Como es habitual en las convocatorias de las manifestaciones, San Agustín comienza a llenarse mucho antes de la hora oficial de salida; a las 18:30. Como también ha sido habitual en los dos pasados años, algunos miembros de corpúsculos ultraderechistas y fascistas están en los alrededores para intentar boicotear la marcha. Sin embargo, de nuevo, un amplio despliegue policial se lo impide.
A unos minutos de arrancar, la Comissió 9 d'Octubre, que agrupa a diversos sindicados, partidos políticos y asociaciones, ya ha organizado la cabecera. "El País que Volem" es el lema de la nueva edición de la marcha. Un sonido, sin embargo, rompe la tranquilidad. Tres personas, realizando el saludo fascista, han puesto el himno de España desde lo alto de un edificio cercano; una bandera de España y otra valenciana cuelgan. "Fora, feixistes, dels nostres barris!", responden desde la manifestación oficial.
Algunas pistas ya señalaban que la tendencia a la disminución de la incidencia de grupos ultraderechistas desde la violencia de 2017 continuaría. Para este año, se convocaros tres manifestaciones, sólo una de ellas vinculada con la extrema derecha; en 2018 convocaron un gran número de pequeños grupos, que resultó en un gran número de amenazas a los participantes de la principal manifestación. La única convocada salía a las 18h, con un reducido número de participantes y escoltados por los antidisturbios. Sólo un breve episodio ha hecho intervenir a la policía; varias mujeres increpaban a una periodista de À Punt al grito de "À Punt y TV3, la misma mierda es".
Cabecera azul
Antes de arrancar, otro grupo reducido de ultraderechistas ha intentado romper el cordón policial. Sin embargo, estos han sido rápidamente apartados, mientras al otro lado los manifestantes hacían burlas. Con un ambiente altamente reivindicativo, la marcha arranca en dirección a la Plaza América. En la cabecera los representantes de diversas entidades, partidos y sindicatos, son los primeros en recibir los escasos insultos. "¡Terroristas!", grita un hombre con un bebé en brazos al otro lado del cordón.
Frente a la cabecera, que avanza hacia Colón, se aprecia el fuerte dispositivo policial. Una docena de furgones, más otros que van a los lados, son la auténtica 'cabecera azul' desde la que se dirige a los miembros de la Policía Nacional. Son ellos los que localizan a un grupo que parece ser de Falange -su sede está ahí mismo-, y los obliga a permanecer recluidos en un bar hasta que pase la manifestación.
Entre las reivindicaciones y lemas también hay un ambiente festivo. Una muixeranga, frente a la primera línea, ameniza las pausas. "Visca el País Valencià!", gritan con el castell en alto. La manifestación ha atraído a un buen número de personas; una hora y 10 minutos después de su inicio, la calle Colón rebosa por su inicio y final.
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"Más libre y más valenciana"
De nuevo, el amplio dispositivo policial aleja cualquier posibilidad de que se repita la violencia de 2017. Diversos policías, montados a caballo, obligan a moverse a un reducido grupo que acusa de catalanistas a los manifestantes: "Le joda a quien el joda, Valencia es España", gritan.
En la escalinata del Puente del Mar, como es habitual, se emplazan las distintas cabeceras para leer los manifiestos y despedir la manifestación. Las distintas organizaciones se celebran del éxito de la convocatoria que, igual que el año pasado, no ha tenido grandes incidencias; la violencia de 2017 parece superada, aunque la presencia policial es todavía necesaria. Reclaman más autogobierno, diálogo con las instituciones catalanas y defensa del valenciano. Pero, sobre todo, celebran la convocatoria: "Sólo una minoría muy minoritaria ha querido impedirnos el derecho de manifestación. La ciudad cada vez es más nuestra: más libre y más valenciana".
