Cultura

Susana Botana: “la escultura en piedra es un arte que está en peligro de extinción”

La escultora, residente en Roca, ha sido seleccionada entre casi 1.000 artistas de todo el mundo y es la única representante española en el Simposio de Tuwai.

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Susana Botana en su taller en el municipio de Roca.

Susana Botana (1984, Madrid), escultora residente en la localidad de Roca, ha logrado destacar a nivel internacional con su arte en piedra. Recientemente, fue seleccionada entre casi 1.000 artistas de todo el mundo para participar en un prestigioso Simposio en Riad, siendo la única representante española en esta edición. Su pasión por la escultura y su técnica única en el trabajo de la piedra la han llevado a recibir múltiples reconocimientos. Hoy, en nuestra entrevista cultural, exploramos más sobre su trayectoria, sus inspiraciones, y los proyectos que la han posicionado como una de las artistas más prometedoras del momento.

¿Cuál fue tu primera motivación para trabajar la piedra?

Cuando empecé Bellas Artes en Madrid, en el transcurso de un año trabajabas con una piedra caliza y un bloque de madera. Me encantó la experiencia. Vengo del mundo del deporte y tengo mucha energía  y me viene bien cansarme. La piedra es un material con el que me sentía a gusto y me cansaba. Era muy lento, me obligaba a calmarme y a pensar cada paso que se daba porque no había marcha atrás. La piedra o te engancha o la odias, no hay término medio. Había gente que abandonaba el bloque sin acabarlo.

¿Cuáles son tus raíces como artista?

De esculturas en piedra, me ha gustado mucho Constantin Brâncuși y Chillida. Luego Oteiza. Esos tres para mí han sido mis referentes. Bárbara Hepworth también aunque la descubrí más tarde, sola. En la carrera nunca me hablaron de esta escultora.

¿La ubicación del taller condiciona a tus obras?

Absolutamente. Al final eres una esponja y todo te afecta. La obra está viva y cambia constantemente. Aquí (en Roca), por ejemplo, es más fácil tener acceso a materiales que me interesan. Por ejemplo, pasear por la playa y encontrarte una madera que te habla como parte de una obra, es un lujo. Para mí, es más inspirador pasear por la playa y las huertas cercanas, que ir a un museo. La naturaleza te muestra pequeños tesoros inesperados como un cráneo de un bicho. Por ejemplo, en Madrid era todo mucho más académico, ir a museos y buscar si algún artista te gustase. Con los años, cuando vas evolucionando cada vez te gustan menos artistas.

Susana Botana, en su taller.

¿Y qué te ha aportado precisamente Roca (tu taller)  para poder desarrollar tus obras?

La luz de aquí es impresionante, la verdad, la luz del Mediterráneo. Por ejemplo, cuando hago las fotos aquí, la luz es más clara, es menos dura. Más que Roca también es Valencia, ahora estoy investigando con piedras de Valencia. Es bonito porque aquí hay materiales que te hablan de la época jurásica y para mí es lo máximo, imagínate el pleistoceno, eso en Madrid no lo he encontrado.

¿En Valencia has encontrado materiales, o sea, piedras que en Madrid, por ejemplo, no hay?

Claro. Y eso te habla también del pasado de la ciudad, luego investigando esta piedra, me di cuenta que todo el suelo de la Lonja de Valencia, está hecho de esta piedra negra. También hay capiteles de varios puentes de la ciudad. Descubres la ciudad por la piedra que hay en el suelo. La piedra te habla de muchas cosas. 

Algunas de las obras de Susana Botana.

¿Qué te transmitió Atenas cuando estuviste allí que es el templo por excelencia de la piedra y la escultura?

Era como estar en casa. Aunque no me transporté al pasado, creo que ellos siguen viviendo anclados a él. De hecho siguen enganchados al pasado, tal vez, eso te lo da la pesadez de la piedra. Te enganchas al pasado y te vuelves un poco piedra. Más que transportarte, creo que entiendes por qué la civilización empezó ahí, en una tierra fértil, con sol. Eso te ayuda a cultivar tu imaginación. Para mi es una locura ver todos los templos de dioses que crearon. 

Recientemente has ganado el premio de escultura Pere Jou del Ayuntamiento de Sitges. ¿Qué ha supuesto para ti ganar este premio y con qué obra te presentaste?

La escultura, se llama “Barco”. Es de piedra de Calatorao, que a veces lo llaman mármol negro porque si lo pules mucho parece mármol. Me pareció muy interesante presentarla allí porque la sala de exposiciones se llama Miramar, y se encuentra frente al mar. Un guiño muy bonito si elegían mi pieza.

La obra tiene forma de un casco de barco, y su superficie exterior tiene óxido, porque por el paso del tiempo se va oxidando. Me gusta pensar como si fuera algo sacado del fondo del mar, que tuviera esa textura. Tiene un agujero abajo del casco,  porque a veces las cosas se rompen y la belleza de la imperfección también es otra línea de mi trabajo.

¿Qué supone este premio de Sitges para ti?

