La historia de Gavarda está partida por el agua. La "pantanà" del 20 de octubre de 1982 lo cambió todo. O mejor dicho, lo deshizo todo. La violencia del río arrambló con las calles y las casas de este pueblo de la Ribera del Xúqer, destruyendo una parte de su memoria y transformando su futuro. Aquel día cambió el destino de los poco más de 1.000 gavardins y gavardinas, obligados a trasladarse a un pueblo nuevo.
Y en toda mudanza siempre hay cosas que se pierden por el camino, sobre todo si están muy escondidas. En el caso de Gavarda, la pilota fue una de ellas. "La gente mayor dice que el pueblo viejo se jugaba a pilota, pero se perdió la afición. Pasaron muchos años hasta que, ya en el pueblo nuevo, se pudo recuperar", explica Pau Gallego, actual miembro del club, jugador, y uno de los impulsores del renacimiento de la pilota en Gavarda. "Se tuvo que hacer todo de nuevo. Se construyó una calle artificial de pelota en 2012 y ahí se empezó", añade Gallego.
La cuestión es que Pau no conocía demasiado bien la pilota, era más de fútbol. Un clásico. Ya con cerca de 23 años se enganchó a jugar partidas de raspall después de acercarse al deporte de los valencianos en la Universitat. Un día, algunos vecinos le sugirieron la opción de impulsar un club en el pueblo. Parecía una locura en un municipio donde no hay ningún deporte federado, pero funcionó. "El club se fundó hace diez años, en 2013. Esa temporada jugué el primer campeonato de raspall, en cuarta A. Teníamos seis equipos y había que coger turno en la calle de pilota para entrenar de la gente que había. La pilota era la novedad y eso era muy atractivo para la gente en un pueblo en el que no se compite a ningún deporte. Ahora, desgraciadamente, ya no estamos viviendo lo mismo", analiza Pau, que ahora tiene 32 años y continúa enganchado a la vaqueta.
Gallego no esconde su felicidad por el título de campeones del autonómico de primera categoría de raspall, la modalidad reina en el municipio y la comarca. Pero también valora que el club ha ido decreciendo en número de jugadores y socios. "Ahora nos queda el equipo de primera, con dos jugadores que no son del pueblo, como Favarero y Momparler. Junto a ellos estamos, del pueblo, Rafa y yo. Para jugar en primera no hay nadie más. Tenemos otro equipo en segunda categoría, con cinco jugadores de Gavarda y uno de Alberic. Ellos juegan más por afición. No se entrena tanto como antes porque se ha perdido un poco el sentimiento de club e intentar mejorar. Han pasado los años y, cómo es normal, la gente ha ido desvinculándose", subraya Pau.
Actualmente, el club de Gavarda tiene esa decena de jugadores y una treintena de socios. Entre ellos, personas muy ligadas a la pelota que hacen más fácil que el club continúe vivo en el pueblo. El presidente, Vicent Hernández, es una de ellas, pero también personas cómo Vicent Lerma o Guillem "Tocano", siempre atentos a las necesidades de los pilotaris. Ellos son los que los acompañan en las partidas, los que llevan el agua y animan cuando la cosa no va como debería. Ellos son un pilar fundamental. Como lo fue la figura de Vicent Ortega Pascual "el de Gràcia", quien da nombre a la calle de pilota de Gavarda, vecino del pueblo que faltó recientemente y uno de los que hizo posible el club de pilota. Su implicación estuvo reconocida por el ayuntamiento de la localidad, siempre colaborador activo del club. "Nos apoyan en todo el que necesitamos, con el material, las pelotas... Nos ayudan mucho para poder seguir adelante", aclara Pau.
Mirando hacia el futuro, casi una decena de niños de Gavarda forman parte de la escuela de pilota de Alcàntera de Xúquer, un municipio cercano donde José García "el Moro" hace de maestro de pilotaris. Con él está Pau, quien con su experiencia en los trinquetes guía a la nueva generación de jugadores del pueblo. Ellos tienen la clave del futuro.
Con todo, este "joven" club de la Ribera se coronó hace unos días en el autonómico de raspall como campeón de primera categoría. La experiencia de Pau, el talento de Rafa y la "ayuda" de dos de los jóvenes más prometedores del raspall, como Favarero y Momparler, hicieron posible el triunfo en la final ante Bicorp en la calle del Genovés. Una victoria que puede servir, espera Pau, para impulsar el club y la afición, para que Gavarda continúe aferrándose a la pilota.