Concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Valencia (Compromís)
Estaremos de acuerdo en qué lo mejor indicador de la incidencia de las políticas públicas sería comprobar como afecta al día a día de las vidas de las personas. Pues bien, después de dos años al gobierno municipal de la ciudad, si hay un espacio donde he podido comprobar de primera mano ese impacto real está en la Universidad Popular de Valencia.
Nuestra obsesión sólo asumir su gestión a comienzos del mandato fue dar la máxima visibilidad y potenciar toda su gran tarea como espacio privilegiado de participación, igualdad, inclusión y transformación social. Con 114 años de historia global y 33 vinculada a la administración local, con un centenar de formadores y formadoras implicados y 28 centros distribuidos por los barrios y pueblos de la ciudad, la Universidad Popular atesora centenares, miles de historias de empoderamiento personal y colectivo que no están contabilitzadas a los informes anuales de resultados de este Organismo Autónomo del Ayuntamiento. Se trata de auténticos centros de dinamización social y cultural de la vida de la ciudad, que nos hemos comprometido a poner en valor y a conectar con las retos y las necesidades de una sociedad del siglo XXI. Así, durante este mandato estamos desarrollando todo un programa con nuevos contenidos y formados - Coordenadas. Aulas Abiertas -, hemos vuelto a establecer relaciones y a desarrollar proyectos con la Federación Española de Universidades Populares, estamos poniendo orden en la dejadez organizativa y laboral, y tenemos ya preparado un Plan Estratégico que marcará los objetivos operativos y acciones para orientar y optimizar todo los recursos materiales y, sobre todo, humanos de este gran proyecto concebido y puesto en marcha por Vicente Blasco Ibánez, a comienzos del siglo XX, para hacer llegar la cultura a las clases obreras.
Pero volvemos al nivel micro. Hablamos de las personas que dan vida a la Universidad Popular. Hablamos de la historia de Amparo, una joven que fue “aparcada” hace unos años por su familia a una actividad de la UP con la etiqueta de ”autista” y “discapacitada” y que en estos momentos es una de las participantes más activas, es más, el próximo curso nos abandona porque empieza estudios de Informática y Redes a un centro de FP. O la del grupo de mujeres que van resignificar sus vidas después de participar al archivo de igualdad y memoria oral dentro del proyecto Abrir puertas, encender corazones (http://igualtatimemoria.universitatpopular.com/web/home/). También podemos hablar de Manolo y su grupo de música con compañeros con Párkinson, que ofrecieron un emocionantísimo concierto para cerrar el curso de una de nuestras sedes y que dispondrán en breve de un espacio un día a la semana en la sede del Palacete de Ayora para desarrollar un taller de musicoterapia para cualquier afectado. Hablamos de la señora Fina, cerrada en casa con depresión después de la muerte de su hombre, que se apuntó en el centro de su barrio, ante la insistencia de una amiga, y encontró un nuevo sentido en la vida, llenándola de relaciones, descubrimientos y compromiso para hacer de su barrio un lugar mejor donde vivir.
En las sedes de la Universidad Popular se trabaja en colaboración con entidades, asociaciones y colectivos diversos, generando procesos de intercambio generacional, de corresponsabilidad social en la cura y de creación de redes de apoyo y crecimiento personal y social. Proyectos como el desarrollado con los y las jóvenes de un centro de menores o dando cabida a una escuela de pensamiento crítico de una asociación de personas con diversidad intelectual.
Cómo me dijo una participante un día con ojos juguetones, “la UP es vida!”. Es vida, es ciudadanía empoderada, es una magnífica oportunidad para hacer realidad una ciudad más inclusiva y que convive reconociendo toda su diversidad.
Continuamos transformando nuestras vidas y nuestra ciudad.
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