El primer Individual no oficial en la historia de la pelota (todavía no se sabe si será el último organizado por la Fundación por la Pelota Valenciana) ha sido atípico. Al menos, ha sido extraño. A pesar de que los campeones, Puchol II y Tonet IV, han cumplido una temporada más con los pronósticos y las expectativas de los aficionados, tanto el campeonato de escala i corda como el de raspall han presentado, este año, situaciones poco habituales.
Lo más destacable ha sido la no oficialidad de la competición, condición anunciada ya hace tiempo por la Federación. Como ya pasó en la pasada Liga de escala i corda y en la de raspall, el torneo no ha sido homologado por la Federación de Pelota Valenciana, entidad con las competencias legales para oficializar los campeonatos de pelota profesionales (diferentes a la de èlite). Esto quiere decir que, a efectos legales y administrativos, los campeonatos no tienen ningún valor. Ha sido un Individual con la misma visibilidad y repercusión de los últimos años, pero sin las mismas consecuencias efectivas. El nombre de Puchol II y Tonet IV no ha sido inscrito en el palmarés oficial de la competición y no podrán pedir ningún tipo de ayuda o prestación en base en este título. Su triunfo no ha contado. Y la temporada que viene, cuando vuelva a empezar el campeonato, Puchol II seguirá con cinco títulos y Tonet IV con tres. El cuadro de honor real no se ha tocado.
La no homologación de la competición por parte de la Federación, en una lucha "fratricida" con la Fundación, se ha podido observar en muchos detalles. El primero, evidentemente, ha sido la no asistencia ni participación de ningún directivo de la Federación a las partidas ni a las presentaciones o los actos vinculados al campeonato. En otra escala, este hecho se ha percibido en curiosidades como, por ejemplo, la pegatina que todos los pelotaris han llevado a los hombros durante las partidas, tapando el logo de la Federación de Pelota Valenciana. Los jugadores no podían lucir el emblema de la Federación, que no ha autorizado el campeonato, puesto que, en caso contrario, la Fundación corría el riesgo de que la Federación pudiera denunciar el uso de su imagen sin consentimiento. El adhesivo, rojo y azul, ha estado presente en todas las partidas. No se ha podido cambiar la camiseta.
Hablando de la camiseta, también ha sorprendido que, por primera vez en los últimos años, el patrocinador principal haya estado la Generalitat Valenciana, cuando hasta ahora había estado CaixaBank (y antes Bankia). El banco, grande patrocinador del trinquet, no ha tenido este año el papel protagonista otros tiempos, a pesar de que su espaldarazo continúa siendo vital para la pelota profesional.
De la no oficialidad de la competición todavía se han derivado más situaciones extrañas. Como, por ejemplo, la entrega de dos trofeos a los campeones. Por un lado, el trofeo que cada año ha otorgado la Fundación a los ganadores: una escultura con forma de mano, de estética moderna. De la otra, Puchol II y Tonet IV también han recibido este año, además, una réplica de la Feninde. Una situación chocante, porque este trofeo siempre lo ha dado la Federación de Pelota Valenciana (desde el nacimiento del campeonato). Ante la ausencia federativa, la Fundación ha querido mantener la entrega del trofeo, pero sin ninguna justificación. De esta manera, los campeones han recibido dos trofeos para ganar una competición, entregados por un mismo organizador. Dos por uno.
Este Individual también ha sido diferente por el formato y por el cambio de normas. En cuanto al formato, la Fundación ha decidido apostar este año por una liguilla de cuartos de final y dejar la partida única para la fase previa, los octavos de final, las semifinales y la final. Este cambio ha permitido ver más partidas y dar un mínimo margen de error a los jugadores, que se han sentido un poco más liberados de la presión de ganar o "morir". Ahora bien, en las dos modalidades este nuevo formato ha dado a un par de escenarios poco habituales. En escala y cuerda, la no presentación de Giner a una partida de cuartos de final por motivos de salud supuso que el encuentro se daba por ganado a su rival, Puchol II, por 60-15, tal como está estipulado en el reglamento. Con esta norma, la clasificación de Giner pasaba a ser prácticamente imposible. El de Murla ganó 60-45 y 60-30 las otras dos partidas de cuartos de final, pero no fue suficiente por la losa que arrastraba por su incomparecencia inicial. También en escala i corda, la última jornada de la competición cambió de sedes y de horarios en uno de los grupos. Fue de repente, para mantener la emoción en las últimas partidas. Sin más explicación.
