Estos últimos días, la catástrofe provocada por la DANA ha afectado gravemente a diferentes zonas de la Comunidad Valenciana. Las lluvias torrenciales han dejado daños tanto materiales como emocionales, afectando a numerosas familias y desencadenando un gran debate sobre las actuaciones de las diferentes autoridades. Desde las cadenas de televisión hasta las redes sociales, pasando por los periódicos, muchos se han centrado en buscar a los responsables y en señalar los errores en la gestión de la emergencia, ya sea por la falta de previsión o por la respuesta insuficiente del gobierno autonómico. Del mismo modo que se han destacado los aspectos negativos de la situación, es necesario mencionar que estos mismos medios han tenido un papel clave en visibilizar la situación y en movilizar a la población.
La reacción del pueblo, una vez más, ha sido ejemplar, demostrando una solidaridad inigualable. La ayuda psicológica, el apoyo en las tareas de limpieza, los recursos materiales y las donaciones económicas llegan no solo desde diferentes puntos de España, sino también del extranjero. Esto demuestra que, a pesar de vivir en una sociedad donde a menudo se destaca el individualismo y la indiferencia, todavía hay personas dispuestas a ayudar a los demás. Estas muestras de solidaridad nos recuerdan que existe una cara humana que a menudo pasa desapercibida en los momentos de tranquilidad, pero que resalta con fuerza en las situaciones de crisis.
Otro aspecto que vale la pena destacar es el papel de los jóvenes en esta situación. A pesar de los prejuicios que a menudo se proyectan sobre las nuevas generaciones —tachadas de "débiles" o "incapaces de mostrar empatía"—, los jóvenes han demostrado estar a la altura, participando activamente en las tareas de voluntariado y ofreciendo apoyo a los afectados. Ante una situación en la que los políticos se dedican a culparse unos a otros y a pasarse la pelota en lugar de ayudar a los ciudadanos, se puede comprobar que generalizar estereotipos sobre la juventud no solo es injusto, sino que genera conflictos innecesarios y aumenta la polarización social.
Estos últimos días se ha puesto muy de moda la frase "solo el pueblo salva al pueblo"; la vemos en los artículos periodísticos, en las publicaciones de Instagram..., pero debemos recordar que el pueblo necesita recursos y ayuda de las autoridades para poder salvarse. Ante el abandono por parte de las autoridades locales en las primeras horas de la catástrofe, el pueblo tuvo que ser quien ayudara, pero debemos recordar que este es un trabajo que deberían realizar principalmente las autoridades encargadas de la gestión de la DANA.
Podemos afirmar que la respuesta del pueblo valenciano ante la DANA ha sido un ejemplo de resiliencia y solidaridad en medio de una situación de gran complejidad. Mientras que los políticos parecen más preocupados por mantener su reputación, la ciudadanía, al contrario, ha actuado con rapidez y determinación para ayudar a los vecinos y recuperar poco a poco la normalidad. Esta crisis ha puesto en evidencia la distancia entre la lentitud de las instituciones y la voluntad del pueblo.
La DANA nos deja una lección clara: cuando las administraciones fallan, es la fuerza del pueblo la que sigue adelante, con las manos de personas que no dudan en brindar apoyo cuando se trata de superar las adversidades. Solo el pueblo, con la ayuda de las autoridades, salva al pueblo.
Helena Moreno
SOBRE LA AUTORA:
Helena Moreno es una estudiante de segundo de bachillerato internacional en el IES Pere Boïl de Manises. Residente en la ciudad de Valencia, Moreno tiene un gran interés por los temas sociales de actualidad que afectan tanto a escala local y nacional como internacional. A pesar de su juventud, se caracteriza por una mirada reflexiva y comprometida, que busca no solo informar, sino también invitar a la reflexión y al debate. Con su voz y perspectiva joven, Helena espera continuar explorando temas relevantes y contribuir a la creación de un futuro más consciente e informado.