Las plataformas digitales -como Deliveroo o Glovo- no crean nuevos 'mercados': transforman los ya existentes y los precarizan. Además, no se concentra en trabajos poco cualificados; va desde el repartidor al arquitecto, periodista o profesor. Es una de las principales conclusiones del informe encargado por Labora a la Cátedra de Economía Colaborativa y Transformación Digital de la Universitat de València (UV).
"Es un trabajo que permitirá tomar mejor las decisiones y conocer mejor el entorno económico valenciano", ha iniciado Enric Nomdedéu, el Secretario Autonómico de Empleo y Director Geneal de Labora. Afirma que las nuevas plataformas digitales han "sacudido mucho" el mercado laboral, hasta llegar a cambiar, incluso, "la percepción de lo que es un puesto de trabajo". Por ello apunta que, un informe como este, que incluye recomendaciones, será de gran utilidad para la realidad laboral de la Comunitat Valenciana.
Adrián Todolí Signes ha sido el encargado, por parte de la Cátedra, de explicar el informe. El resultado han sido más de 200 páginas en las que se ha llegado a conocer realidades como que entre 40.000 y 60.000 personas, en la Comunitat Valenciana, tienen esto como única fuente de ingresos. "Pero lo primero es decir que la economía colaborativa, cuando hay trabajo, no es economía colaborativa", ha señalado. Considerar a una persona como economía colaborativa significa considerar a una persona como un bien.
“Hay que acabar con el estereotipo de que las personas que trabajan para plataformas digitales son personas sin formación que realizan tareas no cualificadas. La realidad es mucho más compleja, Glovo y Deliveroo son solo la punta del iceberg”, ha declarado el profesor.
Según apunta, el trabajo a través de plataformas digitales "transforma el mercado tradicional", realizando una especie de traslado a estas plataformas. Esto conlleva, actualmente, varios problemas; los asalariados se convierten en autónomos a pesar de realizar, en muchas ocasiones, el mismo trabajo. Con ello, pierden derechos laborales, de vacaciones e incluso respecto a riesgos.
Todolí ha relatado como precisamente una de las consignas de estas plataformas, la "flexibilidad horaria", resulta tramposa: el pago por trabajo o tarea realizada se convierte en un "estar siempre conectado": "Se supone que puedo rechazar el trabajo pero, ¿cómo voy a rechazarlo si al hacerlo no llego a fin de mes?". La flexibilidad provoca en realidad, asegura, una mayor jornada laboral -por menos remuneración-.
3.000 sanciones
El trabajador pasa ahora a absorber la carga de rechazo de trabajos, de innovación tecnológica, sin derecho a vacaciones, mayores riesgos laborales... Unas nuevas condiciones que, señala Todolí, marcan nuevos retos regulatorios. Insiste, en especial, en el aspecto de la formación; al ser trabajadores por cuenta propia en un mercado extremadamente competitivo, no hay incentivos -ni tiempo- para la formación. Ello pese a que hay nuevas necesidades de habilidades digitales. Por ello, cree que podría ser de utilidad políticas que formen a quienes buscan empleo en estas plataformas. Un empleo que, por otro lado, debería aplicar la normativa vigente actual.Precisamente a raíz de este informe y la indefensión de algunos trabajadores y trabajadoras, la Cátedra y Labora han lanzado un folleto con varios puntos para ellos: "El treballadors de plataformes digitals. Drets bàsics i com reclamar-los". Cree necesario este primer punto para que puedan defenderse y, si es necesario, ir a los juzgados; en el primer semestre de 2019 se han registrado 3.000 infracciones solo por falsos autónomos.
Nomdedéu espera que informes como este ayuden a una futura legislación o a tomar la iniciativa para exigir al Estado nuevas. Algo que, asegura, será posible relativamente pronto con la constitución del Observatorio del Trabajo Decente.