Alejandro Ramón, concejal de Huerta, Agricultura y Alimentación Sostenible; Emergencia Climática y Transición Energética, y Servicios Funerarios y Cementerios, tiene vocación política desde muy pequeño. Nacido en Castellar-L’Oliveral en 1988, fue el miembro más joven de su Asociación de Vecinos cuando se apuntó, con tan solo 18 años. Estuvo al frente del movimiento vecinal ‘NO AL PGU’, Plan General de Ordenación Urbana que el gobierno de Rita Barberá quería implementar, y fue en ese momento cuando se dio cuenta que quería ir un paso más allá.
Se afilió a Compromís en 2013, y en 2015 ya era alcalde pedáneo de su localidad, cargo que compaginó con los estudios de Sociología. Desde que fue nombrado concejal del Ayuntamiento de València en 2019 no ha parado de trabajar en políticas y nuevos proyectos para transformar el Cap i Casal en una ciudad con un estilo de vida más sostenible.
Desde el Ayuntamiento estáis haciendo una apuesta muy fuerte por las energías renovables. Hace unas semanas hicisteis público un nuevo proyecto basado en la energía undimotriz. ¿En qué consiste exactamente?
La energía undimotriz es la que se extrae de las olas del mar, a diferencia de la mareomotriz, que aprovecha las mareas. Esta podría instalarse en los países del norte o incluso Galicia, que son áreas donde sí que sube y baja mucho la marea. Pero como en el Mar Mediterráneo no hay, tenemos que aprovechar la energía de las olas. Muchas veces se confunden, pero son muy diferentes.
La undimotriz funciona básicamente con un instrumento, una especie de flotador, que aprovecha el movimiento oscilante de la ola cuando sube y baja, y activa un mecanismo que genera energía. Es realmente un proyecto muy experimental. La energía undimotriz actualmente es como la eólica o la solar hace 20 o 25 años. Sabemos que puede funcionar esta nueva vía de producir energía, pero no está implantada, y, por tanto, todavía hay un déficit de información y, sobre todo, es muy cara. Hay que ir invirtiendo e investigando porque tal vez en 2030 o 2040, aprovechando que somos una ciudad costera, un buen porcentaje de nuestra energía sea undimotriz.
El problema que tenemos con las energías renovables es el almacenaje. La energía solar y la eólica se tienen que consumir en el momento, no hay ningún sistema de baterías o similares que permita guardar esa energía para otro momento. La gran ventaja de la energía undimotriz es que el movimiento de las olas es constante, prácticamente cada día, en todo momento, en menor o mayor grado, siempre habrá un movimiento oscilante que estará produciendo energía.
Esta energía se combinará con la eólica y la solar, la idea es lograr un mix renovable. Podemos extraer un 20% de la energía del sol, un 25% o un 30% de la eólica, y después de la hidroeléctrica, aunque la traigamos de Tous o Benagéber, y también parte de la biomasa. Lo que se está diciendo cada vez más es que no hay una energía en concreto que salvará el mundo, sino que será la combinación de varias energías renovables y desarrollos tecnológicos los que conseguirán descarbonizar el planeta.
También hace poco anunciasteis el proyecto Réquiem in Power, donde combinas dos de tus concejalías. ¿Cómo está siendo el proceso de implantación?
Es un proyecto que me hace especial ilusión. Nosotros trabajamos con asesores y técnicos, que son una parte muy importante porque aportan conocimientos fundamentales, pero en este caso estoy muy orgulloso porque tuve yo la idea, y se ha convertido en una apuesta personal que tengo muchas ganas de ver implementada. Al fin y al cabo, consiste en aprovechar todos los recursos que tengo a mi alcance.
Ahora hay mucho de debate sobre la implantación de la energía fotovoltaica por el impacto ambiental que puede provocar en los espacios rurales. Entonces, pensé que los techos de los cementerios están totalmente libres, sin ninguna utilidad, y podrían ser perfectos para la instalación de placas.
Es, por lo tanto, una sinergia de mis competencias, cementerios y transición energética. Lo planteé al alcalde y vimos que sería una buena opción colocar las placas en la sección 19, donde hay una potencia de un mega watt, sobre los techos de los nichos y ubicadas hacia todas las direcciones.
El aspecto más característico del proyecto es la ubicación. Primero porque aprovechamos los cementerios, y también porque estamos dentro de la ciudad. Normalmente, dentro de las ciudades encontramos pequeñas instalaciones de autoconsumo, pero grandes espacios de producción de energía no hay. Esta será la planta solar urbana más grande.
Hay plantas que son 80 veces más grandes que esta, pero no están situadas dentro de la ciudad. La gran ventaja es la eficiencia, puesto que cuanto más próximo está el punto de producción al punto de consumo, menos pérdidas se producen en el momento de la distribución. Es un aspecto muy positivo, genera grandes beneficios crear la energía dentro de la ciudad donde será consumida.
