Una ciudad climáticamente neutra, ese es el objetivo que se ha marcado el gobierno valenciano para el año 2030. Es un gran desafío, pero buena parte de la ciudadanía está ya muy concienciada. Prueba de ello es que València es una de las ciudades españolas que más ha reducido sus índices de contaminación en los últimos años.
El reciclaje, el ahorro de energía o la reutilización son conceptos que a lo largo de los años la sociedad ha ido interiorizando. Ahora es el momento de poner el agua en el foco. Así lo manifestó Elisa Valía, concejala del Ciclo Integral del Agua y presidenta de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (EMSHI), en el primer Fòrum de Proximitat organizado por València Extra en colaboración con À Punt en el que se abordó el tema de la reutilización del agua con motivo de la Semana del Agua, bajo el título ‘El agua: su reutilización y la economía circular’.
“El agua es el motor de todo, está presente en todos los grandes procesos. Muchas veces la damos por garantizada, pero es un bien valioso que debemos cuidar. Hay que aprovechar cada gota de lluvia”, aseguró Valía. Es por esto que la reutilización del agua y la renaturalización de la capital del Turia son dos de las prioridades que se están trabajando más urgentemente desde su concejalía. “El modelo de ciudad de futuro debe tener el agua en el centro del debate”, subrayó la presidenta de la EMSHI.
Por su localización, todo indica que València sufrirá graves efectos como consecuencia de la crisis climática. Esto se traduce en largos periodos de sequía interrumpidos por intensas, pero breves, lluvias torrenciales, tal y como destacó la experta meteoróloga Samira Khodayar, directora del Grupo de Meteorología del Centro de Estudios del Mediterráneo (CEAM), que afirmó que en los próximos años las precipitaciones en esta zona del Mediterráneo disminuirán entre un 15 y un 40%.
Con el fin de paliar el impacto de la sequía y prepararnos para momentos climáticos de dificultad, es preciso combinar actuaciones de administraciones, del ámbito científico y de ciudadanía. “Tenemos que recorrer este camino juntos, abordar el desafío de manera global”, manifestó Valía en una de sus intervenciones. El primer paso es hacer saber a la población todo lo que se está haciendo para renaturalizar València, es decir, para conseguir que el ciclo integral del agua sea un proceso circurlar y no lineal.
Las ciudades están llenas de grandes capas impermeables que impide que el agua se infiltre de nuevo y cambiar este modelo de ciudad también implica modificar la idea que la ciudadanía tiene de las ciudades. “La gente tiende a criticar cuando se inunda un parque, por ejemplo, pero hay que hacer entender que a veces es necesario que el suelo tarde un poco más en drenar el agua, ya que de esta manera estamos aprovechando cada gota, pudiéndola tratar y derivándola para que pueda tener otro uso. En esto consiste el ciclo integral del agua. Si este proceso de reinfiltración no se hiciera poco a poco, posiblemente, las máquinas que bombean el agua hacia las depuradoras no podrían soportar tanta presión”, explicó la concejala.
Según Valía, este es el punto en el que se debe incidir, en la divulgación y difusión de este tipo de metodologías que ayuden a un cambio de paradigmas y que no son tan visibles para el ciudadano de a pie. Desde la concejalía se están llevando a cabo ciertas campañas de concienciación, como la propia Semana Mundial del Agua, que este año celebra su segunda edición, y que está formada por más de treinta actividades, como el acto de entrega de la primera edición de los Premios EMSHI -que este año celebrará la segunda edición-, o la exposición de la historia del ciclo integral del agua en València en el Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia.
También las acciones llevadas a cabo desde otras concejalías deben tener en cuenta la gestión del agua. La transversalidad es esencial y la eficiencia hídrica va de la mano de la eficiencia energética. Al ser València una ciudad plana no tiene pendiente que de manera natural facilite el flujo del agua hacia las infraestructuras hídricas. Esta función la cumplen máquinas que bombean el agua, lo que supone un mayor coste energético que se debe paliar. La solución es la implementación de las energías renovables también en este tipo de mecanismos.
València es ya una ciudad con una eficiencia hídrica mayor que la de muchas ciudades europeas. “València tiene mucho potencial y puede ser punta de lanza para muchas localidades”, expresó Elisa Valía.