El ocaso del videoclub en València: cómo sobrevivir a Netflix y a la era digital

Van ser un dels negocis més pròspers dels 90 i sembla que viuen els seus últims moments, com aguanten els que queden?

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Buscamos en Google Maps si hay algún videoclub en la ciudad y seis son los resultados que aparecen. Solo uno de ellos está en el centro. Sobreviven, pero sus gerentes afirman que el futuro del negocio es cada vez más duro e incierto. Y es que allí donde una vez hubo una ciudad cinéfila en la que encontrábamos decenas de salas a nuestra disposición ahora descubrimos una València en la que, al parecer, se ruedan más películas de las que se ven. El último golpe al comercio cultural vino con el cierre de los Cines Aragó hace un año, tras estar solo dos en activo.

La razón es la falta de consumo de cultura de los valencianos, apuntan la Dirección General de Patrimonio de la Conselleria de Cultura y la Universitat de València en una encuesta que elaboraron en febrero de este año. Según este estudio, un tercio de los ciudadanos no tiene interés en realizar actividades culturales. Entre un 25 y 30% afirma que no lee ni acude al cine ni a conciertos.

Visto esto, no es sorprendente que si los valencianos no quieren ir a ver películas en la gran pantalla tampoco tengan ganas de acercarse hasta el videoclub para adquirirlas. De los casi 160 que había en la década de los 90 ahora quedan seis, de los cuales la mayoría pertenecen a tres grandes cadenas. ¿Cómo sobreviven estos locales?

Joel Álvarez, de Video Rados, situado en la calle de Emilio Baró, indica que es debido a su trato al cliente y a su variedad: "nuestro catálogo no se ciñe solo a lo comercial, y eso tiene muy buena salida".

La mayoría de los videoclubs han optado por esta vía de la especialización, como puede verse también con el ejemplo de Stromboli, en Ruzafa, que se dedica exclusivamente al cine clásico. "Tenemos un público concreto, que sabe lo que viene a buscar, y eso revaloriza nuestra oferta", comenta Daniel Gascó, su gerente.

Por otro lado, hay que tener en cuenta la competencia directa de estos locales con negocios multimillonarios como los de las plataformas de vídeo bajo demanda, que ponen a nuestra disposición un muy amplio abanico de largometrajes y series a solo un click de distancia. ¿Cómo les afecta el terremoto Netflix y el desembarco definitivo del formato serializado en las horas domésticas que se le dedicaba al cine en casa?

Gascó asegura que no hay tanta diferencia. "Las personas necesitan de humanos que les ayuden a gestionar tu ocio. Si tienes dos horas para ver una película y te metes en Netflix, sabes que corres el riesgo de quedárte en el menú eligiendo, pero la dulce dictadura de que alguien (que además acaba conociéndote) te diga que apuestes ciégamente por una película que te puede encantar y que luego te guste es insustituible", afirma.

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