El Valencia llegó obligado a sumar al estreno de Voro en el Mestalla, un interino que no se ve por primera vez en esta situación. Olvidado Ayestarán, el equipo cargaba con la obligación de levantar sus ánimos y conseguir resultados para no continuar con el infierno vergonzoso del final de la clasificación.
Pellegrino envió al Alavés sin la defensa de cinco tradicional de los últimos partidos. Con una defensa de cuatro jugadores, demostraba que quería ganar sin situarse atrás contra un equipo que sabía tocado por los acontecimientos.
En los primeros 15’ del primer tiempo el conjunto del Túria se vio mucho menos ansioso que en los últimos duelos contra el Betis y el Athletic. Gozaba de la posesión del balón y no dejaba jugar a los del Alavés que, a pesar de su atrevimiento, buscaban el dominio del mediocampo esperando para golpear en el momento justo.
A medida que avanzaban los minutos se veía a los locales perdiendo y recuperando el balón sucesivamente, pero no había peligro en ninguna de las dos áreas. Los vascos son un equipo tranquilo y calculador, pero perdió los estribos a los 28’, cuando Laguardia agarró sin quererlo un centro peligroso e inauguró el marcador con un desafortunado gol en propia puerta.
Nani fue una bomba a punto de explotar en toda la primera parte, mientras Enzo comandaba como un mariscal y Mangala se convertía en un pilar firme que se necesitaba hace tiempo. Con buen funcionamiento y solidaridad entre los jugadores, el equipo mantenía la agresividad que le daba Ayestarán, pero aportaba más inteligencia. Sin embargo, los pupilos de Voro se relajaron y llegó el empate con un cabezazo certero de Toquero antes del final.
El Valencia salió a buscar el partido después del descanso. El entrenador interino hizo entrar a Santi Mina por Rodrigo en una segunda parte mucho más violenta que los primeros 45. Cuando quedaban 25 minutos desapareció el peligro y empezaban a aparecer las sombras sobre el Mestalla, salió un Medrán hiperventilado por Cancelo, que le dio más juego al conjunto che.
Si bien el segundo tiempo tuvo imprecisiones y ansiedad por parte del once valencianista, el equipo seguía mostrando un poco de seguridad ante los de Vitoria. Estos, por su lado, decidieron construir una muralla para aguantar el empate. El Mestalla se desesperaba y alternaba entre el silencio sepulcral y el apoyo a sus colores.
Cuando la cita casi acababa, Bakkali, que entró para cambiar las cosas, recibió una falta en uno de los vértices del área y el árbitro marcó penalti. ¿El encargado? Dani Parejo, un hombre que volvió a ganarse a la afición marcando con un tiro que evidencia su historia y experiencia entre las gradas naranjas. 2-1.
En un partido discreto los blanquinegros demostraron estabilidad y efectividad. Con esto, Diego Alves incluso recibió amarilla tras tardar mucho en un saque; el portero que estuvo a punto de partir no quería sufrir en los últimos minutos.
En la conferencia de prensa, un Voro satisfecho —que también estará en el banquillo la próxima jornada— aseveró que el equipo puede hacerlo mucho mejor y le agradeció sobre todo al 10 valencianista: “Me agradó la decisión y la personalidad de Dani Parejo al tirar el penalti”, confesó.
La afición da la bienvenida a los primeros tres puntos de un Valencia que por fin despierta luego de un letargo que parecía eterno. El plantel y el entrenador solo deben esperar al domingo para sumar contra un Leganés que ayer también celebró tras superar a domicilio al Deportivo La Coruña.