Distintos factores relacionados con el cambio climático, como el calentamiento global y la contaminación, están repercutiendo en una mayor gravedad, prevalencia y duración de las alergias respiratorias. En la actualidad, se estima que, aproximadamente, el 25 % de la población mundial padece de alguna enfermedad alérgica. Una cifra que se espera que aumente significativamente en los próximos años, llegando al 50 % de la población mundial en el año 2050. Un incremento de casos, pero también de aparición de nuevas alergias, que está muy vinculado al cambio climático.
“El cambio climático, inducido por la contaminación, es un factor decisivo en el aumento que estamos observando en la incidencia y gravedad de las enfermedades alérgicas en los países industrializados, y uno de los temas de salud que más preocupa tanto a pacientes como a médicos y a organismos oficiales. Los estudios demuestran que las enfermedades alérgicas, junto con las enfermedades infecciosas y cardiovasculares, son las patologías mayormente afectadas por el cambio climático”, explica la doctora y especialista en alergología, Carmen Rondón, que también es jefa de Sección de la Unidad de Gestión Clínica de Alergología del Hospital Regional Universitario de Málaga y coordinadora de la línea de investigación en Enfermedades Respiratorias y la Unidad Multidisciplinar de Asma Grave.
“El calentamiento global, las tormentas eléctricas, el aumento del nivel del mar, el aumento de la velocidad del viento y el aumento de las precipitaciones e inundaciones, son los factores climáticos que mayor influencia tienen sobre la aparición y agravamiento de las enfermedades alérgicas”. Y es que, como señala Rondón, “el calentamiento global y el efecto invernadero producido por el aumento del contenido de CO2 en la atmósfera, hace que las plantas crezcan más deprisa, produzcan pólenes con mayor potencia alergénica y más resistentes a las altas temperaturas, y tengan periodos de polinización más largos y adelantados en el tiempo, lo que favorece el solapamiento de varias especies de plantas polinizando al mismo tiempo”.
Además, apunta la doctora, “favorece la invasión de áreas geográficas por nuevas especies de plantas tropicales y subtropicales más resistentes al calor. Todo ello provoca que las personas con alergia respiratoria presenten síntomas de rinitis, conjuntivitis y/o asma más intensos y duraderos que hace unos años. Por último, la contaminación del aire por ozono, partículas en suspensión y partículas de escape de diésel, y otros contaminantes se adhieren a la superficie del polen de las plantas alternado su función y aumentando su potencia alergénica, además estos contaminantes alteran también la función defensiva barrera del epitelio respiratorio facilitando la penetración de alérgenos dentro de las vías respiratorias y favoreciendo la inflamación y la aparición de síntomas graves en las personas con alergia respiratoria”.
Ante esta situación, el hecho de asociar la alergia respiratoria a la llegada de la primavera “es un error que debemos ir desterrando”. De hecho, en muchos lugares de Europa, los principales aeroalérgenos inductores de rinitis y asma no son los pólenes estacionales, sino los ácaros o los hongos que están presentes durante todo el año. Incluso algunos pólenes del área mediterránea, como la parietaria, pueden florecer e inducir síntomas respiratorios en pacientes alérgicos en cualquier época del año.
Por otro lado, los pacientes alérgicos a pólenes suelen estar polisensibilizados y los periodos de polinización tienden a alargarse, sucederse o solaparse, de forma que el paciente estará afectado durante la mayoría del año. También los epitelios de animales, como perros, gatos, caballos, hámsters, etc., pueden producir síntomas graves de rinitis y asma sin que su carga ambiental guarde un patrón estacional.
En este punto, cabe destacar que existen fenómenos atmosféricos, asociados al cambio climático, que contribuyen al crecimiento de hongos tanto en el exterior, como en el interior de edificios. “Este hecho favorece la aparición y el agravamiento de enfermedades alérgicas respiratorias y de alergia a alimentos, principalmente frutas, que pueden ser contaminados por dichos hongos o bien desarrollar nuevos alérgenos más resistentes para defenderse de esa contaminación”, concluye la doctora Carmen Rondón.
Asma asociada a tormentas
El cambio climático se asocia, también, a la proliferación de fenómenos extremos, como los incendios forestales o las tormentas torrenciales. Pues bien, se ha descrito un nuevo tipo de asma alérgica (Asma asociada a tormentas), que está producida por el incremento de las concentraciones de esporas de hongos en el aire que se produce durante las tormentas con aparato eléctrico, y se caracteriza por presentar graves exacerbaciones durante las tormentas permaneciendo relativamente libre de síntomas el resto del año.
