Música en las calles de València: menos prohibiciones y más soluciones

L’Ajuntament de València vol que la ciutat s’erigisca com ‘la capital de la música’ amb el projecte ‘Music City’, no obstant això, el col·lectiu dels músics de carrer continua demanant que es reestructure una normativa que “prohibeix més que permet”

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"Es muy hipócrita querer nombrar a València como ciudad de la música cuando el Ayuntamiento prohíbe la música con altavoces, la venta de discografía de los músicos de calle y la acción de pasar la gorra". Kiron, portavoz de Musicarte Urbano, la asociación de músicos y artistas callejeros de València, denuncia con estas palabras el hecho de que el Ayuntamiento pretenda que nuestra ciudad se erija como 'capital de la música' -con la creación del proyecto 'Music City'- pese a que la administración aún no haya logrado encajar en su estructura una realidad que no se ve reflejada en la normativa municipal. Este proyecto se levanta sobre una marca, la de València como ciudad que promociona y promueve todo tipo de música para todos los públicos; sin embargo, sobre el papel, cuenta con muchos deberes pendientes para autoproclamarse como 'capital de la música'. Como, por ejemplo, reestructurar una ley escrita por el Gobierno Popular o poner freno a las multas que reconocidos músicos callejeros como Borja Catanesi, mejor músico callejero del mundo, -quien, según fuentes municipales, "pidió el permiso varias veces pero no se lo dieron debido a que tenía una gran cantidad de multas acumuladas" por causas que el Ayuntamiento no especifica- han tenido que sufrir.

UNA LEY "DEL PP" QUE NECESITA REESTRUCTURARSE

Según Alicia Martínez, gestora cultural de Musicarte Urbano, "estamos en un país en el que la música callejera no está demasiado valorada, ya que, en el resto de Europa, la gente está muy acostumbrada a ver músicos por la calle. Aquí, sin embargo, no está tan normalizado". Por esta razón meramente cultural, el Gobierno Municipal aún no ha reestructurado una ley que, según Alicia, "no es justa porque no está bien estudiada. Además, parece que los políticos y los ciudadanos no tienen en cuenta que mucha gente vive de esto: de hacer música en la calle". La gestora cultural nos explica que la normativa vigente se aprobó en 2014, bajo el mandato del Gobierno popular y que, por esto, se "continúan estableciendo unas prohibiciones de un gobierno anterior; es como si no se hubiese hecho nada". Lo único que ha cambiado, según Kiron, es que "ahora, hay menos represión policial".

La Ley de Ordenanza Reguladora de Ocupación del Dominio Público Municipal -así se llama la normativa- es, según Kiron, "un parche puesto por el PP donde se prohíben más cosas de las que se permiten". La Asociación destaca, sobre todo, el hecho de que la normativa sea "ambigua y poco específica": "La Ley dice que no se pueden superar los 65 decibelios, pero eso no es equitativo ya que cada instrumento produce un cierto nivel de decibelios en concreto", apunta Kiron. Además, el portavoz también indica que la principal razón de que se multe a los músicos callejeros en València es por contaminación acústica. Sin embargo, según Kiron, "nunca se ha hecho una medición de la cantidad de decibelios que produce un músico. Es decir, es como si te multasen por exceso de velocidad sin que hubiese ningún radar que lo pudiese comprobar".

Alicia, siguiendo la misma línea que el portavoz, declara que esta ambigüedad en la normativa "beneficia a unos cuantos músicos y perjudica a otros". La gestora cultural nos habla de dos casos de músicos perjudicados. Uno de ellos se trata de una chica cuyo único instrumento es la voz. "Esta cantante no puede hacer su trabajo sin un amplificador, ya que los músicos callejeros suelen actuar en terrazas donde la gente habla muy alto y, sin querer, acabaría destrozándose la voz", afirma Alicia. Por otra parte, también existe el caso de un percusionista que toca un instrumento ambiental llamado hand-pam, cuyo sonido casi no se percibe. La gestora nos explica que "todo instrumento de percusión está prohibido en la calle debido a las batucadas, que es cierto que emiten un alto nivel de decibelios. Sin embargo, la normativa debería contemplar que no todos los instrumentos de percusión emiten los mismos decibelios y que, por tanto, no deberían estar todos prohibidos. Esto, como muchas otras cosas, se tiene que reestructurar".

MÚSICOS, HOSTELEROS Y VECINOS

Según Kiron y Alicia, Musicarte lleva más de cuatro años pidiéndole al Ayuntamiento que revise la ordenanza, además de llevarle propuestas para la nueva normativa. Entre ellas se encuentran la reestructuración de los horarios de verano, la regulación de los instrumentos amplificados mediante la implementación de un nivel máximo de decibelios para cada instrumento -"porque cada instrumento es un mundo", nos dicen desde Musicarte-, el consenso entre los diferentes grupos involucrados -hosteleros, vecinos y músicos- y la autorregulación de cada músico, ya que los músicos también han de ser responsables con el cumplimiento del nivel de decibelios permitido.

Todas estas medidas son las que más urgen a la asociación, ya que son las que, junto con el gabinete El Rogle, están analizando en el contexto de un estudio sociológico. Su objetivo es unir fuerzas con alguna asociación de hosteleros de València, afectados por este problema, y otras asociaciones en defensa de la música en directo.  También, aunque esto aún esté lejos, les gustaría colaborar con alguna asociación vecinal, "ya que esto ha llegado a pasar en ciudades como Barcelona, donde hosteleros, vecinos y músicos se han juntado para alcanzar un objetivo en común", atestigua Alicia.

EL CASO "CATANESI" Y LOS PERMISOS

Fuentes municipales aseguran que Borja Catanesi "denunció al Ayuntamiento por no concederle los permisos; sin embargo, esto fue porque tenía demasiadas multas acumuladas". Pese a todo, el Ayuntamiento no especifica la causa de las multas y, según los medios de comunicación, el pasado mes de noviembre, le requisaron a Catanesi los instrumentos y le denunciaron por contaminación acústica . En su muro de facebook calificó esta actuación de "lamentable" por parte del Ayuntamiento.

La ordenanza que regula la actividad de los músicos callejeros no es nada genérica, de hecho es muy general: en ella se incluye todas las actividades festivas, el tema de las terrazas, etc. Por tanto, es un tema que el ayuntamiento considera un tanto secundario.

Fuentes municipales aseguran que los permisos, durante el gobierno del PP, caducaban a los tres meses, mientras que ahora lo hacen a los seis meses. Es un gran paso. Aun así, desde Musicarte, se sigue pidiendo una regulación en la solicitud de los permisos, ya que su propuesta va más allá: "un permiso anual para residentes y un permiso temporal para la gente extranjera", declara Alicia.

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