Valencia

Filtros Verdes: hacer obras para "renaturalizar" espacios y empujar la regeneración de la Albufera

El Tancat de Mília compleix, des de 2011, la tasca de rebaixar l’excés de nutrients en l’aigua per a ajudar en “el llarg procés” de tornar a l’Albufera “pre-col·lapse ambiental”

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Si 'apagas' las voces humanas, todo lo que se oye es el zumbido de los insectos, la vegetación acompasada con el aire y el canto de una diversidad de aves acuáticas. Si aguantas un rato más, la magia se rompe con un sonido parecido a una explosión. "¿Es una escopeta?". "No, son cañones, para espantar a los patos del arroz. Son unas bombonas de butano con una trompeta y un temporizador", detallan. Al cabo de un rato, esos falsos disparos pasan a formar parte de ese ambiente mágico que parece estar a kilómetros de la civilización.Parece, porque ese mismo lugar es un humedal artificial que, junto a otros dos repartidos por los límites de la Albufera, se han ganado el mote de Filtros Verdes.Es junio y los ornitólogos recomiendan esperar un par de semanas más para desbrozar y despejar los caminos; es época de nidificación. Con los polluelos en sus nidos y dando sus primeros pasos -o vuelos-, prefieren evitar la maquinaria. "Sin pájaros, si hubiera un techo de cristal, los procesos depurativos serían muy superiores. Pero también cumplimos ese objetivo de regeneración y rehabilitación de hábitats que están en regresión: la marjal salvaje", cuenta Javier Jiménez.Jiménez hace el 'trabajo de campo' y conoce muy bien el día a día del proyecto. El Tancat de Mília nació como proyecto en 2004, pero inició su funcionamiento en 2011. Nació a través de Aquamed, una empresa pública del Ministerio de Medio Ambiente, y Fernando Juan es el responsable de los Humedales Artificiales dentro de esta."Esto se hizo porque se juntaron tres o cuatro astros, gente que tenía inquietudes ambientales y, también, una época en la que había más dinero", recuerda Juan. La intención era y es ayudar a la regeneración de un lago cuya contaminación es debida a un alto nivel de nutrientes; estos llevan a la proliferación masiva de microalgas que enturbian el agua, lo que impide sobrevivir a las plantas subacuáticas y disminuye el oxígeno disuelto.

Raíces para nutrientes

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El motivo principal del Tancat de Mília, como el de l'Illa -también de Aquamed- o el de Pipa, es fácil de resumir. Se trata de crear un circuito de entrada y salida para que agua con exceso de nutrientes los pierda y salga con una mejorada "calidad ambiental". Para ello, sin embargo, no hay que pensar en depuradoras -que ayudan-, sino en plantas.Mília se divide en tres grandes sectores -A, B y C en el infográfico-. El primero de estos es el que refleja "el principal objetivo", que es mejorar la calidad del agua de la Albufera. Según cuenta Juan, los otros dos sectores cumplirían otros dos objetivos respectivamente: regeneración de hábitats en regresión -la marjal- y centro de biodiversidad.El sector A es el llamado "subsuperficial". Un primer canal, que va de un extremo a otro, reparte la entrada de agua a un total de 18 segmentos. Estos están formados por una serie de capas; una base de arcilla, para evitar que el agua se filtre: una segunda de grava fina, y una tercera de rocas más grandes, encajadas en una malla. Entre estas, están las raíces de las miles de plantas que crecen en cada uno de los segmentos: tantas y tan variadas, que es imposible saber sin indicaciones que discurre agua.

Canal de alimentación del sector A.

Aquí está la 'perla' del proyecto. "El agua pasa lentamente y las plantas absorben los nutrientes. La idea es que la flora absorba este exceso de nutrientes y que, además, el agua pase por esa fase oscura", detalla Juan. Esa fase oscura limita la proliferación de microalgas que, gracias a los excesivos nutrientes, enturbian hoy el agua de la Albufera. Jiménez cuenta que "el filtro subsuperficial" impresionó desde el primer día. Aunque ahora el agua que llega proviene de la Depuradora de la Albufera Sur, en Sollana, antes la obtenían del mismo lago: "Ves el agua típica verde y luego, más adelante, transparente. Sólo con algo de turbidez. Era muy notorio a simple vista". Ahora el agua ya llega transparente, aunque eso "no significa que tenga buena calidad ambiental o esté libre de nutrientes".

