El 26 de abril de 2008 conmemoramos, por primera vez, el Día de la Visibilidad Lésbica como propuesta de las entidades LGTB reunidas en los Encuentros Estatales celebrados en Gandía. Era el momento de demostrar que podíamos vivir y expresar libremente lo que somos y sentimos, de manifestar que las mujeres lesbianas también somos una parte importante de esta sociedad y desde entonces, cada 26 de abril, nos visibilizamos para continuar reclamando el espacio púbico que aún no es nuestro, a pesar de los años.
Desde la premisa básica del feminismo, “Lo que no se nombra, no existe”, las reivindicaciones y la realidad de las mujeres lesbianas han estado históricamente en un segundo plano, si no han sido invisibles. En una sociedad patriarcal, en la que la presunción de heterosexualidad aún está profundamente arraigada, la visibilidad de las mujeres lesbianas esuna carrera de fondo que nos obliga a “salir del armario” cada día para desmontarese imaginario colectivo que nos encorseta en una realidad que no es la nuestra.
Ser visible no significa hacer público con quién compartimos nuestra sexualidad. Hacer visible nuestra orientación sexual y reivindicarnos como mujeres lesbianas significa poder vivir con libertad y de manera plena en todas las esferas de nuestra vida. Significa poder hablar con naturalidad de nuestra pareja mujer y nuestra familia con las compañeras de trabajo, los amigos o en las celebraciones familiares. Poder caminar tranquilamente por la calle cogidas de la mano, o darnos un abrazo en un sitio público sin poner en peligro nuestra integridad física. Significa compartir fotos de viajes, celebraciones o simplemente de un beso frente al mar en las redes sociales. Significa poder compartir todo eso que nos hace felices o infelices, como el resto.
Pero llegará un día en el que solo será una conversación más, una foto más, una pareja más o una familia más y acudiremos a los centros de salud donde los protocolos de atención sanitaria, especialmente los ginecológicos, incluirán nuestras especificidades. Acompañaremos a nuestras hijas e hijos al parque, al médico, al colegio o a una fiesta de cumpleaños sin que nos pregunten quién es la verdadera madre y podremos garantizar sus derechos estando casadas, o no.Algún día, nuestras jóvenes podrán hablar de esa chica que les gusta en sus institutos con sus amigas y amigos sin que les insulten o agredan, y no se sentirán como un bicho raro porque verán de manera habitual a otras mujeres lesbianas en el mundo del deporte, las artes, la política, la ciencia o en el edificio donde viven. Mujeres diversas, jóvenes o mayores, con pluma o sin ella, transexuales o cis, que acabarán con los estereotipos que la sociedad aún tiene sobre nosotras. Ese día, en las residencias de mayores nos tratarán con la dignidad que merecemos y podremos compartir felizmente con nuestra pareja los últimos años de nuestra vida.Dejaremos de convertirnos en un objeto sexual pornográfico para los hombres heterosexuales y podremos mostrar con total libertad nuestra afectividad en público sin recibir insultos, comentarios sexistas o agresiones, dejando de formar parte de ese porcentaje de personas agredidas en los informes de delitos de odio. Porque, algún día, nosotras también formaremos parte de los libros de historia del movimiento feminista y el movimiento LGTB como parte activa en su lucha.
Tenemos derecho a no ocultarnos, a no sentir miedo, a ser ciudadanas de pleno derecho, a mostrarnos como somos ya ser felices. A amar y desear con libertad, a no tener que renunciar a quienes somos por miedo a ser despedidas, rechazadas, discriminadas, insultadas o repudiadas. Nuestros derechos no pueden ser moneda de cambio y deseamos vivir en una sociedad que nos incluya y nos reconozca en nuestra pluralidad, así como unas instituciones que nos representen.
La situación política y social nos obliga todavía a tener que visibilizarnos para que se hable de nosotras y se nos tenga en cuenta. Por eso es fundamental que reivindiquemos la visibilidad de las mujeres lesbianas en todos los ámbitos -en la calle, en las redes sociales, donde trabajamos o estudiamos...- y hacerlo cada día y, en especial, hoy y el próximo domingo. Convertir en visible nuestra realidad, nuestro día a día, es también necesario a través de las urnas. Para que las mujeres lesbianas podamos seguir avanzando imparables en la conquista de lo que es nuestro ningún voto tiene que quedarse en casa. Nuestra lucha necesita un voto consciente, por nuestros derechos y con orgullo.
Luisa Notario, coordinadora de la sectorial LGTB+ de Compromís e integrante de la candidatura municipal de Compromís per València@LuisaNotario