Opinión

Contra el politiqueo

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Que vivimos tiempos convulsos en la política es algo que a nadie se le escapa. De hecho, en el momento de escribir estas líneas, ocupo el escaño 96 en les Corts Valencianes, quien sabe si cuando ustedes las lean, no habré pasado a engrosar la lista de exdiputados.

Y esta incertidumbre en la que vivimos permanentemente instalados desde hace ya tiempo, es consecuencia no tanto de la irrupción de la mal llamada “nueva política” como de la incapacidad de la clase política (con excepciones) de abandonar los malos hábitos que han producido la desafección con la ciudadanía que en los últimos años se percibe.

Porque al final, lo que cualquier persona ve desde la calle (o cualquier diputado desde el exilio de la última fila) es que la política no gira en torno a la ciudadanía y al bien común, sino que lo hace en torno a los propios partidos. Y como al final la actualidad informativa es la que es, la percepción que desde la calle se tiene es que al final la mayor parte del tiempo los políticos nos dedicamos a cosas que sólo interesan a quien? Efectivamente, a los políticos.

Claro ejemplo de lo anterior es el posible, pero no probable (¿o era al revés?) adelanto de las elecciones autonómicas en nuestra Comunitat haciéndolas coincidir con los comicios generales del 28-A. Ríos de tinta se han escrito sobre la conveniencia o no de tal adelanto, los intereses de unos y otros en hacerlo o no, reproches desde ambos lados del hemiciclo…Incluso el Presidente Puig advirtió que no era su intención marear con este tema, pero que aun así, si alguien se mareaba pues que se tomara una Biodramina. No se entera el Sr. Puig, porque lo que los políticos valencianos necesitan en un escenario como el que estamos viviendo estos días no es Biodramina, es Trankimazin, porque no es mareo, es ansiedad ante la posibilidad de perder el escaño y no encontrar acomodo en una lista electoral.

Sin embargo, pasan totalmente desapercibidas cosas como que el pasado jueves se ratificara en les Corts la reforma del Estatut d´Autonomía, ocho años después de salir de esta cámara y tras pasar por el Congreso y el Senado. Es cierto que en su momento ya se habló de la importancia que para los valencianos y valencianas tiene el hecho de que por primera vez nuestra carta magna asegure un mínimo de inversiones por parte del Estado, pero no considero que se le haya dado la repercusión que merece. Y el por qué está muy claro, porque como ya he dicho anteriormente, los políticos somos los primeros que no le hemos dado importancia al estar enfrascados en lo de siempre, en el electoralismo y el politiqueo.

Esta es una cuestión que he comentado en infinidad de ocasiones con mis compañeros de bancada. Al pensionista, al estudiante, al autónomo, a la empresaria, a la gente de la calle en general, no es que por norma general no les importe lo que hacemos desde las instituciones, sino que en la mayor parte de los casos es que ni saben lo que se hace en las instituciones. Y no se puede culpar a la ciudadanía de este desinterés, ni mucho menos a los medios de comunicación. Sin embargo nos creemos el ombligo del mundo y sobreactuamos los debates cada quince días pensando que al salir a la calle la gente nos aclamará. Nada más lejos de la realidad, hemos dejado de importarles.

Y es que quienes debemos preocuparnos de saber trasladar la importancia de la actividad parlamentaria o institucional a la ciudadanía somos nosotros, los que representamos a esa ciudadanía que parece que nos da la espalda. Y eso sólo lo podemos hacer desde la buena política, la que hacen muchos compañeros y compañeras que he conocido durante estos cuatro años. Pero por desgracia no es lo habitual, porque la mayor parte del tiempo se va en debates estériles, en acusaciones cruzadas, en iniciativas parlamentarias demenciales cuyo único objetivo es desgastar al contrario…Todo gira en torno a los intereses electorales y las encuestas, y se aleja del fin último de nuestra actividad que debería ser defender la dignidad, la justicia y los derechos de quienes nos han puesto en las instituciones.

No sé si será el 28-A o el 26-M, pero en cualquier caso, antes o después se producirá un cambio en la composición de las instituciones, y serán otros los que representaran al pueblo valenciano, de modo que puede que cambie todo lo anteriormente criticado, porque será lo que merece esta tierra, aunque tengo serias dudas de que así sea. Ya me lo contarán. Suerte.

David de MiguelDiputado AgermanatCorts Valencianes

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