Una parte de la energía generada irá destinada al autoconsumo y, la otra nos gustaría que la ciudadanía fuera la que la aprovechara a través de comunidades energéticas o a través de modelos. Este es ahora nuestro reto, buscar la vía legal y administrativa que haga posible que estas placas puedan ser aprovechadas por todos los vecinos y vecinas, y en esto estamos trabajando.
La sección 19 del cementerio de València sería la instalación más grande, pero también habrá placas en el cementerio de Benimàmet, en el cementerio del Cabañal y en el cementerio de Campanar. Estos cuatro cementerios son los más grandes, y espacios bastante nuevos, donde las placas, aunque prácticamente no se verán, no romperán la estética.
La Oficina de la Energía es una herramienta que pusisteis en marcha desde la concejalía. ¿Cuál es su función?
Es un servicio de asesoramiento totalmente gratuito que ayuda al ciudadano a ahorrar en su factura de la luz y del gas. Mucha gente no se cree que sea tan positivo, pero es así. Sí que ha pasado que en algún municipio se ha contratado alguna empresa externa que en algún momento puntual ha podido hacer estas gestiones, pero València ha sido pionera en implantar esta oficina física durante los 365 días del año.
Es un organismo consolidado, donde asesoramos la ciudadanía en temas energéticos. Hay muchos servicios, aunque la estrella es la optimización de la factura de la luz, que en el contexto de escalada del precio ha tenido mucha demanda, pero en la oficina se ayuda sobre cualquier duda energética. El proceso de la instalación de placas de autoconsumo es también muy preguntado, por ejemplo. Un equipo de técnicos hace un estudio personalizado del caso de cada persona que acude y estamos ayudando a ahorrar 200 € al año en la factura de la luz por familia.
El proyecto para este 2022 es la apertura de dos oficinas más. Ahora tenemos la situada en Ayora, y queremos poner otra en la zona norte de la ciudad, por el barrio de Orriols, y otra por Patraix. Queremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a la ciudad, porque nosotros como administración municipal no podemos controlar los precios de la luz, pero sí que podemos desarrollar esta manera de facilitar el ahorro energético de los valencianos y valencianas.
El Plan de Agriculturas Urbanas es otro proyecto que estáis llevando a cabo. ¿En qué consiste?
El Plan de Agriculturas Urbanas está todavía en una fase muy embrionaria. Yo siempre lo digo, el boom inmobiliario expulsó a la huerta de la ciudad hacia fuera, y ahora nuestro propósito es llevar a cabo el proceso contrario. Además, lo demanda la ciudadanía, quieren que la huerta vuelva a entrar en la ciudad y que se renaturalice. Es una tendencia global, el deseo de tener tu parcela de tierra y cultivar tus alimentos no solo se tiene aquí. En València, donde tenemos una tradición hortícola milenaria, todavía más.
El Plan de Agriculturas Urbanas pretende ordenar y programar la expansión de esas agriculturas y consolidar las ya existentes. Desde cosas muy sencillas, como crear un libro de primeros pasos, un teléfono de consultas de agricultura urbana, fomentar el compostaje, entre otros.
Lo que queremos es crear un marco de política donde haya un técnico del Ayuntamiento que esté al alcance de todos y que pueda solucionar cualquier problema o duda en referencia a la agricultura urbana, además de una serie de políticas que faciliten la creación de más huertos en el interior de la ciudad.
Durante los últimos meses de 2021, estuvisteis colaborando en la crema y recolección de la paja del arroz. ¿Cómo fue este proceso?
Desde el Ayuntamiento hacemos mucho hincapié en la paja del arroz, porque es un proceso agrícola que tiene muchos efectos colaterales. Cuando se quema, el humo blanco tiene mucho de impacto en la ciudad y también a la Albufera. Pero, si la paja no se recoge se pudre y genera un gran perjuicio a la fauna del parque natural. Aunque nosotros no tenemos esa responsabilidad como Ayuntamiento, nuestra voluntad es ayudar.
La Unión Europea solo permite la crema de la paja del arroz en una situación excepcional. Por lo tanto, solo se puede quemar cuando se tienen autorizaciones por parte de la Conselleria con el fin de que no se produzcan ciertas problemáticas como la putrefacción de las aguas. Un año se quema en el norte de la Albufera y al siguiente al sur.
La Conselleria también recoge la paja, y nosotros paralelamente y como somos el Ayuntamiento más grande que está dentro del parque natural aprovechamos nuestros recursos, también desde el Consell Agrari, y recogemos toda la paja que podemos con las empacadoras, que son las máquinas que cogen la paja y hacen una bala. Actuamos sobre todo en la zona más próxima a la Devesa y en el entorno de la CV-500, porque si se quema aquí hay un riesgo para la seguridad vial, y en los entornos más próximos de la ciudad. Cuando la paja ya está recogida, la ponemos a disposición de quien la quiera. Entonces siempre vienen muchos ganaderos y la cogen gratuitamente para sus animales.
