Opinión

Por amor al arte

Guardar

Frente al saqueosufrido por nuestras instituciones necesitamos más y mejor democracia; frente a la corrupción frente a la desigualdad, más y mejor democracia; democracia política, si; pero también democracia económica y democraciacultural.Necesitamos medidas que reviertan la brecha creciente entre quienes lo tienen todo y quienes se ven abocados a la precariedad; necesitamos fiscalidad progresiva, necesitamos una financiación justa vinculada a nuestra población. Pero también necesitamos una política culturala largo plazo,que debe convertirse en una herramienta decisiva para revertir el descrédito institucional, para crear canales de participación, espacios de vertebración comunitarios, caminos de ida y vuelta entre lo colectivo, lo diverso, lo individual, lo identitario.

No es cuestión de meses restituir décadas de abusos del poder, un estilo de hacer política impregnado de corrupción, que tiene al nepotismo y al tráfico de influenciacomo carta de presentación. Pero ¿cómo revertir el descrédito? ¿Cómo aplastar lo infame, que decía Voltaire? Cómo recuperar la energía cultural que nos devuelva la autoestima colectiva, la energía que nos dote de más y mejor democracia? ¿Cómo recuperar el legado y la memoria de autores –comoBlasco Ibañez y Miguel Hernández--que vivieron el ostracismo de unas élites enemigas de los elementales principios democráticos?

Hace unos días, la Fundación Observatorio de la Cultura, hizo público su informe sobre la cultura en España en 2016. Desde el observatorio analizan tendencias, identifican carencias y señalan oportunidades de actuación. Marcan un mapa de situación útil para comenzar entender lo que está ocurriendo. Han contado este año con 361 personas expertas que han contestado a un amplio cuestionario. Solo el IVAM aparece en el ranking de lo mejor de todo el territorio español, y lo hace en el 27 lugar en un listado dehasta 55 instituciones y actividades culturales, 49 de las cuales se concentran en Madrid, Cataluña, Andalucía y el País Vasco.

Respecto a calidad e innovación la Comunidad Valenciana aparece en quinto lugar tras Madrid, Cataluña, País Vasco y Andalucía. También aquí andamos descolocados en este baremo; descolocados y a la cola.Me detengo en el ranking establecido para la Comunitat Valenciana. Entre las instituciones culturales que destacan, las hay que se han colocado en el listado a pesar de sus presupuestos irrisorios, dos de ellas son alicantinas, municipales, para más señas: el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, MACA y el Teatro Principal.Ambas instituciones sobreviven con un exiguopresupuesto. Entonces, ¿cómo lo han logrado? Con ingenio, con amor al artey por amor al arte,con muchas horas dedicación, bebiendo en las nuevas propuestas, aderezando la inteligencia y la creatividad con participación, supliendo –en la medida de lo posible-- la falta de fondos con la chispa del tesón por el trabajo bien hecho. Pero el éxito no puede estar sólo en manos de los milagros laicos que realizan gestores profesionales de pies a cabeza.

Cabe preguntarse ¿Cómo sería si contaran con una financiación adecuada? ¿Qué ocurriría si el Consell lograra poner la cultura en el centro de su oferta ciudadana, turística y de ocio?¿Cómo sería si la política cultural dispusiera de una financiación adecuada y de una estrategia capaz de reactivar los públicos, la participación, la creación?

Las instituciones culturales deben contar con la máxima protección para garantizar su óptimo funcionamiento, el apoyo adecuado a artistas, creadores y gestores. Ydel empeño de quienes desde instituciones culturalespúblicas o iniciativas privadas ofrecen festivales, muestras de arte, generan participación ynuevos públicos, nuevos creadores.

Tras veinte años de gobierno de la rancia derecha valenciana, el panorama cultural está medio vivo. Pienso, por ejemplo,en la grave herida a la estructura cultural que significó la ruina y desaparición de laCAMpueblo por pueblo, con aulas de cultura dinamizadoras, de actividades, debates, muestras de cine, exposiciones, seminarios, conferencias, conciertos. Pienso en los legados –los de Azorín, de Arniches,de Gabriel Miró, etc—que ahoraatraviesan un letargo inadmisible, pues la Fundación Caja Mediterráneo tiene como patrona a la Generalitat y debería estar reclamando resultados, poniendo en marcha proyectos. Pienso en las bibliotecas ahora desatendidas, pienso en los museos, como el de la casa modernista de Novelda o el Museo Azorín de Monóvar. Pienso en las bibliotecas, en las nueve bibliotecas que fueron de la CAM y que ahora dormitan o directamente duermen mientras se extingue lo que queda del patrimonio y del presupuesto de una institución puesta en pie con el dinero de todos. Pienso que faltan recursos, si, pero que también falta mirar en lo que hay para impedir su desaparición después de la debacle. Una debacle que tiene responsables con nombres y apellidos, que convirtieron el patrimonio común en una ruina pasando por sus bolsillos.

Pienso en la red de bibliotecas valencianas, que deberían ser la base de una política elemental de encuentro, de dinamización y reactivación cultural,agentes capaces de ser en cada pueblo, encada barrio la voz y la palabra del poeta de Orihuela y del escritor republicano y universal –Blasco Ibañez-- que contó en sus libros la crónica de su tiempo cuyos aniversarios se celebran este 2017; pienso en la federación de asociaciones musicales, como la redasociativa más tupida e intergeneracional de creadores, músicos, educandos de nuestro territorio. Pienso en iniciativas como la colección de Arte Contemporáneo de la Fundación CAM que ha logrado salir del letargo gracias a que fue depositada en el MACA y que el Consorcio de Museos ha logrado exponerla en el Centro del Carmen, en Valencia, para disfrute de todos.

El informe del Observatorio de la Cultura señala también en sus conclusiones aquello que falta: Más actividades culturales, con más calidad e innovación y más internacionales.Más música, más teatro y más arte. Señalan también,más planificación a largo plazo, más apoyo a la cultura y mayor dotación presupuestaria. No es sencillo cambiar de rumbo; poner en pie una nueva política culturalllevará tiempo, la nueva Radio Televisión Valencianaayudará en el propósito. Pero necesitamos ir más allá de lo que se está haciendo y más al fondo. Pensar en lo que ya tenemos y dotarlo de recursos, de proyectos, en las grandes ciudades y en las zonasmás aisladas. Porque nuestra democracia depende en buena medida de que seamos capaces de alimentar, de gestionaresa estrecha red que ya está en marcha, que cuenta con profesionales capaces de multiplicar con sus proyectos la proyección de lo que somos. Depende de que la cultura sea herramienta contra la desigualdad. Por amor al arte, sí. Y por amor a la democracia.

Destacados