Equilibro artificial

El sector B se aleja mucho de algo "artificial", aunque lo sea. Seis espacios reciben el trabajo del sector A y forman humedales, esta vez, con flujo superficial del agua, cada uno de ellos con diferentes alturas. "Este sector intenta imitar a la marjal", cuenta Juan. Desde los caminos, llenos de vegetación, puede verse el ecosistema generado. A simple vista pueden apreciarse dos flamencos, varias garzas reales y multitud de aves más pequeñas, como somormujos o cigüeñelas.Jiménez señala que el centro protegido que han creado atrae a muchísimos animales. Sobre todo aves, pero también peces, cangrejos, tortugas e incluso zorros: "Hemos descubierto que hay una familia de zorros; tenemos detectados tres individuos. Aunque no lo parezca, es un animal que puede ser común en estos ambientes".El equilibro del ecosistema, creado de cero, es delicado: "jugamos un poco a ser dioses", bromea. Por eso, en ocasiones hay que realizar intervenciones para procurar "que no se desmadre". Los zorros, por ejemplo, encuentran en este lugar cerrado muchas facilidades para comerse a los polluelos, por lo que si ven que el número es excesivo harán "trampas para después trasladarlos a otro lugar". Algo parecido pasa con las carpas, una especie invasora que se hace excesivamente grande. Con ellas, son las aves las que ayudan: "Si ves que la cosa se 'despendola', bajamos el nivel del agua y los pájaros se ocupan de quitarlas".

Del colapso a la recuperación

Finalmente el agua llega a la parcela más grande del complejo, el sector C. Su último paso antes de llegar a la Albufera. "Trata de imitar al Lago de los años 60", señala Juan. Aquí, como señala también el concejal de Devesa Albufera en el Ayuntamiento de València, Sergi Campillo, hay también un valor divulgativo e histórico: puede apreciarse cómo era la Albufera hace medio siglo, en su "esplendor": "Se puede ver como era el lago de aguas cristalinas, antes de los vertidos de aguas residuales e industriales de finales de los 60 y 70... Antes del colapso ambiental", señala el concejal.Entre plantas, aves y multitud de animales acuáticos, el agua vuelve con una buena calidad ambiental a la Albufera. Dos cabras, incluso, ayudan a mantener a raya la vegetación cuando no están pacientes mirando las visitas. Según detalla Jiménez, un ejemplo del buen funcionamiento del parque es que, pese a la cantidad de aves que hay -junto a sus deposiciones-, el líquido sale del recorrido con un 50% menos de fósforo. Así, un sistema de bombeo eleva el agua y esta se junta con los tonos verdosos que hay al otro lado. Aunque ayudan, por desgracia, los tancats no son en sí la solución para este Parque Natural.

Vistas del sector C.

Jiménez detalla que alguna vez han hecho los cálculos, aproximados, para hacerse una idea de cuántos entornos como este harían falta para todo el lago: "Las cuentas son irreales. Somos parte de la solución, pero la calidad del agua debe mejorarse con mayores aportes de agua limpia. Viene con mejorar todavía más la calidad residual del agua que llega de las depuradoras", señala.En el entorno, aseguran Juan y Jiménez, sí que se nota un "efecto local" gracias al agua de mejor calidad. La calidad del agua de la Albufera mejora poco a poco, aunque "aún queda lejos de su esplendor". Los esfuerzos conjuntos respecto a la calidad del agua permiten que ya algunas plantas subacuáticas antes perdidas comiencen a recuperarse. Así, aunque no ven viable ampliar la red de tancats de forma generalizada, sí la renaturalización de parte de los arrozales: "Ayudaría transformar arrozales en marjal salvaje, algo que apenas queda".