Cada 22 de marzo, desde 1992, se celebra el Día Mundial del Agua, una jornada reivindicativa que sirve para recordar la relevancia de este líquido esencial. Y es que a pesar de que todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida del abastecimiento de agua dulce y de su calidad, según datos de Naciones Unidas, se estima que 2.200 millones de personas viven sin acceso a agua potable.
Por tanto, esta celebración tiene por objetivo concienciar acerca de la crisis mundial del agua y la necesidad de buscar medidas para abordarla de manera que alcancemos el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6: Agua y saneamiento para todos antes del año 2030.
En este 2022 el foco de atención se centra en las aguas subterráneas, unas aguas invisibles cuyos efectos se aprecian en todas partes. Se trata de aguas que se encuentran bajo tierra, en los acuíferos, unas aguas que son decisivas para el buen funcionamiento de los ecosistemas ya que, tras alimentar manantiales, ríos, lagos y humedales, las aguas subterráneas finalmente se filtran a los océanos. La vida no sería posible sin ellas.
Es por ello que la campaña de Naciones Unidas se centra este año en protegerlas de la sobreexplotación (extraer más agua de la que se recarga con la lluvia y la nieve) y la contaminación que actualmente las acechan, ya que puede desembocar en el agotamiento de este recurso, en el encarecimiento de su tratamiento y regeneración y hasta la paralización de su uso.
Más de 100 millones de euros a la red de València
València iniciaba ayer la celebración de la Semana del Agua, una iniciativa que, tras impulsarse el pasado año, busca consolidar y abordar desde administraciones empresas, sociedad civil, el valor inmenso del agua, especialmente desde un prisma de sostenibilidad y eficiencia.
Desde el Ayuntamiento de la capital del Turia se está realizando una fuerte apuesta en la red de saneamiento y abastecimiento, siendo esta la gran desconocida, por estar bajo tierra y no ser visible para la ciudadanía. Concretamente, València dispone de una red con más de 1.500 kilómetros de colectores, una infraestructura con muchísimo valor, esencial para el funcionamiento y desarrollo de la ciudad.
Así, entre 2018 y 2021 se han realizado inversiones por valor de más de 100 millones de euros (más de 85 millones en abastecimiento y más de 15 millones en saneamiento). Unas mejoras que se han realizado en toda la red, haciéndola más sostenible y mejorando su potencialidad y calidad, y que se han llevado a cabo durante periodo estival para causar la menor afección posible a vecinos y vecinas.
En el caso del abastecimiento, se ha renovado la red arterial del margen izquierdo del Turia: desde Ciudad de las Ciencias hasta el Parque de Cabecera. Por lo que respecta al saneamiento, se han solucionado los problemas en núcleos de viviendas consolidadas en suelo no urbanizable.
Inversiones desde la sostenibilidad que mejoran la red de abastecimiento
Entrando más al detalle, desde la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi) se han invertido un total de 1.390.000 euros para modernizar e instalar derivaciones de emergencia en diez localidades de l’Horta: Albal, Alfara del Patriarca, Alfafar, Benetússer, Burjassot, Catarroja, Massanassa, Moncada, Paiporta y Picanya. Además, se ha finalizado la Fase I del plan de interconexión de potabilizadoras, la obra hidráulica de mayor envergadura desde el Plan Sur. El presupuesto total de todo el proyecto en su conjunto asciende a 90 millones de euros y la previsión es que esté completado en el año 2023.
Además, la Emshi sigue trabajando para reducir la huella de carbono en el sistema de abastecimiento de agua potable, con acciones como el proyecto de la nueva sala de bombeo de La Presa, que contempla diferentes actuaciones y que en su conjunto favorece evitar liberar a la atmósfera 1.125 toneladas de CO2. El presupuesto para estos trabajos y la adecuación del entorno se eleva a 3,7 millones de euros.
Además, funciona a pleno rendimiento el conjunto de cinco bombas nuevas dentro de la sala de bombeo, al que se le unen dos bombas más, que se encuentran sumergidas y adosadas a la nueva galería levantada para salvar la diferencia de cota entre ambas instalaciones. Todo ello supone un aumento del 20% del rendimiento hidráulico o, dicho con otras palabras: la Emshi ahora es capaz de bombear el mismo caudal de agua, pero utilizando menos energía.
Respuesta a lluvias torrenciales y sistema para detectar fugas
En el caso del saneamiento, se está abordando una completa adaptación al cambio climático, sobre todo para gestionar los efectos de las lluvias torrenciales. La red de depósitos de tormentas en València acumulan grandes cantidades de agua pluvial y evitan el desbordamiento de los colectores y de la depuradora de Pinedo, permitiendo abordar episodios de lluvias con mejores garantías. Actualmente hay tres y se han planificado seis grandes tanques nuevos con una inversión total de 85 millones de euros.
Por otro lado, la Emshi desarrolla un sistema pionero para detectar fugas de agua mediante fibra óptica. El sistema Optibib es especialmente interesante para la distribución de agua potable en altura, dado que está compuesta por tuberías de gran diámetro que forman una extensa red en la que localizar con exactitud dónde están las posibles pérdidas de agua es de gran importancia para no desaprovechar un recurso tan valioso como es el agua potable.
La monitorización en continuo basada en fibra óptica a lo largo de toda la red es uno de los proyectos que la Emshi pretende presentar a los fondos europeos de rescate para la recuperación económica y, de hecho, los incluyó en marzo en las expresiones de interés remitidas al Ministerio de Transición Ecológica.
Dentro de este camino hacia la sostenibilidad, desde la Emshi se aboga por un modelo descentralizado de depuración de aguas que estén más cerca del punto de reutilización. Este es uno de los retos sobre agua para las ciudades, para no depender de infraestructuras de bombeo que generen consumo energético adicional.