Sánchez, ¿y ahora qué?

La Generalitat Valenciana té el repte de mantenir les exigències valencianes davant un Govern socialista

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La caída en tan sólo una semana del ya expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, transforma por completo las relaciones institucionales bilaterales que se han mantenido hasta el momento entre la Administración central y la Generalitat Valenciana, así como con otras instituciones como ayuntamientos y diputaciones. Grandes reivindicaciones como el de la infrafinanciación, que se manifestó en las calles de València el pasado 18 de noviembre, siguen sobre la mesa frente al nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez, al menos en primera instancia.

El mismo viernes que se votaba la moción de censura intervino el president de la Generalitat, Ximo Puig, quien dijo que el Consell estudiará su "nueva" actitud -le traicionó el subconsciente y rectificó al momento- "que es la misma de siempre" y pasa por la reivindicación de una mejor financiación, entre otras cosas. "Queremos que el momento valenciano se plasme también en esta nueva etapa", recalcó.

"Tendrán a Compromís luchando", dijo Fran Ferri, de Compromís, sobre la posibilidad de que el nuevo Ejecutivo no impulse la reforma del sistema de financiación. Pero no sólo eso, sino que, ante la imposibilidad manifiesta de tocar los Presupuestos Generales del Estado, pidió que se ejecute todo el presupuesto y que se hagan algunas pequeñas modificaciones para destinar más dinero a la Comunitat.

Sin embargo, a tenor de lo que ocurrió en las negociaciones previas al triunfo de la moción de censura, Compromís no condicionó su apoyo a cambio de alguna garantía o promesa por parte de los socialistas. Preguntado por ello, Ferri apuntó que lo primordial era "desalojar a un Gobierno corrupto" y que "cuando se trata de higiene democrática, no se pueden poner condiciones". En Podemos, creen posible que la actitud de la fuerza liderada en el Congreso por Joan Baldoví, podría haber extraído algun compromiso, como sí lo hizo el PNV condicionando su voto a favor a la promesa de no modificar los Presupuestos del PP aprobados hace pocas semanas.

Esta actitud pasiva ya ha sido criticada por fuerzas regionalistas como Demòcrates Valencians o Som Valencians. Sandre Llopis, portavoz de los primeros, lamentó que Compromís "no haya asumido un papel similar al PNV" y se preguntó "por qué quieren un cheque en blanco y no se pueden negociar cambios de mejoras y más inversiones por su voto". Por ello, instó a conseguir que los votos valencianos "sean claves" para evitar "volver a ser invisibles". "No entendemos cuál es la postura de Compromís de regalar de esta forma tan desinteresada sus votos a Sánchez cuando lo que debería pedir son compromisos por escrito", manifestó Jaume Hurtado, secretario general de Som Valencians, a este diario.

"Era una censura a la corrupción, a la indecencia", dijo Mónica Oltra en la rueda de prensa el viernes, siguiendo el discurso de su compañero Ferri: "No se trataba tanto de un cambio de Gobierno como de desinstalar la corrupción". Para Oltra, la dicotomía era "democracia o corrupción", por lo que otras consideraciones no eran tan importantes. "Mañana habrá otras consideraciones: condicionantes y exigencias de los distintos territorios y gobiernos autonómicos", apostilló la portavoz de la Generalitat Valenciana. Discurso que, a pesar del sí desinteresado a la moción de censura, muestra la intención de continuar con las reivindicaciones del "problema valenciano".

Con todo, lo que sí parece que habrá es una mejor sintonía entre Gobierno central y Consell. Todos los miembros que forman el Botànic prevén unas relaciones institucionales más leales y fluidas que las vividas hasta ahora. Está por ver si la Generalitat Valenciana mantiene el tono de sus reivindicaciones ante un Ejecutivo español ostentado por uno de los partidos que gobierna la Comunitat Valenciana.

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