En raspall la situación ha sido un poco más polémica. Murcianet se clasificó para las semifinales de la competición después de ganar solo una partida. Fue 25-0 contra Vicent, el cual acabó lesionado. Este triunfo, a pesar de que Murcianet perdió después dos partidas (25-5 y 25-0) fue suficiente para meterse en las semifinales. Esto fue debido al hecho que para el desempate solo se contaban los resultados de las partidas con los rivales implicados en el empate a puntos. De esta manera, Vicent, que además de perder lesionado contra Murcianet había ganado 25-0 a Salelles II y había caído 25-20 ante Iván, se quedaba fuera. Murcianet se clasificaba. Esta situación levantó polvareda en el mundo del raspall. Más de un aficionao protestó por una regla que, parecía, dejaba fuera un jugador con mejores marcadores que el que sí que se clasificaba. Casual y desafortunadamente, Murcianet sufrió una lesión pocos días después y la Fundación decidió que en las semifinales lo sustituyera Vicent. A pesar de que está escrito en el reglamento, es un hecho poco usual que un semifinalista sea sustituido por otro jugador. Habitualmente, cuando un semifinalista no puede jugar, el otro jugador se clasifica directamente para la final. En otras ediciones del mano a mano ha pasado en otras rondas. Este año no ha sido así.
Otra de las novedades en el mano a mano de esta temporada ha sido la de regularizar y controlar el tiempo de pausa entre quince y quince y entre juego y juego en las partidas. Para evitar parones demasiado largos y que algunos jugadores jugaron con el factor de detener la partida para descansar, recuperar energía o, simplemente, romper el ritmo del rival, la Fundación estableció que entre quince y quince de cada juego solo se podía parar 30 segundos y entre juego y juego un minuto, con opción de ampliar a dos minutos (hasta tres veces) con permiso del juez. Ahora bien. En caso de no cumplirse esta norma, el juez podía este año advertir verbalmente al pelotari que responsable de atrasar la partida y, ya apercibido, sancionarlo con quinces en contra. ¿Esta normativa se ha aplicado durante la competición? La respuesta es no. La prueba está en una de las semifinales de escala i corda que fue televisada por Proximia TV, entre Puchol II y Marc, en el trinquet de Vila-real. Durante la partida, en repetidas ocasiones Marc protestó al home bo por el incumplimiento de los tiempos en la reanudación de la partida, sin que el juez hiciera caso, a pesar de que en las imágenes se comprueba que el de la Ribera tenía razón. Para los espectadores, sin un reloj en la cancha (como sí ocurre en el tenis), es difícil de apreciar el tiempo, pero el vídeo no engaña. El presidente de la Fundación, Juan Ureña, presente en la partida, presenció la situación y escuchó directamente las quejas de Marc, pero no se actuó. En la Fundación tienen constancia de la protesta formal de Marc, con las pruebas de las imágenes, pero consideran que una vez acabada la semifinal ya no se podía hacer nada.
Hay que tener en cuenta que, al no ser un campeonato oficial, ni Marc ni cualquier otro jugador con alguna queja formal puede acogerse a ningún comité de competición ni a ninguna instancia deportiva si tiene intención de recurrir. Es lo que tiene jugar campeonatos no homologados.
También hay que remarcar la introducción este año de una final de consolación para decidir el tercer y el cuarto lugar en el campeonato, con un notable premio para los jugadores. Un manera de tener una partida más en cada modalidad y de motivar los pelotaris hasta el final.
Por último, las finales. Tanto en raspall, en Xeraco, como en escala i corda, en Pelayo, los trinquetes no presentaron el lleno habitual de épocas pasadas. Los vacíos en las galerías del dau y del resto se pudieron presenciar en los planos televisivos. Algunas de esas localidades vacías fueron de las reservadas para compromisos publicitarios, pero lo bien cierto es que los trinquets han tenido un bajón considerable de público en este mano a mano. Como la Fundación no ofrece datos oficiales de espectadores en trinquets (aunque sí que los tiene), no se pueden hacer comparaciones fidedignas con otras temporadas o campeonatos. Solo son sensaciones, pero son generalizadas.
En la parte positiva, como siempre, los jugadores. A un nivel altísimo, ofreciendo espectáculo desde la fase previa hasta el último quince, con partidas reñidas y ajustadas. Con un dominador total en el raspall, como Tonet IV, al cual se le ha presentado un joven rival como Iván que lo seguirá intentando. Y con un campeón que no se rinde nunca, como Puchol II, en escala i corda, un jugador de época que nunca tiene suficiente.
Con todo, ha sido un Indivudual atípico. Un campeonato durante el cual, por si faltara poco, ha estallado un golpe de estado que puede suponer el cambio en la gestión de la pelota profesional. Un cambio que afectará a los jugadores de escala i corda y esta semana se sabrá si también a los de raspall.
Un mano a mano atípico con los campeones habituales.