La ola de calor tan extensa que estamos viviendo en el Mediterráneo, ha alarmado a meteorólogos y expertos que predicen que podría provocar, si se dan las condiciones necesarias, un otoño con fuertes tormentas que podrían causar severos destrozos. Además de los muertos causados por las altas temperaturas, la superficie quemada en lo que llevamos de 2022 duplica la media de la última década.
Mientras, en el mar, en el que parece que todo funciona correctamente a pesar de las altas temperaturas en superficie, está comenzando a “hervir”. La temperatura de la superficie del Mediterráneo aumenta un 20% más rápido que el resto del planeta, superando los 25 grados en algunas zonas concretas. Actualmente, debido a las altas temperaturas registradas, el mar Mediterráneo está cinco grados más caliente de lo que sería habitual para estas fechas.
Debido a este rápido calentamiento, la masa de agua que baña nuestras costas no está cumpliendo con su función reguladora de las temperaturas de las superficies más cercanas a ella. Y esto podría traer consecuencias peligrosas tanto a corto como a medio plazo.
A corto plazo son las altas temperaturas, debido a la ya comentada falta de regulación de las temperaturas. A medio plazo, de cara al otoño, puede provocar mayores episodios de gota fría, más extremos y más habituales, que provocarán grandes destrozos en varios puntos de la Comunitat Valenciana.
Gotas frías más violentas
La gota fría o Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) es un fenómeno meteorológico que aparece cuando una corriente de aire polar seco y muy frío choca con el aire cálido y húmedo del Mediterráneo, generando fuertes y dañinas tormentas, sobretodo en las costas.
Este fenómeno resulta cada vez más frecuente, y el aumento de la temperatura del Mediterráneo en las últimas décadas tiene una clara incidencia en la frecuencia y agresividad de las gotas frías. Samira Khodayar, líder del grupo de Meteorología e investigadora distinguida de excelencia en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), advierte que si no hacemos nada para pararlos “estos fenómenos se volverán mucho más agresivos y habituales en nuestras costas”.
Los diferentes estudios realizados por el CEAM o por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas reflejan que las gotas frías no son causadas de forma directa por el calentamiento global, ya que siempre se han dado cuando se han dado los distintos factores para ello. Sin embargo, si advierten que el cambio climático “hace que estos episodios sean más frecuentes y, por lo tanto, con mayor capacidad para destruir, si no se hace nada para detenerlo”.
Peligro en el Mediterráneo
Además de estas consecuencias, las altas temperaturas que registra el Mediterráneo, están tropicalizando el hábitat de muchas especies marinas. Y es que, a 700 metros de profundidad, la falta de alimentos de la fauna marina puede extinguir las especies autóctonas en favor de otras invasoras e incluso más peligrosas.
Estas temperaturas, que se igualan a los 28º que vive, por ejemplo, el mar del Caribe, han provocado que los bosques endémicos de posidonia, una especie muy importante para regenerar el oxígeno de los mares, se haya reducido drásticamente.
El estudio realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en 2021 sobre las consecuencias del cambio climático advierte que perder estas especies de forma completa, así como de corales, moluscos o crustáceos autóctonos, supondrán un impacto dramático en todo el ecosistema marino, ya que proveen hábitats vitales para muchas especies y contribuyen de forma significativa a fijar carbono para el clima.