Contenta y orgullosa, así acabé mi primera 10K. Pero no solo era mi primera carrera sino que era la primera vez en vida que corría diez kilómetros y de forma seguida, todo un reto. Neófita en esto del running, empecé a correr más seriamente a partir de agosto, anteriormente en alguna salida esporádica había superado la barrera psicológica de correr algo más de un kilómetro de forma seguida, eso tras años sin practicar ningún tipo de deporte. Sin embargo, y a pesar de que las salidas se fueron espaciando, ya era capaz de correr varias series de unos tres kilómetros y medio de tirón, un total de unos 7 kilómetros por sesión. Todo un récord visto el tiempo que le dedicaba a esta nueva faceta de mi vida.
Así que tras ser retada por Abel Rubira, y sabiendo que seria mi compañero en esta batalla particular, nos inscribimos en la carrera. Acabarla no era un objetivo, era una obligación. Abel 'tiraría' de mi y me animaría hasta llegar a la meta, a ser posible sin parar en ningún momento: ese era el gran reto. Sin casi poder entrenar, debido a la intensa actividad navideña, nos plantamos la semana de la carrera. Salidas en lunes y martes a mi ritmo habitual y una novedad correr al atardecer por la sierra Calderona. Con ese planteamiento, el pequeño entrenamiento previo, muchos ánimos de familiares y amigos y algún consejo por parte de otros runners... llegamos al domingo.
Madrugón y nervios casi a la par, desayuno en condiciones, viaje en metro hasta nuestro destino: la Alameda, punto de salida de la 10K. Un pequeño calentamiento previo y comienza lo bueno. Con el pensamiento puesto en el reto superar mi propio limite y el almuerzo de después. La salida, espectacular. Con mucha gente animando pero, sobre todo, muchos corredores. Todos con la misma ilusión y cara de felicidad, cada uno con su objetivo y reto particular. El primer kilómetro pasó rápido, cogí un ritmo cómodo que casi me llevó sin darme cuenta al segundo kilómetro. Todavía era capaz de hablar con Abel mientras corría. Llegó el tercer kilómetro y el cuarto, auqnue se hacía pesado ya había superado mi barrera de los tres kilómetros y medio de tirada y eso me animó. Llegamos al ecuador de la carrera. Teníamos ya el almuerzo a tiro de piedra pero quedaba lo más duro.
El ritmo bajó tras pasar la pancarta de los 5 kilómetros, cosa que me sirvió un poco para recuperar fuerzas junto con el agua del avituallamiento. El ritmo volvió a subir del sexto al séptimo kilómetro y a partir de ahí el reto se veía cada vez más cerca. Tan solo restaban tres kilómetros para llegar y sería capaz de hacerlo sin parar. Pero los kilómetros empezaban a pesar. Físicamente ya estaba casi hecho pero la mente puede jugar malas pasadas. Menos mal que Abel me animaba dándome conversación y alguna que otra recomendación para recuperar, así no pensaba en parar. Los dos últimos kilómetros fueron eternos. Del octavo al noveno aún el ritmo era decente pero, al contrario de lo que suele pasar, mi último kilómetro no fue ligerito a la meta. Casi fundida pero con el reto en la mano, no podía fallar. La meta estaba a la vista, lejos pero se veía y la promesa del almuerzo y la cervecita me empujó hasta mi primera 10k. Al final reto cumplido: 10k sin parar y una sorpresa en el tiempo: 01:08:03 con una posición general de 10210 y en mi categoría la 1661. No está mal para ser la primera vez y como correr engancha... seguro no será la última.