Como destaca Rondón, “en los últimos años, nuestro grupo de investigación ha descubierto un nuevo tipo de alergia respiratoria que afecta a personas no atópicas (pruebas cutáneas y anticuerpos IgE en sangre negativos). Los enfermos con esta nueva enfermedad llamada “Alergia Respiratoria Local” únicamente pueden ser diagnosticados mediante pruebas de provocación o exposición controlada con el alérgeno a nivel nasal, conjuntival o bronquial, o mediante pruebas de laboratorio que miden la activación celular específica frente al alérgeno o la síntesis local en la mucosa respiratoria de anticuerpos IgE específicos del alérgeno. Este nuevo tipo de Alergia Respiratoria Local puede comenzar tanto en la infancia como en la edad adulta, y los estudios realizados han demostrado que sin tratamiento inmunoterápico específico (vacunas antialérgicas) suele evolucionar en pocos años hacia formas más graves de la enfermedad con síntomas más intensos y permanentes, aumento del número de visitas a urgencias por reagudizaciones, y el desarrollo o asociación de otras patologías alérgicas. Por ello, recomendamos que los enfermos con sospecha de Alergia Respiratoria Local sean derivados a una Unidad de Alergología para realizar un diagnóstico precoz y un correcto tratamiento de la enfermedad”.
Estos ataques de asma se deben a la liberación masiva de fragmentos de polen, porque los granos primero se hinchan y después explotan debido a los cambios bruscos de humedad y presión barométrica que suceden durante las tormentas. Todos estos factores relacionados con el cambio climático están produciendo un aumento muy acusado de los alérgenos de polen en el ambiente, con el consiguiente impacto sobre la gravedad, prevalencia y duración temporal de la alergia respiratoria.
Igualmente, señala María José Torres, secretaria general de la EAACI (Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica), “hay que tener en cuenta el efecto de la contaminación ambiental que, por una parte, incide en el cambio climático, y por otra, aumenta la alergenicidad del polen y la facilidad con la que el sistema inmune del paciente reacciona de forma exagerada a los estímulos alergénicos. Si sumamos todos estos factores, entenderemos el aumento explosivo de la alergia respiratoria en las últimas décadas”.
Aumentan las alergias alimentarias, a fármacos y la dermatitis atópica
En los últimos años se ha experimentado un aumento generalizado de nuevas derivaciones a los servicios de Alergología, no solo por los casos de rinitis y asma alérgica, sino también por los ácaros y pólenes. De esta manera, apunta Torres, “estamos observando un aumento de alergia alimentaria, alergia a fármacos y dermatitis atópica. En mayor o menor medida, todas estas enfermedades derivan de la contaminación, el cambio climático y las exposiciones ambientales relacionadas con el modo de vida urbano y occidental”.
Y añade Rondón, “la aparición de nuevos fármacos; el aumento de la esperanza de vida de la población; la polimedicación, es decir, la toma simultánea de varios fármacos para el tratamiento de diferentes enfermedades inflamatorias crónicas; el aumento de enfermedades oncológicas que precisan de ciclos repetidos de fármacos a lo largo del tiempo; y el aumento de la frecuencia de intervenciones quirúrgicas y de la realización de pruebas diagnósticas con medios de contraste radiológico también contribuyen a este aumento de las alergias”.
Por último, en el caso de la dermatitis atópica, las causas podrían ser “el aumento de la exposición de la piel a contaminantes ambientales, productos químicos en forma de cosméticos, tatuajes, eta, así como a factores climatológicos extremos como los incendios forestales o las temperaturas extremas”.
¿Cuáles son los sectores de la población más afectados?
La doctora y especialista en alergología, Carmen Rondón, lo tiene claro: “el caso más frecuente es el de un niño o niña con antecedentes familiares de asma o de alergia que comienza desde los primeros meses de vida con Dermatitis Atópica. Más adelante, durante los primeros 3 años de vida suele presentar Alergia Alimentaria, generalmente, a proteínas de leche de vaca y/o de huevo, y Asma alérgica, seguido durante la infancia o adolescencia de Rinitis o Rinoconjuntivitis alérgica. Además, en nuestro país, la alergia alimentaria más frecuente en el adulto es la alergia a alimentos vegetales (frutas y frutos secos) y marisco”.
Asimismo, explica, “los apicultores, las profesiones al aire libre, y los enfermos con Mastocitosis o con patología de Activación de Mastocito son las personas que con mayor frecuencia pueden presentar anafilaxia por alergia a picadura de avispa o de abeja”.
En cuanto a la alergia a fármacos, “los antiinflamatorios y los antibióticos son los grupos de fármacos que con mayor frecuencia ocasionan reacciones alérgicas. La toma de fármacos de forma irregular y repetida a lo largo del tiempo es un factor de riesgo que aumenta la probabilidad de desarrollar una alergia a dicho fármaco. La aparición de Alergia a Antiinflamatorios es más frecuente en personas con Rinosinusitis crónica con poliposis nasosinusal y/o asma. La alergia a Quimioterápicos es cada vez más frecuente al aumentar la eficacia de los nuevos fármacos y la esperanza de vida de los pacientes oncológicos que reciben dicho tratamiento”.