La política nacional lleva dos semanas de infarto. Hemos pasado del chalet en la sierra del dúo Montero-Iglesias a un previsible cambio en la presidencia del Gobierno (en el momento de escribir estas líneas, se está produciendo el debate de moción de censura), pasando por la sentencia del caso Gürtel, y ya en clave autonómica, el ingreso en prisión de Eduardo Zaplana y Milagrosa Martínez, que fueron ni más ni menos que primera y segunda autoridad en la Comunitat Valenciana.
De lo que no cabe duda es de que se pone fin a una época, y se abre una nueva con mayor incertidumbre si cabe, que pocos se aventuran a vaticinar como acabará. Pero si nos abstraemos del ruido mediático cabe preguntarse en qué va a cambiar la política autonómica, o directamente, como afronta la agenda valenciana esta nueva situación.
No seré yo quien niegue la oportunidad de la moción de censura presentada por el PSOE y la necesidad de poner fin a una era marcada por la corrupción, la ausencia de diálogo, la desigualdad y en definitiva a una forma de gobernar que dista mucho de lo que necesitan los ciudadanos y ciudadanas de este país (todos, no solo los españoles que ve Rivera).
Pero claro, uno ve el alborozo con el que los partidos que sustentan el Botànic celebran el fin del gobierno de Rajoy y puede llegar a pensar que mandando al PP a la oposición, los muchos problemas que aquejan a esta Comunitat, se van a resolver de un plumazo, y es que esa euforia, que insisto, en parte comparto,no debe impedirnos ver que tras la fiesta suele llegar la resaca, y esta se producirá cuando llegue el día después, el día en que Pedro Sánchez tenga que empezar a gobernar y a afrontar los problemas que acucian al país en general y a la Comunitat Valenciana en particular.
Tampoco me cabe la menor duda de que Pedro Sánchez es plenamente consciente de las reivindicaciones valencianas; entre otras, de la urgente necesidad de reformar el modelo de financiación (ojo, reforma que ya ha advertido que será difícil realizar), de culminar el corredor mediterráneo, de dotar de infraestructuras e inversiones justas a nuestra Comunidad, de asegurar el suministro hidríco a nuestros campos, de apostar de forma clara y firme por la innovación como camino hacia un modelo productivo más eficiente, competitivo y sostenible. Y todo ello lo tiene que hacer a corto plazo con unos presupuestos que no recogen ninguna de estas reivindicaciones. Difícil lo tiene.
Pero quien tampoco lo va a tener fácil es el Consell y los partidos que lo sustentan, porque a partir de ahora todo apunta a que ya no tendremos al Montoro de turno para hacerle blanco (con razón) de nuestra ira ante las injusticias que valencianas y valencianos venimos sufriendo durante los últimos años. Ya no tendremos la excusa de un gobierno central que ha sido hostil contra los intereses valencianos y que nos ha ninguneado demostrando así que para ellos, tan españoles que son, siguen habiendo españoles de primera y de segunda. Como tampoco tendremos ya que vivir con la continua amenaza a nuestro autogobierno de un ejecutivo central sustentado por un partido recentralizador como es Ciudadanos.
En definitiva, podremos vivir más tranquilos, pero el Consell y el gobierno de la nación, en manos ambos del PSOE, van a tener que asumir que se necesita de una actitud proactiva a la hora de afrontar los problemas que acucian a nuestra sociedad, y no causar más frustración a la ciudadanía. Ya no cabrán excusas, tocará gobernar, y no va a ser nada fácil.
Se ha venido repitiendo durante el debate parlamentario de la moción de censura por parte de los partidos que la han apoyado, precisamente para justificar dicho voto afirmativo, que por encima de intereses territoriales, económicos o presupuestarios hay un bien superior, que es el de la regeneración democrática, y no les falta razón. Lo he dicho al principio, era necesario acabar con una forma de gobernar perjudicial para nuestro país.
Disfrutemos durante unos días del jolgorio y la celebración ante lo que supone el fin de una era que da paso a una nueva llena de expectativas, pero con cuidado, no nos pasemos con las celebraciones, porque ya lo he dicho antes, cuando aquí en la Comunitat Valenciana nos despertemos al día siguiente y veamos en que queda la agenda valenciana, la resaca puede ser de aúpa.
DAVID DE MIGUELDiputado AgermanatCorts Valencianes