Me duele España

La reflexió electoral

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Me duele por todas partes de mi cuerpo, me agarrota los músculos y me ahoga los pulmones. Trato de coger aire y liberar el nudo que me aprieta la garganta, pero es imposible.

Estoy desconcertado, inmóvil, sin habla. Quisiera citar a Ortega y Gasset, reformularlo, poder hacer un comentario lúcido y clarificador sobre su frase “lo que nos pasó y nos pasa a los españoles es que no sabemos lo que nos pasa”, pero es imposible, porque no es cierto.

Me siento como un yonki con síndrome de abstinencia, tembloroso, delirante, inválido, incapaz de reaccionar a cualquier estímulo. España es droga dura, y me ha dado sobredosis.

Tengo ganas de llorar, escuchar música, comer helado, ponerme el pijama y ver películas de Garci, de estas que reflejan el patetismo español con tanta gracia que te hacen perdonarlo, sonreír, pensar que tenemos ciertos defectos pero también muchas virtudes que compensan tantos años de inmovilismo. “Nos han confundido mucho con esto de la españolada, hemos sentido vergüenza de muchas cosas nuestras que son maravillosas”, dice Adolfo Marsillach en Sesión Contínua, pero no es cierto, porque no es eso lo que nos da vergüenza.

Sabemos lo que nos pasa, que somos estúpidos por naturaleza. Sabemos lo que nos avergüenza, nuestro servilismo. Nos avergonzamos de nosotros mismos y convivimos con ello porque tenemos pan y circo, fútbol y tele, cervezas muy baratas y opio para todos.

Quisiera encontrar una solución razonable a la situación política de este país, pero es inexplicable. “España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido”, atribuyen a Otto von Bismark. Pues bueno Otto, danos tiempo.

Uno puede ser de izquierdas, de derechas, de centro o totalmente apolítico, lo mismo da. Uno puede discutir si prefiere un sistema centralista o federal, una educación pública o privada, cargar de impuestos al autónomo o a la gran empresa, lo mismo da. Para eso está la democracia y yo no tengo ni puta idea de economía, sociología o teología. Lo realmente indescifrable es como uno puede votar a quien le miente y roba sistemáticamente. ¿Cómo puede uno saber que las almendras le producen sarpullidos y seguir comiéndolas? ¿Por qué motivo una persona con un tiro en el pie prefiere dispararse al otro y seguir arrastrándose, antes de tirar la pistola y tratar de curar su herida?

“El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida”, como la tienen muchos españoles tras estas elecciones.

Sólo cabe esperar, respirar, buscar respuestas, volver a enamorarse de un país que se resiste a ser amado.

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