La portavoz del PP en el Ayuntamiento de Valencia, María José Catalá, ha visita el barrio de Nazaret y ha anunciado que el PP llevará una propuesta a Les Corts Valencianes para que se finalice la línea L-10 y que llegue hasta la estación de Pont de Fusta, conectando de norte a sur la ciudad y con paradas en Ciutat Vella, una de ellas en el Mercado Central. Catalá ha alertado que desde el PP "no vamos a renunciar a este tramo como se diseñó".
Hoy la portavoz del PP, que no fue invitada a la inauguración de la L-10, ha recorrido el tramo entre la estación de la calle Alicante y Nazaret para seguir reivindicando que se acabe la línea hasta Pont de Fusta y alertar que los gobiernos del PP invirtieron más de 200 millones de euros en esta actuación frente a los apenas 58 millones invertido por el Gobierno del Botànic.
El PP ha alertado que el proyecto de la L-10 llega mermado e incompleto, pues deja incomunicado a la red de metro al centro histórico y sin conexiones entre los barrios del norte y sur de Valencia. Por ello, los populares piden al Ayuntamiento que se inste al Gobierno de Puig a no renunciar al proyecto de la L-10 como ha hecho. "Se está perdiendo una gran oportunidad para ciudad al renunciar a la prolongación hasta Pont de Fusta y la conexión con el centro histórico", explicó la portavoz del PP, María José Catalá.
El PP insiste en que "el Ayuntamiento de Valencia inste al Consell para que recupere, impulse y destine los recursos económicos necesarios y explore las fuentes de financiación necesarias para finalizar el proyecto de la actual Línea 10 de Metrovalencia, ejecutando el tramo pendiente de este eje de movilidad que conectará la calle Alicante y la estación de Pont de Fusta, dando cobertura al centro histórico y los barrios del norte de la ciudad", añade Giner Corell.
Y por otro lado se reclama que "el Ayuntamiento de Valencia inste al Consell para que recupere, impulse y destine los recursos económicos necesarios y explore las fuentes de financiación necesarias para que la Estación de Xátiva se convierta en una gran estación intermodal, evitando a los pasajeros desplazamientos a pie innecesarios".
Los populares afirman que la L-10 (antes T-2) en su concepción y diseño se optó por un modelo denominado "metro ligero", que había triunfado en muchas ciudades europeas de la escala de Valencia, y que consiste en una infraestructura de movilidad que combina el transporte en subsuelo –en la parte central de la ciudad, como son los distritos de Ruzafa y Ciutat Vellla-, y el resto en superficie en los barrios más en el exterior tanto al Norte (Campanar, Benicalap, Torrefiel, Orriols) como al Sur (Nazaret, Grao, Canyamelar, ...).
En definitiva se apostó decididamente por este eje para vertebrar la ciudad de Valencia en sentido Norte/Sur, conectando los barrios periféricos y cosiéndoles a través del centro con este nuevo eje de transporte público, potente, eficiente, rápido, de calidad y no contaminante.
Ciutat Vella se vería beneficiada de este eje movilidad estructural al atravesarla de Norte a Sur, con diferentes paradas que ponían en valor, todavía más si cabe aún, el conjunto patrimonial que conforma la Lonja, el Mercado Central –que cuenta con parte de la infraestructura ejecutada de la futura estación que llevará su nombre- y la Iglesia de los Santos Juanes, y que con las nuevas estaciones proyectadas se facilitaba no solo la movilidad de residentes, visitantes o trabajadores, sino que además se contribuía a acometer políticas de peatonalizaciones de entornos facilitando alternativas al vehículo privado.