La DANA del 29 de octubre ha provocado un grave impacto social en la población de la Comunitat Valenciana, especialmente a uno de los colectivos más desprotegidos: los niños. De las 219 víctimas mortales, 9 son menores de edad, y 7 de ellas tenían menos de 7 años en el momento de su muerte. Si bien la salud mental de los damnificados se ha visto perjudicada a nivel colectivo, cabe destacar que la infancia es la etapa del desarrollo más vulnerable a las consecuencias de un desastre natural, puesto que se está menos preparado para enfrentar y gestionar el estrés físico y el trauma. Además, la pérdida de seres queridos, mascotas y posesiones -cosas que los niños valoran enormemente- pueden acarrear problemas a medio y largo plazo.
Según Unicef, más de 163.000 niños y adolescentes viven en municipios afectados por la gota fría. Concretamente, unos 71.000 residen en localidades que se han visto especialmente perjudicadas. De ellas, unas 15.000 son familias numerosas, lo que supone que unos 45.000 niños que ya se encontraban en una situación económica complicada hayan visto su situación agravada, tal y como ha indicado la Federación de Familias Numerosas de la Comunitat Valenciana (FACUNOVA).
Carmela del Moral, responsable de Políticas de infancia de Save The Children, ha recalcado la incidencia que tienen las catástrofes naturales en los menores. “La emergencia climática es el principal riesgo para la infancia porque tiene un impacto integral sobre todos sus derechos”, ha sentenciado.
Asimismo, también ha especificado que las niñas son más susceptibles a las consecuencias de los fenómenos climáticos, pues cuentan con mayor probabilidad de contraer enfermedades derivadas del calor. Además, se ha observado que las adolescentes cuentan con mayor predisposición a abandonar temporalmente los estudios para apoyar en los ingresos familiares tras un desastre natural.
No es de extrañar, tampoco, conocer la información de que aquellos niños que están en riesgo o situación de pobreza son los que más expuestos están a las consecuencias de una crisis climática. La Comunitat Valenciana, de hecho, es una de las autonomías españolas mayormente afectadas por la doble amenaza de pobreza y emergencia meteorológica.
Respecto a la situación emocional de los menores, la psicóloga de Save The Children Verónica Collado, quién ha estado trabajando en la zona de La Torre, ha afirmado que muchos infantes están mostrando claros signos de estrés postraumático. A su vez, varios han reportado también haber sufrido pesadillas y/o miedo a los fenómenos atmosféricos. Algunos, incluso, han llegado a desarrollar mutismo. Por este motivo, desde la organización han pedido al Gobierno Central que apruebe de manera inminente planes y estrategias de adaptación al cambio climático cuyo foco se ponga en las necesidades de la infancia.
Respuesta de las instituciones
Sira Riego, ministra de Juventud e Infancia, ha puesto en marcha la inversión de 60 millones de euros destinados a atender las urgencias psicosociales de aquellos pequeños que hayan quedado en situación de desamparo tras la DANA. Según la política, se deben garantizar los derechos de la infancia a través de la habilitación de espacios físicos públicos de atención y cuidado de menores. Además de esta cantidad, también se ha incrementado un 15% el Ingreso Mínimo Vital (IMV) para las familias perjudicadas y se ha establecido un complemento adicional de ayuda a la infancia del 30% entre noviembre de 2024 y enero de 2025.
Recomendaciones para garantizar el bienestar de los niños
El estudio titulado ‘Impacto de la DANA en la infancia: recomendaciones para la respuesta y recuperación con enfoque de derechos de infancia’ elaborado por Unicef presenta una serie de consejos cuyo objetivo es tratar de paliar las consecuencias del temporal y facilitar la recuperación del bienestar de los menores.
En cuanto al ámbito de la educación, aproximadamente 40.000 niños y adolescentes han visto interrumpida su jornada lectiva. En este sentido, la organización incide en la importancia de priorizar el retorno, lo antes posible, a las aulas, para mantener el aprendizaje. El caso de muchos es la imposibilidad de volver a sus aulas y centros habituales debido a que han resultado inaccesibles tras las inundaciones. Para solventarlo, es importante que se establezcan espacios seguros alternativos.
Además de esto, también resulta útil prestar atención a las situaciones de especial vulnerabilidad, así como garantizar la atención al bienestar emocional del alumnado. Para ello, es primordial que comience cuanto antes, en la medida de lo posible, la rehabilitación de infraestructuras. Asimismo, se debe mantener la coordinación entre las distintas instituciones para proteger el derecho a la educación.
Respecto a la protección y la inclusión social, Unicef alienta a reforzar los servicios sociales y recursos ya existentes. Por otro lado, es interesante realizar un seguimiento de las situaciones de riesgo y garantizar la presencia de entornos protectores para la infancia. En el sector de la vivienda, la entidad demanda que las medidas de alojamiento temporal se realicen en clave de infancia, es decir, que se priorice la reubicación de aquellas familias que cuenten con hijos menores.
Por último, el informe hace especial hincapié en la salud mental. Para analizar el impacto y poder identificar posibles traumas y trastornos derivados de la catástrofe, hay que desarrollar estrategias que, a largo plazo, aborden las necesidades y consecuencias duraderas. A su vez, es importante que se garanticen los recursos financieros y la asistencia de especialistas en salud mental, así como que se asegure la coordinación entre los diferentes niveles de atención.