágil e instintivo. La caza de títulos continúa.