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Se busca capitán para un Valencia destruido

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Los referentes son el núcleo principal de un equipo. En el caso específico de este Valencia, se necesita un capitán que pueda conducir el camino y recomponer un conjunto que tiene que recuperarse de una caída que parece no terminar.

Con el 2016 cerrado, quizás sea el momento de encontrar ese liderazgo. Para ello es necesario mirar hacia el pasado y poner los ojos en aquellos que se pusieron la jineta en los buenos momentos del club. Uno que se retiró el 2013 es la figura principal de este anhelo: Albelda.

David Albelda, nacido en La Pobla Llarga, es decir, en plena tierra valenciana, se situaba en el mediocampo pero gozaba de funciones defensivas. Cuando fue capitán comandó desde ahí, como una torre implacable, junto a Aimar y Baraja que construyeron una zona neurálgica de un plantel que consiguió varios títulos e hizo histórico el escudo valencianista. Eso antes del escándalo de Koeman y la marginación de Angulo y otro ídolo que el club extraña hoy tanto como extraña esos tiempos: Santiago Cañizares.

Pero todo esto pasaba a principios del milenio. Más de diez años después, el capitán es Enzo Pérez. A pesar de ser un jugador importante en la administración del balón, la afición parece no tomarle la confianza suficiente a este mediocentro ofensivo que llegó desde el Benfica. El que empezó su carrera en Godoy Cruz pierde la cabeza constantemente y ha provocado que los árbitros le muestren varias tarjetas en momentos clave.

El argentino tomó la capitanía al inicio de esta temporada, cuando Ayestarán todavía sufría en el banquillo y después de que Dani Parejo la perdiera. Si bien el madrileño trabaja con pasión —ha marcado tres goles en Liga y es el que se encarga de asistir en cada partido—, su figura se empañó cuando intentó partir en el mercado de verano. Nada realmente cuestionable, en todo caso, ya que el equipo venía muy mal hace un par de temporadas y cualquiera que no se sienta parte tiene derecho a marcharse.

Así las cosas, en el Valencia no quedan héroes, ni ídolos, ni Kempes, ni “piojos”. Antes de la derrota contra la Real Sociedad en Anoeta, Prandelli encaró la rueda de prensa con la urgencia de que los jugadores reaccionaran; no quiso decirles nada más ni nada menos a los periodistas. En la guerra, cuando todo comienza a fallar y las trincheras se llenan de granadas enemigas, los grandes caudillos alzan la voz y alientan a sus compañeros para que griten y reaccionen por última vez.

Aunque llegue un entrenador con experiencia y diga lo que todos los valencianos saben, esa voz de mando, esa voz de la trinchera es la que hace falta.