Mustafi, en declaraciones con el portal Goal.com, ha confesado que su traspaso al Arsenal en el mercado de verano no fue producto solamente del dinero de la transacción, esos 40 millones de euros. Lo que más le llamó la atención fue el proyecto de su entrenador.
Arsène Wenger está ligado a los Gunners hace veinte años. Es parte del club londinense; la afición no concibe el espíritu de su equipo sin que lo dirija, más allá de que su último título de la Premier haya sido en la temporada 2003/2004. Eso justamente es lo que le dio confianza al alemán… y se marchó.
Cuando Sir Alex Ferguson dejó al Manchester United, todos parecían extrañarlo. Le había impreso tal mística a los Red Devils que sería difícil concebirlo sin su presencia. Hoy Mourinho hace lo suyo con Ibrahimovic y Pogba en un equipo que partió mal y sigue intentando recuperarse.
El caso del Valencia
Con estos ejemplos, cabe preguntarse sobre la necesidad de que un entrenador goce de continuidad en un equipo. En enero de 2016, era Neville el que se sentaba en el banquillo blanquinegro. Doce meses después, han pasado cuatro por ese mismo lugar: el inglés, Ayestarán, Prandelli y Voro, una y otra vez.Los que dirigen los hilos del club del Túria deben entender que, si se quiere un proyecto sólido, lo conveniente es mantener al técnico que mejores resultados deportivos consiga y que se sienta más identificado con el club. El de Alcudia, en este sentido, cumple con los requisitos.
Si el Valencia quiere escapar de esa inmediatez que lo ha caracterizado durante las últimas temporadas, lo mejor es reflexionar y seguir el modelo inglés. Si el éxito contra el Espanyol puede prolongarse, vamos allá.