Los vigilantes de la playa, un trabajo poco conocido, pero que salva vidas

Guardar

353-equipo-socorrismo-2
353-equipo-socorrismo-2

Para los que han crecido con series de televisión en las que se idealiza todo, el trabajo de vigilante en una playa puede parecer algo monótono, aburrido por momentos. Pero necesita una preparación continuada y una atención permanente. Salvar una vida es un trabajo en equipo, que exige seguir un protocolo de actuación muy definido… Como han demostrado los vigilantes de la playa de Puçol este verano en varias ocasiones.

Gente joven, preparada, con ganas de ayudar a los demás a pasar un verano lo mejor posible, en la playa de Puçol. El equipo de socorrismo que dirige Alicia Martínez ya es veterano en estas lides, varios de sus componentes han estado cuidando de distintas playas, incluida la de Puçol, en años anteriores.

Pero hasta ahora no habían tenido un mes tan movido como el de julio de 2020.

Aunque la empresa es nueva en Puçol, Sersamed (Servicio de Salvamento del Mediterráneo), los jóvenes socorristas ya tienen experiencia en el horario (de 11 a 20 horas), en las fechas (del 27 de junio al 11 de septiembre) y también en el equipo de trabajo: 7 socorristas, una enfermera, un patrón, un técnico de emergencia sanitaria y una coordinadora.

Una experiencia que ha sido muy útil para enfrentarse a tres rescates y una emergencia durante el primer mes de trabajo este verano en la playa de Puçol. Todos ellos momentos en los que su trabajo se ve… aunque en el día a día también atienden en la posta sanitaria central a vecinos que acuden por pequeños accidentes a los que también hay que dar solución.

«En todos los rescates hay que seguir el protocolo que tenemos establecido», recuerda la coordinadora Alicia Martínez. «Tras detectar una anomalía, lo primero es avisar de la posición; a continuación, el que está en la torre más cercana se lanza al agua; mientras, el ruta informa y se coordinan los demás componentes del equipo; en la mayoría de los casos, el que está en ruta también se lanza al agua para apoyar al socorrista; juntos trasladan al bañista a la arena; se le toman los datos y, si es necesario, se pone en manos de la atención médica, incluso con ambulancia para su traslado».

Un protocolo que se aplicó por primera vez el 7 de julio a mediodía, en la zona sur, al inicio del paseo marítimo, junto al primer espigón, donde el viento del sureste choca con las rocas y suele provocar olas más grandes.

«Hubo que ayudar a un niño de doce años que no podía salir porque había mucha corriente. Afortunadamente, no necesitó de atención médica, sólo de la intervención rápida de Javi Lapeña y Javi Gimeno, que estaban en la torre y de ruta», recuerda Alicia.

Las torres son claves para tener vigiladas las distintas playas entre los espigones, aunque el que hace la ruta entre torres también es un personaje clave en caso de que haya que intervenir, ya que mantiene contacto directo con todos los puntos de vigilancia cada media hora.

Apenas dos días después, el 9 de julio, Javi volvía a estar en la torre 1 y le tocaba intervenir sobre las 18.30 horas, en la misma zona sur y por motivos similares.«Un joven de 18 años se había metido en el mar desde mitad del espigón, pero la corriente lo arrastraba. Fueron sus amigos los que nos avisaron porque no podía volver al espigón ni a la arena», recuerda Javi Gimeno. «Seguimos el protocolo como siempre: aviso de posición, socorrista al agua, ruta informa, coordinar equipo, traslado a la arena, toma de datos y atención médica».

Disciplina, una de las palabras claves en socorrismo. No dejarse llevar por el primer impulso, seguir el protocolo, trabajar en equipo.

Siempre el mismo protocolo, aunque la situación sea muy distinta.

Como sucedió el 23 de julio, sobre las 11 de la mañana, cuando el servicio acababa de ponerse en marcha.

«Un hombre de 74 años estaba en posición de tendido prono entre las rocas del espigón, atrapado. No tenía heridas. Estaba consciente. Pero no podía salir. Lo atendimos con apoyo de enfermera, socorrista, ambulancia y policía local», explica Alicia.

Hubo que movilizar a la ambulancia y a la policía para trasladarlo al Centro de Salud de Puçol. Se trataba de un vecino con párkinson, y pronto se localizó a su familia. Un trabajo sencillo, vistas otras experiencias.

No ha sido la única ocasión en que la memoria juega una mala pasada a algún vecino. En otra ocasión encontraron a un anciano desubicado. Fue en el paseo marítimo. No corría peligro, pero no sabía situarse. Localizar a la familia era el objetivo y también fue una tarea fácil.

Son quizá los casos que más se ven, pero no son los más abundantes.

La posta sanitaria es el lugar donde más actividad hay, todos los días.

Picadura de un pez araña, contactos con alguna medusa, heridas por tabla de surf y pequeños cortes con piedras o en la arena forman parte del menú diario. Más de 40 atenciones en el primer mes avalan la importancia de un equipo en buena forma, bien preparado y dispuesto a ayudar.

Y, sobre todo, la prevención: los socorristas están para avisar, para evitar que los vecinos se metan en el agua cuando las condiciones no son las idóneas, de ahí la importancia de atender a la información que aportan las banderas, entre las 11 y las 20 horas, todos los días desde finales de junio a mediados de septiembre.

«La bandera amarilla indica que hay que estar atentos a los avisos de los socorristas, no se puede pasar de la mitad del espigón, no se admiten hinchables en el agua y hay que estar atentos a las corrientes», apunta la coordinadora. «La bandera roja prohíbe expresamente el baño, pero para nosotros supone mucha ruta, movernos por todas las playas recordando a los vecinos que no se pueden meter a nadar… y en caso de incumplir nuestras recomendaciones, avisamos a la policía para que sancione».

Agosto está siendo más tranquilo. Aunque en este trabajo uno nunca sabe lo que se va a encontrar cada día. De ahí la importancia de estar en forma, atentos a cada posible anomalía y siempre con el protocolo en mente: aunque muchos conozcan los vigilantes de la playa por fantasías televisivas, el trabajo diario es menos espectacular, pero salva vidas.

Destacados