En una sociedad interconectada, las infraestructuras y los canales sobre los cuales se vehicula la comunicación acontecen básicos para poder vertebrarla y fundamentar su bienestar económico, social y ambiental.
Con el cambio de gobierno en Madrid, asistimos estupefactos al regalo de despedida del Ministro de Fomento del PP, Íñigo de Serna, que no solicitó la inclusión del Eje Mediterráneo por su trazado costero, la conexión con Valencia-Murcia-Almería y la conexión Sagunto-Zaragoza, como Ejes Prioritarios en la Red Europea de Transporte. El Puerto de Valencia, el más importante del Estado español en cuanto a tráfico de contenedores, quedaba fuera de conexión y sin prioridad a los ojos de la UE.
Esperpéntico, que la tercera ciudad de España, el primer Puerto de España y el Eje de conexión más importante económicamente de España, recordamos que sustenta el 45% del PIB del Estado, hayan quedado aislados y fuera de conexión.
Gobierne quien gobierne, que el Ministerio de Fomento no ha tenido el Eje Mediterráneo entre sus prioridades es un hecho que nos acompaña durante toda la democracia: recordemos a la Comisaria Loyola de Palacio, forzando el eje central por el Pirineo, conectándose con la nada francesa; recordemos también cómo, ante la imposibilidad de suprerar el test de las cifras económicas y de generación de riqueza de la una frente al otro, lo hemos visto cambiar de nombre a “Eje Madriterráneo”. Y cómo, en la actualidad, ya han secuestrado la vía de conexión más importante del país a nivel de economía, producción, ocupación y bienestar hasta el punto de negarla, obviando y anulando no sólo el Puerto de Valencia, si no todo el País Valenciano en su conjunto.
No contentos con negar la existencia del propio eje, también han decidido dejarlo fuera de conexión del refundido eje central, olvidándose también de la conexión Sagunto-Zaragoza, una línea obsoleta, que está poniéndose en valor gracias a la inversión, por ahora en exclusiva, de la Autoridad Portuaria de Valencia y donde el dinero que reflejaron los PGE de 2018 no se están traduciendo en obras, contagiados de esta extraña amnesia.
Los y las valencianas nos encontramos, como siempre, solos ante la defensa de nuestros intereses. Existe toda una generación que hemos crecido con la polémica relacionada con las infraestructuras valencianas: la A3, el AVE, el eje Mediterráneo y el Cantábrico-Mediterráneo también, en un consciente goteo de discriminación administrada desde Madrid, en primer lugar, para priorizar la conexión radial con el centro; en un segundo para hacer pagar la infraestructura productiva de forma privada y, finalmente, en un agujero sin fondo de despilfarro y fuente de corrupción con infraestructuras de más que dudosa viabilidad.
Que quien ha gobernado en el Estado ha hecho política contra nosotros, es evidente. Lo que no sabemos es si ese alguien es consciente de que con esa política acomplejada anti-valenciana está haciendo política contra el propio Estado, puesto que está dejando de invertir en uno de los territorios más productivos que lo constituyen.
Desde Compromís, continuaremos situando los intereses valencianos como primera variable, y continuaremos explicando la necesidad obligada de tener una fuerza con la variable territorial como eje motor para mejorar nuestra economía, nuestros recursos y, en definitiva, nuestro bienestar. El nuevo Ministro de Fomento, valenciano, tiene un buen papelón a resolver. Se lo recordaremos cada día que pase. Valencia, a día de hoy, fuera de conexión con Europa. Tic-tac, tic-tac...