Opinión

Por qué sí a la Ley de l’Horta

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Diecisiete años después de que la mayoría absoluta del Partido Popular en las Cortes Valencianas despreciara las más de 118.000 personas que apoyaron la Iniciativa Legislativa Popular por la protección de l'Horta, sin ni siquiera admitirla a trámite parlamentario, esta semana las Cortes Valencianas debatiremos con detalle el proyecto de Ley de la Generalitat Valenciana de l'Horta de València. Esta ley tiene un doble objetivo: la protección del espacio agrario de l'Horta frente a la expansión y la especulación urbanística y crear las condiciones necesarias para garantizar la viabilidad a largo plazo de la actividad agraria y unas condiciones de vida y trabajo dignos para los agricultores y agricultoras, la piedra angular para el futuro de l'Horta. Sin duda hay muchas razones para proteger l'Horta: desde las históricas e identitarias hasta la prevención de los efectos negativos del cambio climático sobre el territorio y la población. Pero me gustaría resaltar una que, a veces, no apreciamos en toda su amplitud. L'Horta de València es uno de los pocos espacios de agricultura periurbana que quedan en el mundo. Esto quiere decir que en València y los pueblos de l'Horta Sud y l'Horta Nord más de un millón y medio de personas tenemos a mano una despensa de alimentos frescos, de gran calidad, variados y saludables, producto de siglos de sabiduría y trabajo de los hombres y las mujeres que han sabido gestionar y conservar el suelo fértil y el agua de la Vega del Túria, creando un agroecosistema productivo y diverso, y un paisaje único. Durante las últimas décadas, los agricultores y agricultoras de l'Horta han hecho frente a muchos problemas. Desde la inseguridad jurídica, derivada de la especulación urbanística que provocó la pérdida de suelo agrario bajo el cemento de proyectos urbanísticos, hasta la carencia de rentabilidad de unas cosechas sujetas a un mercado cada vez más globalizado, donde las reglas y los beneficios están del lado de los grandes intermediarios y los costes los asumen los productores. A esto también contribuyó la ausencia de servicios de apoyo básicos a la actividad agraria, como la guardería rural eficaz, la recogida de residuos agrícolas, el asesoramiento y formación agrícola y comercial, o la gestión de tierras para hacer viables las explotaciones. El resultado ha derivado en el envejecimiento de la población activa agraria, la agricultura a tiempo parcial y campos abandonados. En resumen, muy pocos incentivos para incorporar personas jóvenes, inversiones, nuevos conocimientos e innovaciones a la agricultura de l'Horta. Esta es la otra cara de la moneda de la política del ‘pelotazo’ urbanístico, la corrupción y la financiación ilegal que perpetraron los gobiernos del Partido Popular durante más de 20 años: la no-política de ordenación del territorio y la no-política agraria. La Ley de l'Horta que ahora estamos debatiendo en las Cortes pone las bases para revertir esta situación de abandono y dejadez heredada, a pesar de que el PP y también Ciudadanos -que el año pasado tuvieron la ocurrencia de querer hacer un parque temático para salvar l'Horta- se han posicionado frontalmente contra esta ley. En primer lugar, establece un marco de ordenación territorial supramunicipal que protege el suelo agrario frente el crecimiento urbano descontrolado, fija las pautas para garantizar que el resto de usos del territorio sea compatible con la actividad agraria, y crea las condiciones para facilitar la recuperación de las zonas de huerta degradadas. En segundo lugar, promueve el desarrollo de mecanismos de intermediación de tierras como el banco de tierras, arrendamientos, cesiones de uso o custodia del territorio, para que las tierras actualmente abandonadas puedan encontrar manos que las trabajen; y los jóvenes que buscan tierras donde construir su futuro, las encuentren con facilidad. Y también establece un régimen de tratamiento del suelo agrario infrautilizado muy similar al que ya está funcionando en Castilla y León, en que los propietarios de la tierra contarán, como mínimo, con un periodo de dos años para elegir como quieren gestionar sus tierras para que estén correctamente mantenidas –sin generar perjuicios a los cultivos contiguos, por plagas o incendios- o en producción, ya sea directamente o través de arrendamiento o cesión a terceros. En tercer lugar, establece un plan de desarrollo agrario mediante el cual se creará una marca de calidad para los productos de l'Horta, se potenciará la comercialización, se fomentarán actividades que complementen las rentas agrarias, se articularán servicios como la guardería rural, la recogida de residuos agrícolas, el mantenimiento de caminos y redes de regadío o el asesoramiento y formación agraria. Y además, esta ley también reduce la burocracia eliminando el trámite de la declaración de interés comunitario cuando se tengan que hacer construcciones vinculadas a la actividad agraria, como un secadero de chufas, por ejemplo. En cuarto lugar, crea un organismo gestor de l'Horta, que se configura como un tipo de Consejo de Consejos Agrarios, con participación de las administraciones públicas y en el que las entidades agrarias tendrán peso específico para dinamizar las líneas de actuación y medidas incluidas en el Plan de Desarrollo Agrario. Todo esto con el objetivo de garantizar la sostenibilidad de la actividad agraria, la mejora de los ingresos y las condiciones de vida de las personas agricultorasy el relevo generacional en la agricultura de l'Horta. Durante estos dos años y medio, desde Compromís hemos impulsado iniciativas municipales para traer la huerta a la ciudad, a los pueblos y a los mercados, para revitalizar la actividad agraria mejorando la gestión de los servicios agrarios y reduciendo las cargas fiscales. Esta ley genera un marco de colaboración y coordinación a escala supramunicipal para potenciar las iniciativas locales. Somos muy conscientes de que la política agraria no cabe en una sola ley. Pero esta ley nos brinda la oportunidad de desarrollar una verdadera política agraria para revitalizar l'Horta como espacio agrario de alto valor social, económico, natural e histórico, en beneficio de los agricultores y agricultoras y de todas las personas que vivimos y disfrutamos de ella. Vamos haciendo camino, con paso firme, trabajando por el futuro del espacio agrario y de los hombres y mujeres que dan la vida y la esencia a l'Horta.
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