De este modo todos ganamos, porque no se produce ningún problema medioambiental ni en el entorno agrícola y el ganadero tiene un recurso gratuito a su alcance para su ganado. La paja de València tiene esta salida, pero sería necesario encontrar una solución global.
El problema de la naranja en València es muy grave. Ya participasteis en un mercado de venta directa desde el Consell Agrari. ¿Vais a hacer más? ¿Habéis pensado otras medidas?
Hay una casuística muy conocida, que es el problema de los intermediarios y el problema del precio en origen. Todos conocemos labradores que nos dicen que a ellos les pagan el kilo de naranja a 20 céntimos y después en el mercado está a 1,20 € o incluso más. Parece que quién menos beneficios tiene es el agricultor. Esta es una situación también habitual en la patata y en otras frutas y hortalizas.
Lo que hemos estipulado son mercados de venta directa, cuyas principales características son que no son sedentarios y que el único que puede ir a vender es el mismo labrador, no importa si es cultivo ecológico o tradicional, pero la persona que va tiene que vender su cosecha, sea el producto y la temporada que sea. Como no hay intermediarios, el 100% de lo que vendan serán ganancias, por lo tanto, conseguimos que las explotaciones agrícolas sean más rentables.
La idea es hacer cuatro mercados de venta directa, que estarán situados en Castellar, Benimaclet, Malilla y junto al Mercado de Colón. Estos mercados serán una realidad los próximos meses y tendrán una periodicidad semanal: cada cual tendrá un día asignado, así que cada semana los agricultores tendrán cuatro oportunidades de vender su producto.
Con esto queremos colaborar con el pequeño productor. Pensamos que para muchos estos mercados pueden suponer su salvación, puesto que será un espacio donde podrán vender su cosecha a un precio digno.
Lo que hicimos del mercado de venta directa de naranja fue extraordinario por estar en plena campaña. De hecho, hace cuatro o cinco meses hicimos lo mismo, también delante de las Torres de Serranos, pero con patata y cebolla. Queríamos, por supuesto, ayudar a todos aquellos que vinieron, pero también era un acto reivindicativo. De todas maneras, la iniciativa de estos mercados que se llevan a cabo en las torres es de la asociación Per l'Horta, el Ayuntamiento solo colabora. Además, son mercados estacionales, es decir, organizan este mercado como un acto de denuncia por el producto que esté en campaña en el momento.
También eres vicepresidente del Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana y Sostenible (CEMAS). ¿Qué promoveréis desde esta fundación?
El CEMAS ha estado en punto muerto estos últimos meses, porque está en proceso de constituirse como una fundación, puesto que hasta que no tuviera esta consideración, era difícil que pudiera trabajar y desarrollarse.
Básicamente, el CEMAS es como un altavoz. Es una despensa de iniciativas agrícolas a las que dar difusión, un centro de promoción de la agricultura y las buenas prácticas agrícolas mundiales. Está en València por su trayectoria de ciudad hortícola, con una de las agriculturas más productivas y fértiles de toda Europa. Por esta misma razón, València fue capital mundial de la alimentación sostenible.
Queremos también, además de ser un altavoz que reconozca y difunda las buenas prácticas agrícolas de la ciudad, aprovechar para recoger iniciativas a escala global en pro de una agricultura más sostenible. Queremos que haya foros de debate, que la gente pueda hablar y argumentar nuevas técnicas agrícolas desplegadas por todo el mundo.
Cuéntanos un poco sobre el Museo del Silencio.
Nosotros solemos decir que los cementerios no son tan solo un lugar de descanso, están llenos de patrimonio arbóreo y sobre todo arquitectónico. Hay panteones con una simbología y una construcción característica, muy llamativa que incluye incluso animales o seres fantásticos. Toda la simbología que rodea el tema de la muerte es también muy interesante, y muchas veces tan oculta que se tiene que ir descifrando poco a poco. Además, tenemos a personajes históricos, como Vicente Blasco Ibáñez o Nicolau Primitiu, que aportaron mucho a ciudad y que están enterrados nuestro cementerio.
Queremos promover la vertiente más cultural de los cementerios y que los valencianos y valencianas conozcan las curiosidades y los elementos más patrimoniales de este espacio. Son rutas gratuitas, que se hacen una vez al mes. Ahora tenemos una nueva al Cementerio del Cabañal, y después está la del Cementerio General. La reserva de las plazas de la visita se hace por la página web.
Ya para acabar, ¿qué esperas de este nuevo año 2022?
La verdad es que tengo muchas ganas de ver implementadas todas las propuestas que hemos ido llevando a cabo a la concejalía. Tanto los mercados de venta directa como Réquiem in Power son proyectos que hay que llevar a cabo y a partir del segundo trimestre del año se tienen que empezar a materializar.
Entonces sí que tengo ganas que estas políticas que llevamos ideando casi desde que empezamos a trabajar, ahora que por fin están los proyectos hechos, disponemos del dinero y están los procesos en marcha, se materialicen y podamos rematar la legislatura con éxito.