Oscar Tramoyeres: 'Mi trabajo mola mucho, allá donde vas creas buen rollo'

Còmic de cap a peus, des de València Extra només podem intentar transmitir-vos ixa forma d’expressar-se tan peculiar d’un dels grans humoristes valencians

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Óscar Tramoyeres se define a sí mismo con una sola palabra: "normal". Esta humildad es parte de su encanto, y es que es uno de los cómicos valencianos más apreciados en nuestra tierra. Cuenta ya con una larga trayectoria en el mundo del humor. Es gracioso por naturaleza, pero ganar el concurso de monólogos que se celebró en 2002 en su pueblo, Rafelbunyol, fue el detonante. Como él mismo nos cuenta, fue casualidad: "Me apuntaron los amigos, dijeron 'ei, vamos a apuntar a este que es muy gracioso', y a partir de ahí pues mira...". Desde entonces, no ha parado: programas de radio, certámenes, teatros, locales de Frescultura, actos... han sido muchos los lugares, y personas, que han podido disfrutar del humor de Tramoyeres, cuya agenda va en aumento.

Aun así, con la excusa de su actuación en Bioparc abriendo el ciclo de monólogos este 19 de mayo, conseguimos robarle un poquito de su tiempo para saber más de él.

¿Recuerdas cómo conseguiste la primera actuación oficial como cómico?

La primera fue en el concurso de monólogos de mi pueblo, que lo gané y fue la primera vez que cobraba por hacer monólogos. Hicimos un grupito de monologuistas y la regidora del pueblo, como nos había visto, nos preguntó si queríamos actuar en la Casa de Cultura. Y a partir de ahí, ya empezamos con pubs de nuestro pueblo; hubo uno que nos había visto actuar, le habíamos gustado y nos pidió ir a su local una vez al mes. Y así, poco a poco, a los pueblos de al lado iba llegando la onda expansiva del boca a boca, cada vez más grande, hasta que al final me dediqué a hacer esto, como autónomo y todo. He podido dedicarme a mi hobby, a lo que me gustaba.

Tus monólogos conectan mucho con la gente, ¿cómo lo consigues?

Porque hablo de cosas muy cotidianas de la vida. Si empezara a hablar del incremento del IPC en Polonia la gente no se va a enterar, porque no son economistas – yo no lo sé tampoco. Pero si hablo de cosas que nos han pasado a todos, lo mejor es que la gente diga '¡ay, a mí eso me ha pasado!' Entonces, claro, la gente se siente muy identificada porque son temas muy cercanos: como ir a comprar a Mercadona, también hablo de las madres, del embarazo de mi mujer, del verano... Cosas que nos pasan a todos a diario.

Parece que el 'pánico escénico' no existe en tu vocabulario. ¿Has tenido que trabajarlo, o venías así de serie?

oscar-tramoyeres-6De pequeño tenía una vergüenza... Era muy tímido. Lo que pasa es que descubrí ese puntito gracioso, que llamaba la atención y tal... Porque claro, guapo nunca he sido, el cuerpo pues tampoco ha acompañado; entonces cuando descubrí ese rollito, y las chicas me miraban y hablaban conmigo por hacer el graciosillo dije "ah coll..., ¡este es el punto!' (risa) La verdad es que al final, yo creo, la vida te va llevando donde tienes que estar. Eso sí, a partir del 2001 cuando decidí ser monologuista, ahí sí que dije 'Ye, aquí sí que me tengo que preparar, esto no es subir al escenario y ya está". Así que he hecho cursos, clases de expresión corporal, de modulación de voz, he sido actor de doblaje, interpretación... Muchas cosas.

¿Qué es el humor para ti? ¿Cómo lo entiendes?

Como una forma de vida. Yo creo que es una especie de terapia, para olvidar los problemas, no pensar... Simplemente relajarte.

¿Es duro el trabajo de cómico?

Hombre, es duro abrirse un mercado, que la gente te conozca. Es como si fueras un comercial: 'Hola, hago monólogos, toma una tarjeta mía', y la gente '¿Pero tu quién eres?'. El boca a boca es lo que más hace, vas a un sitio y a otro, y por el boca a boca cada vez tienes más faena hasta que al final te puedes dedicar a esto, puedes vivir de esto. Eso sí, mi trabajo mola mucho porque allá donde vas creas buen rollo, la gente se ríe y al acabar te dicen 'me ha gustado mucho'... Eso no pasa en todos los trabajos.

¿Piensas que se valora lo suficiente?

Es una lástima, porque parece que hay dos clases: los monologuistas que salen en la tele, que da igual que pidan 6.000 euros por actuación que a todo el mundo le parece bien; y después está el resto, que vas y dices 'Yo cobro tanto', y te contestan '¿Tanto?'. En definitiva, el cómico que empieza está poco valorado. Cuando empiezas, la gente te pregunta 'Pero ¿que tú no trabajas?' 'Sí, me dedico a esto', 'Ah, pero que no trabajas quieres decir, ¿que no haces nada más?' Se lo toman como si no fuera un trabajo... Y mira que ya lo decía Eugenio: 'El humor es una cosa muy seria'.

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