El parque natural de la Albufera está en continuo cambio. Y lleva así muchos años. Tanto por motivos naturales como artificiales, este entorno tan icónico para los valencianos y valencianas está en riesgo por distintas cuestiones, pues uno de sus futuros más inmediatos puede estar en la salinización del lago. La incidencia del Puerto de València, así como los efectos del cambio climático (aumento de los temporales y nivel del mar), representan las mayores amenazas para su supervivencia tal y como se conoce hoy en día.
El pasado viernes 28 de enero tuvo lugar la jornada 'El desafiament del canvi climàtic a l'Albufera' en la Universidad Politécnica de València (UPV). En ella, expertos en la materia arrojaron una serie de conclusiones entre las que destaca que a causa de la erosión de la restinga -la franja de dunas y arena que separa el lago del mar- la salinización del lago puede verse acelerada, algo que a día de hoy ya se ha detectado.
Organizada por la comisión científica Junta Rectora del Parque Natural dependiente de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, la reunión contó con la participación de 50 expertos de universidades públicas y privadas y de otras instituciones. Durante el encuentro se identificaron los procesos de cambio que afectarán al ecosistema y a la actividad productiva y servirá para determinar necesidades técnicas de monitarización, así como para elaborar propuestas de gestión para adelantarse a los problemas del futuro.
En la actualidad y desde hace cientos de años, el agua del lago es dulce por los aportes de agua a los cultivos a través de la Acequia Real del Júcar, fundamentalmente a partir del siglo XVIII. Después, al ser ya de agua dulce, se pudo aprovechar para regar los tancats, que también proliferaron mucho a partir de ese siglo (aprovechando que el agua del lago ya era dulce). No obstante, esta agua dulce podría convertirse en agua salada en cuestión de décadas.
Según expertos, la salinización del lago vendría provocada en mayor medida por el incremento del nivel del mar y la falta de aporte de agua desde la cuenca del Júcar. A la vez, el aumento de la temperatura cada vez mayor y durante más tiempo, provocaría una más rápida evaporación de agua. Una mayor evaporación y unos menores aportes de agua dulce podrían facilitar la intrusión marina en forma de cuña desde las golas hacia el lago. Esto es independiente, pero paralelo a que el nivel del mar aumente.
Miguel Ángel Pérez, del grupo de Ingeniería de Recursos Hídricos, advirtió que las “zonas más afectadas” por la subida del nivel del mar serán los humedales costeros y entre ellos, “destaca la Albufera de València”. Concretamente, y en base a los diferentes escenarios planteados en el último informe del IPCC, se estima que quedarán unas 3.200 hectáreas por debajo del nivel del mar para finales del presente siglo.
El escenario RCP 8.5, extremo pero posible, contempla una subida en esta zona de 0,80 metros para 2070-2100, lo que quiere decir que podría pasar del ritmo actual de 4 centímetros por década (o 4 milímetros por año) a 11 centímetros por década.
Consecuencias de una posible salinización del lago
Este aumento del nivel del mar y la respectiva salinización del lago significaría un desastre para los arroceros que trabajan en la zona, aunque no implicaría necesariamente un “desastre medioambiental”. Así como queda claro que las consecuencias del cambio climático sobre las actividades agronómicas y turísticas van a ser negativas, la afección sobre la biodiversidad es más impredecible.
Si nos fijamos en las plagas que azotan los cultivos, sean hongos, insectos o plantas invasoras, habrá que observar si el aumento de temperatura (y posiblemente también de humedad) incrementa sus efectos negativos. En ese caso, habría que evaluar la necesidad de incrementar la aplicación de pesticidas y demás productos fitosanitarios, con el consiguiente incremento de costes para el agricultor y el coste medioambiental,
Otro ejemplo estaría relacionado con el desarrollo y adaptación de especies exóticas, otro de los graves problemas ambientales del parque natural, que deberá ser objeto de seguimiento y estudio. Algunas especies invasoras podrían adaptarse peor a los incrementos de temperatura y salinidad, pero es posible que otras se adapten mejor. En general, estos cambios se van a observar en todas las especies y es difícil intuir hacia dónde va a evolucionar el ecosistema y si este va a ser más rico o no.
La influencia del Puerto de València
Varios expertos señalaron que la infraestructura del Puerto de València es uno de los factores que favorece la erosión de la restinga la costa, además de la falta de aportes de sedimentos del río Turia y de la construcción de urbanizaciones y del paseo marítimo de El Saler en los años 70.
La catedrática de Geografía Física, Eulalia Sanjaume, afirmó que toda la infraestructura portuaria desde su origen supone una barrera física para el transporte de sedimentos, pero que el dique norte construido entre los años 2008 y 2012 ha acelerado el proceso de erosión de la restinga por la alteración de los parámetros de las olas y de la corriente de la deriva litoral.
Por otro lado, según el catedrático de Ingeniería Cartográfica, Josep Pardo, la zona de la playa de El Saler de la Casa Negra ha perdido 41,10 metros de anchura, la del Arbre del Gos 28,4 metros y la de el camping de El Saler 22 metros. Además, en un estudio que presentó, constata que entre 2009 y 2020 se generalizan las pérdidas de arena y que desde 1984 se ha perdido una media anual de 6,9 metros de anchuro, atenuada en diferentes momentos por la aportación artificial de arena.
Tal y como concluye Pardo, "la principal causa de erosión es la falta de aportes sedimentarios causados principalmente por la interrupción del transporte sedimentario longitudinal que el Puerto de València provoca. Este factor afecta a la zona desde mucho antes del periodo estudiado. También es importante la falta de aportes de los sistemas fluviales", por lo que propone extraerlos artificialmente de los embalses.