"¿Te imaginas 900 elefantes en las alcantarillas?". Es la pregunta que lanza la nueva campaña del Ayuntamiento para abordar el problema de las toallitas -y otros residuos- en la red de saneamiento de València; un problema de 5.000 toneladas. En realidad, más. Esa fue la cantidad que se sacó hasta la última cuenta, a finales de marzo, cuando un ingeniero del Ciclo Integral del Agua esperaba sacar "2.000 toneladas más". Con un cálculo rápido, la cifra aumenta a 1.260 elefantes.
Los trabajos para sacar el enorme embozo de toallitas y otro tipo de residuos no aptos para el inodoro sigue bajo la Ciudad de las Artes y las ciencias, en el Colector Norte que da servicio al 60% de la capital valenciana. Se sigue ahí porque son, como aseguró el ingeniero Jesús Cenicero Rozalén, los "100 metros más difíciles de todo el recorrido". Un túnel negro de unos 6 metros de ancho, bajo el Àgora, es el punto de acceso hasta la zona de limpieza. Antes equipándose, eso sí, botas de agua, mono, mascarilla y alarma de gases: las aguas fecales se quedan poco por debajo de la rodilla.
Los trabajos avanzan y la situación empieza a ser "razonable", según aseguraron los operarios. Sin embargo eso no quita que más toallitas y residuos que han ocasionado dicho tapón lleguen. Por eso, es importante la concienciación ciudadana.
La campaña #ElWCNoÉsUnaPaperera, en la que se establece la comparación con los elefantes, pretende precisamente sensibilizar a la ciudadanía con el grave problema de obstrucción del alcantarillado en la ciudad. Esto debido a las toallitas y residuos higiénicos desechados en el WC", señaló el concejal en funciones de Desarrollo urbano, Vicent Sarrià.
Dicha campaña se ejecutará a través de 21 acciones informativas en diversos puntos de la ciudad durante junio, en las que, parecido a la campaña sobre residuos orgánicos, se hará entrega de una papelera para poder disponerla en el cuarto de baño.
Cenicero señaló que el problema de las toallitas en València es el más grave de Europa hasta la fecha "y puede que del mundo", pues hasta el momento no se han reportado tapones tan grandes: ya se ha tenido que limpiar más de 1,6km de colector.
Este último tramo en el que centrar refuerzos es el más complicado porque, a diferencia de en actuaciones anteriores, el tapón no es visible. La bola de toallitas, residuos higiénicos y 'materia orgánica' ha embozado una alcantarilla que se ve obligada a desviar su flujo a un nivel superior, donde se desagua la lluvia. Así, desde un tramo inundado lleno de agua marrón y turbia, una excavadora debe meter la pala por un agujero no visible bajo el nivel del agua y extraer el tapón poco a poco.
Según explicó el ingeniero de Ciclo Integral, el problema de concienciación de la ciudadanía se une a la propia construcción del colector, con un diseño "de hace 50 años". De la apertura del túnel y el control de los operarios al viejo cauce del Turia, al final de la Ciutat de les Arts, hay apenas unos metros. Sin cuidado, se verterían toneladas de aguas fecales en un entorno recuperado. "Todo lo que se echa en el baño debe ser biológicamente degradable", sentencia el técnico.