Opinión

Un engaño que sale muy caro

Escribo este artículo desde mi escaño de las Corts mientras se me entortellen las tripas al escuchar a los negacionistes de la violencia de género posar el grito al cielo porque aumentan las violaciones grupals.

A las Cortes hay que hablar de la actualidad, y la actualidad desgraciadamente pasa por las violaciones grupals de Burjassot y de mi pueblo, de Vila-real. Los mismos que hace cinco minutos han dicho que las mujeres hacen denuncias falsas por violencia de género, continúan gritando desde la trona. Y son los mismos demagogos que defienden un PIN parental para evitar que los y nuestras jóvenes tengan educación afectivo sexual en las escuelas, educación que tiene que darse en las casas y los colegios, porque el uno sin el otro no hacen nada, y sin educación afectivo sexual, nos vamos al hoyo y seguiremos lamentando víctimas en un futuro. Qué bucle más peligroso y cuánta estupidez tenemos que aguantar en un respetuoso silencio que se nos exige a las personas que sentamos a los escaños.

Y por supuesto, son los mismos que niegan la violencia de género. Tengo ganas de gritar BASTANTE, cada vez que escucho esos discursos, me entran ganas de gritar, de gritar muy fuerte que no tienen ni idea qué es una vida truncada por una violación, si no saben que las niñas que han sido violadas por el simple hecho de ser mujeres, no pasarán ni un día de sus vidas en que no rememoran el dolor, la humillación y el miedo que los han metido al cuerpo de por vida. Pero no piensan en las víctimas, no las ven, no existen.

Y mientras intoxican el aire del hemiciclo con soflames machistas y xenófobas, yo no puedo parar de pensar en las niñas de Burjassot o la chica de Vila-real y en la carencia de protección que encontrarán en la jurisprudencia actual.

Mucha gente no lo sabe, los exaltados que están hablando al atril ni lo saben ni lo quieren saber, pero las mujeres que han sido violadas no podrán ir a un juzgado especializado y con formación en violencia machista. No podrán pedir una orden de alejamiento y no podrán ni siquiera pedir los permisos previstos para las víctimas de violencia de género para recibir asistencia psicológica porque "legalmente" no lo son. No, no lo son. A pesar de que el único motivo que ha llevado a las bestias a violarlas sea el hecho de ser mujeres, no son víctimas de violencia de género porque la ley dice que no existe ni ha existido una relación "de afectividad entre víctima y agresor", condición sine qua non para admitir la denuncia en un juzgado de violencia de género y porque actúan los mecanismos de defensa que la ley prevé.

Somos muchas las personas que hemos pedido la revisión de la ley, la inclusión de las violencias sexuales o la violencia vicària como violencia de género. Pero a pesar de que se está intentando en la Ley del Sí es Sí, hoy por hoy la respuesta todavía es NO y los cambios legislativos son mortalmente lentos.

Así, que mientras que como legisladora accidental pienso y repienso en cómo proteger a estas niñas, cómo prevenir estas violencias que sufrimos por el hecho de ser mujeres, la conjura de los necios que se aferra a la última fila de las Cortes Valencianas, continúa su discurso afirmando que no existe violencia de género, que las mujeres tenemos igualdad efectiva a todos los niveles, que aquello que para mí es protección, para ellos son privilegios, y que quienes queremos avanzar y legislar estamos "imbuidas por el género y buscando la división de la sociedad". Y además, unas cuántas señorías de la derecha de Feijoo los hacen un guiño cuando no los aplauden buscando pactos electorales que pasarán, obviamente, para quitar derechos en las mujeres.

Me preocupan las mujeres que cada seis horas denuncian una violación en el estado español, y me preocupa que existiendo los mecanismos, una definición insuficiente de qué es la violencia de género significo incrementar el calvario de estas mujeres. Me preocupan las causas de estas violaciones y me preocupa que el machista que todavía está berreando en la trona de las Cortes pueda engañar a alguien más. Y que en ese engaño sean nuestras hijas las que pagan de por vida, y cruelmente, todas las consecuencias.

Mònica Àlvaro,

portavoz de Compromís a la Comisión de Políticas de igualdad de Género y LGTBI