Sociedad

La doble cara de las redes sociales: ¿Cómo afectan a la juventud?

Hablamos con Víctor Ciudad, psicólogo experto en uso problemático de redes sociales, que nos ofrece una perspectiva reveladora sobre cómo estas plataformas están redefiniendo la juventud actual

Judit García

1 minuto

La doble cara de las redes sociales: ¿Cómo afectan a la juventud?

En un mundo cada vez más interconectado por la tecnología digital, el papel que juegan las redes sociales en nuestras vidas es indiscutiblemente significativo. Sin embargo, detrás de la aparente conectividad y acceso a la información, se esconde un fenómeno cada vez más preocupante: la adicción.

Víctor Ciudad, psicólogo experto en uso problemático de redes sociales, nos muestra una perspectiva reveladora sobre cómo las redes están redefiniendo la juventud actual, resaltando tanto sus beneficios como sus riesgos potenciales, a través de la investigación realizada junto a las doctoras Rosa Baños y Tamara Escrivá para el grupo de investigación I-PSI-TEC, de la Universitat de València.

Pero, ¿qué define que tengamos una adicción? Tal y como explica Ciudad, el psicólogo británico Mark Griffiths, en 2005, abrió camino en la investigación de adicciones al proponer que ciertos comportamientos, como el uso excesivo de redes sociales, podrían analizarse bajo criterios similares a los de las adicciones a sustancias. Sin embargo, esta aplicación ha sido criticada por su excesiva amplitud, llegando a etiquetar comportamientos cotidianos, como pescar o broncearse, como potencialmente adictivos. 

A día de hoy, se entiende que indicadores como la cantidad de tiempo frente a la pantalla no determinan necesariamente un uso problemático. Más relevantes resultan ser los criterios relacionados con la dependencia emocional y las consecuencias directas en la vida del individuo. “Es más importante el qué se hace con las redes sociales y cómo nos afectan a nivel emocional, que el hecho de pasar mucho tiempo en ellas”, asegura el psicólogo.

Impacto emocional y psicológico en los jóvenes

El impacto que las redes sociales están ocasionando en el bienestar emocional y psicológico de los jóvenes es cada vez más destacable. Ciudad y su equipo han identificado una correlación entre el uso inadecuado de estas plataformas y un incremento en los niveles de depresión, ansiedad, y soledad, así como un aislamiento del círculo social que puede disminuir considerablemente la autoestima de los jóvenes. Del mismo modo, otras investigaciones han observado un efecto negativo sobre el rendimiento académico y un aumento en el neuroticismo, es decir, una predisposición a experimentar estados emocionales negativos.

Además, el psicólogo explica que, según sus investigaciones, el uso inadecuado de las redes sociales está causando efectos físicos adversos como la necesidad de usar gafas por la exposición prolongada a pantallas o trastornos del sueño. Subraya que la rapidez con que evoluciona nuestra tecnología supera la capacidad de adaptación del cerebro humano, incrementando estos problemas y cambiando la dinámica de nuestras interacciones sociales, lo que, paradójicamente, aumenta la sensación de soledad a pesar de una mayor conectividad.

Los adolescentes, en particular, son más vulnerables a estos efectos adversos. Durante esta fase crítica de desarrollo cerebral y emocional, los jóvenes son susceptibles a la necesidad de aceptación social, que las redes sociales pueden amplificar significativamente. “Subimos una historia y nos reacciona mucha gente, o esperamos que lo haga, y cuando esto no sucede, nos sentimos más solos todavía. Por tanto, esta especie de altavoz social hace que procesos naturales en los seres humanos, como el presentarse socialmente o conocer gente, se vuelvan un poquito más complicados”, aclara Ciudad.

Tres adolescentes usando un dispositivo móvil. Imagen: David Zorrakino - Europa Press

Estrategias terapéuticas y medidas preventivas

Ante la limitada eficacia de las estrategias terapéuticas actuales para manejar el uso problemático de las redes sociales, Ciudad propone adoptar un enfoque más estructurado hacia el bienestar digital. La propuesta incluye una desconexión temporal y controlada de las plataformas, seguida de una reintroducción gradual y consciente, evaluando continuamente lo que realmente aportan a la vida del usuario.

Desde el ámbito educativo y familiar, el psicólogo recomienda limitar el acceso a dispositivos móviles y supervisar el tipo de interacción que los jóvenes realizan. “Muchos padres me preguntan cuándo es recomendable darles un móvil a sus hijos y mi respuesta es siempre la misma: cuando más tarde mejor”.

Por otra parte, Ciudad asegura que la reciente normativa en la Comunidad Valenciana que prohíbe el uso de móviles en colegios e institutos podría tener un impacto significativo en la relación de los jóvenes con las redes sociales y su bienestar general: “Son una herramienta que bien usada puede ser muy positiva, pero también hemos visto que en muchas clases los alumnos apenas están prestando atención porque están con el móvil metido dentro del estuche enviándose whatsapps o tiktoks”.

De este modo, observamos que, si bien los dispositivos móviles pueden enriquecer la educación cuando se usan adecuadamente, limitar su uso en el aula podría fomentar una mayor atención y reducir la dependencia tecnológica. Esto, a su vez, podría promover la capacidad de aburrimiento, que pese a su connotación negativa, es un estado esencial para las personas. “Los adolescentes usan las redes sociales porque se aburren, pero el aburrimiento no es negativo en sí. En muchas ocasiones, puede ser una fuente de creatividad y de planificación de nuevas ideas”, afirma el psicólogo.

Así pues, queda patente que las redes sociales representan una herramienta de doble filo para la juventud contemporánea. Si bien ofrecen oportunidades únicas para la conexión y el aprendizaje, también plantean desafíos significativos para el bienestar emocional y psicológico de los jóvenes. Para abordar estos desafíos, es crucial adoptar un enfoque equilibrado que promueva una relación saludable y consciente con la tecnología, tanto a nivel individual como a través de medidas preventivas en el ámbito educativo y social.