La colombicultura valenciana en su esplendor

El president del Comité d'Àrbitres de la Federació de Columbicultura de la Comunitat Valenciana ens parla d'aquest esport tan lligat a la zona

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Los orígenes de la colombicultura en Valencia

Según algunos historiadores, este antiguo deporte, con normas estipuladas como todos los demás, fue introducido en la Península por los árabes en plena Edad Media, en la época de los Reyes Católicos. En Medio Oriente utilizaban a estas aves —por cierto, tan prolíficas en algunas capitales del mundo— para recrearse en momentos de ocio criando y haciéndolas volar por los aires.

Con el tiempo se empezaron a cruzar las distintas razas, ya sea de forma natural o inducidas por el hombre. Fue tal la voluntad de lograr la raza ideal para realizar el deporte que se logró criar al “buchón valenciano”, el ejemplar por excelencia que toma su nombre por la región en donde tomó fuerza su crianza. Con un buche que no pasa inadvertido y un porte que se podría calificar como orgulloso o soberbio, este palomo es uno de los más preferidos por los colombaires.

colombicultura

En el deporte existen dos modalidades: la que se basa en palomos deportivos con fines de galanteo de la hembra, la más popular, o la modalidad de palomos de exposición, que se muestran en eventos con el fin de cotejar sus cualidades físicas. Ambas se unen en una actividad íntegra que comprende al mismo tiempo la admiración por estos animales y sus habilidades.

Hoy en día el deporte se practica en países tan diversos como Cuba, Argentina, Estados Unidos (Miami específicamente) y la misma España. Localmente, es parte esencial en la identidad de Valencia por ser una de las actividades más importante de la vida de muchos valencianos que lo practican.

Los palomos, las palomas y los plumajes coloridos

La colombicultura es una modalidad deportiva que consiste en que el palomo trata de galantear o conquistar a la hembra mediante cualidades innatas o adiestradas. Estas tienen relación con el físico o la inteligencia y astucia de los palomos, que a su vez son virtudes que ayudan a rastrear, atraer o cortejar a la hembra.

Estos palomos son los protagonistas de las “sueltas” de palomas de los campeonatos, que duran 2 horas y 5 minutos. En cada uno de estos campeonatos hay una prueba de “entrenamiento” o “acople”, donde cada participante presenta los palomos al árbitro para que este aprenda sus nombres y vea los colores. Cada palomo va pintado con sus colores característicos para diferenciarlo de la hembra, que, por su parte, no va pintada de ningún color y que lleva dos plumas blancas en la cola. Cada minuto que un palomo esté con ella significa dos puntos a su haber.

Los colores de los palomos es otra de las particularidades de la colombicultura: los colores que están bajo las alas son las marcas identificativas para conocer a quién pertenece cada palomo. El color pintado sobre las alas sirve para que jueces o árbitros diferencien a dos palomos que tengan el mismo plumaje.

García Esparza, colombaire valenciano

Ricardo García Esparza es originario de Manuel, colombaire y presidente del Comité de Árbitros de la Federación de Colombicultura de la Comunidad Valenciana. Para él la colombicultura no es solo un deporte, sino que también “un arte que lo es casi todo” en su vida.

A pesar de no tener influencia familiar que lo llevara a practicarla, desde los nueve años García Esparza empezó a interesarse por la colombicultura con la adquisición de palomos. Para él, desde un principio la actividad “le ha dado amigos” y ha ocupado gran parte de sus intereses: “En el instituto y la Universidad mis trabajos iban encaminados a esto”, relata. Este colombaire de 36 años confiesa que desde que se levanta por la mañana hasta que se va a dormir por la noche, está pensando en ver pichones, competir a nivel federado o tener el palomo campeón que todos sueñan.

García Esparza logró coronarse campeón de la disciplina hace dos años, cuando su palomo Awita Nano triunfó en Benavites. Sucede que en regiones como Murcia, Extremadura o incluso Madrid también se practica el deporte, pero es la Comunidad Valenciana la más ligada a la competición profesional. Según cuenta el colombaire, “la Comunidad posee alrededor de 9800 licencias de las 17000 del país, porque básicamente el clima ideal para el desarrollo de la competición es el Levante mediterráneo”. A pesar de que en lo fundamental la modalidad es la misma, actualmente la Real Federación Española quiere modificar el reglamento para que todo el país compita en las mismas condiciones.

¿Y quién se encarga de cuidar, criar y domesticar a los palomos? El colombaire Ricardo García Esparza nos explica que este es el encargado principal, porque “cría a los pichones, los adiestra y luego los lleva a la competición, donde realmente se miden las cualidades del palomo”. Según su punto de vista como experto en supervisar los arbitrajes de las sueltas, es recién al final del concurso cuando se pueden analizar verdaderamente las virtudes y defectos de cada palomo. Pero antes de ello el colombaire debe procurar hacer cruces y aprovechar las cualidades de los palomos progenitores, con el fin de que luego sus crías las potencien aun más.

Si bien es joven y aún tiene tiempo para difundir esta práctica, García Esparza se preocupa por el futuro de esta antiquísima tradición. “Hoy es más difícil que pase de padres a hijos porque hay demasiadas actividades extraescolares. Es complicado practicar la colombicultura, ya que en la mayoría de pueblos y ciudades muy grandes básicamente no se practica”.

Sin embargo, comenta que en el Comité de Promoción Juvenil de la Federación de la Comunitat no se rinden. Año a año dan a conocer el deporte con campamentos de verano, la Expojove en Valencia y diversas charlas y talleres en pueblos y ciudades de la región. “En un colegio de 90 alumnos de Señera, 48 ya están inscritos en la actividad extraescolar de colombicultura, lo cual ha provocado que alrededor de 25 años de ese pueblo se hayan convertido en colombaires en el último tiempo”, comenta esperanzado.

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