El Museo Fallero: de “almacén olvidado” a una referencia de la ciudad

Fuset creu que “la marca Falles és fonamental per a situar València al mapa” i que el museu manté viva la festa tot l’any

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Pasillo del Museu Faller de València
Pasillo del Museu Faller de València

Con las Fallas como elemento diferenciador, València es todo un referente cultural y turístico, pero desde 2016 su marca va más allá de la semana de fiesta. Y es que el Museo Fallero ha hecho de estos dos años una carrera de fondo para convertirse en uno de los centros más visitados de la ciudad, donde la esencia y la magia de las Fallas perduran en el tiempo.

Para Pere Fuset, regidor de Cultura Festiva del Ayuntamiento de València, el secreto está en su temática, pero “sin duda”, aquello que lo ha conducido hacia el éxito ha sido su conversión a oficial. Un hecho que supone que tiene más accesos a subvenciones y ayudas públicas y de entidades, pero más allá de esto, un reconocimiento a su tarea: mantener vivas las Fallas durante todo el año.

“Uno de los aspectos más destacados es su singularidad, puesto que sus fondos están determinados por votación popular”, como ocurre con la colección de ninots indultats, explica Fuset.

En este sentido, desde su oficialidad ha conseguido ampliar su exposición e incluye piezas de indumentaria, carteles y obras artísticas y paneles que contextualizan la historia de la fiesta y muestran la suya derramando pedagógica.

Y es que en este 2018 se han introducido novedades en cuanto a su contenido, pero también relacionadas con su impulso. Entre otros, desde diciembre los visitantes pueden utilizar audioguías en castellano, valenciano, inglés, francés e italiano para que las Fallas lleguen a todo el mundo.

“Los museos tienen que ser elementos vivos y atractivos y en este la gente puede tener unas nociones básicas e ir más allá de la idea que las Fallas son ninots simplemente”, valora el regidor.

Así, el trabajo en comisiones falleras, oficinas de turismo, cruceros y centros escolares ha sido fundamental para poder presumir de las cifras: en 2018, sin contar el mes de diciembre, se ha batido récord de visitantes con 116.000 personas.

Además, los niños han tenido un papel protagonista, pues se han acercado al museo con el programa Versafalles, un ciclo de actividades sobre poesía en valenciano también de la concejalía de Cultura Festiva.

El 45% de sus visitantes son turistas extranjeros, un hecho que Pere Fuset no solo explica por “el trabajo intenso de la Junta Central Fallera” para promocionarlo, sino también porque “la marca Fallas es muy potente para ubicar València en el mapa y aquí siempre se puede vivir”. Por eso, desde su concejalía el objetivo es hacer del Museo Fallero “una tarjeta de visita para todo el que venga a la ciudad”.

En cuanto a la gran evolución que ha vivido, Fuset asegura que “ha pasado de ser un almacén totalmente olvidado a un referente valenciano de los más valorados y visitados”, junto con el Museo del Corpus y el de la Semana Santa.

A pesar de esto, y de cara al futuro, confiesa que si vuelve a ser elegido responsable de esta área, tiene claro que continuará siendo una apuesta fundamental y que se trasladaría la Junta Central Fallera a otro edificio para ganar espacio y ampliar sus contenidos relacionados, por ejemplo, con la pirotecnia o la música. “El reto es que continúe creciendo”, concluye.

El Museo Fallero ofrece una gran exposición permanente de ninots indultats grandes e infantiles, carteles anunciadores de fallas, retratos de las Falleras Mayores de València y recompensas e insignias a comisiones falleras. Se encuentra en Monteolivete y abre cada día excepto en festivos señalados (1 y 6 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre) y el precio de la entrada general es de 2 euros.

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