Es un reconocimiento a mi trabajo, un apoyo moral económico, porque la escultura es un arte que está en peligro de extinción, sobre todo la talla en piedra. Hay muy pocas personas que sigamos trabajando en ese lenguaje y supone un impulso para seguir trabajando. Y me hace mucha ilusión que haya ayuntamientos que apuesten por la cultura y por la escultura en piedra.

Y más recientemente ha sido seleccionada entre casi 1000 artistas de todo el mundo para el simposio de escultura de Tuwai. ¿Con qué obra te presentaste y qué vas a hacer allí?

De la pieza no te puedo hablar porque es una propuesta para ellos y no podemos hacerla pública hasta que vayamos allí a producirla. Es una pieza especialmente para ellos, para su parque escultórico. El tema del Simposio era “From then to now” que lo podríamos traducir; como de antes hasta ahora, del pasado hasta ahora. Me encantó el título y mi escultura hace homenaje al inicio de los orígenes del ser humano y del mundo. A la raíz. Es un poco lo que ellos persiguen con la piedra, crear un centro neurálgico de reunión de personas. 

¿Cómo va a ser la experiencia allí en concreto?

Han elegido a 30 escultores y escultoras de todo el mundo. Menos de 10 son de Arabia. Y entre ellos, somos entre 5 y 10 mujeres. Estoy contenta porque voy a conocer a mujeres escultoras en piedra, una de mis grandes ilusiones desde hace tiempo. Mis colegas siempre han sido todos chicos, y no hay ningún problema, pero a veces te sientes muy sola y con muchas dudas. Encontrar a mujeres que tallen piedra es un sueño que por fin se va a hacer realidad. Creo que estar en medio del desierto con bloques de 2 o 3 metros de altura, será una experiencia única.

Estás seleccionada entre muchas candidaturas de todo el mundo y eres la única española..

Tengo mucha presión y también mucha responsabilidad de defender por qué me han elegido. Soy la única española de veintitrés países de todo el mundo. Creo que va a ser un punto de inflexión en mi carrera. Porque no es lo mismo ser reconocido en tu propio país o a nivel local, que a nivel internacional. Sobre todo de cara a las personas.

Sé el potencial que tiene mi obra y por eso la estoy moviendo. Pero que lo vean desde fuera, es muy importante, muy reconfortante. También me da seguridad estar en un marco internacional, muy bien organizado. Hay dos grandes eventos artísticos: uno de luces, que iluminan por toda la ciudad, y el otro es un simposio de escultura. Van a hacer una gran inversión en 30 artistas. Y luego la exposición, del parque escultórico con las treinta obras.

¿Qué es lo que sientes cuando coges una piedra por primera vez?

Pues depende de la piedra, claro… En general, siempre me da paz, es la sensación que prevalece en mí, la piedra me da paz, y lo necesito. La gente dice que mis piedras transmiten paz,  y yo les digo; que es la que no tengo. La piedra te exige ser lenta, no puedes ser muy rápida. Me acuerdo en la facultad cuando había que pintar un cuadro, yo pintaba tres. Yo soy muy rápida, muy rápida…

Video de la artista Susana Botana en uno de los talleres.

La piedra me aporta seguridad, no puedes dudar, y eso te da mucha paz. Estás obligado a ser asertivo, decisivo, todo de lo que yo carezco un poco, creo. Fíjate, me hace mejor persona.. Luego depende de la piedra, porque hay piedras que son más agradables, por ejemplo el alabastro que es blanco y blando es bonito, es fácil para tu ojo. Todo eso me aporta belleza, y en cambio hay otras piedras que son mucho más agresivas, por ejemplo la de Riad es granito, y el granito es mucho más... más ácido.

¿Cómo es el proceso de elaboración?

Pues es diferente, depende de la persona y del marco en el que estés. Por ejemplo, cuando trabajo en mi taller soy bastante anárquica, no sigo el ritmo académico preestablecido. Normalmente, el orden habitual es coger un bloque, pensar una idea que quieras hacer, y llevarla a cabo desde el 1 al 10 , o del 1 al 4. El 1 sería desbastar a tope, que sería con el disco de radial, luego con dremel o con una máquina más pequeña o con discos más pequeños de radial, y finalmente lijar o pulir. El proceso es quitar. Es sustractivo, no es como el barro que vas añadiendo.

¿Y cómo es tu proceso en concreto?

Por mi carácter, o por mí manera de trabajar, me gusta mucho coger piedras irregulares. Si puede ser del campo o de canteras, mejor, que sean irregulares para aprovechar alguna grieta o agujero. Si la piedra tiene algún plano o algún dibujo, ahí empieza todo. En ese momento, me dejo llevar y empiezo a trabajar. Me gusta mucho la irregularidad. Ahí siento que el dibujo nace a partir de algo.

¿Crees que con tu pequeño granito de arena, con estos premios, estás aportando un poco de luz en el camino para futuras nuevas generaciones?

Muchísimo. Soy profesora y creo que la única forma de podernos desarrollar es el ejemplo. Y en ese sentido, yo no lo he tenido nada fácil. No conozco a ninguna mujer mayor que yo que me pudiera enseñar la talla de piedra. Sólo conocí a una mujer muy anciana de León, Castorina. Cuando vio mi piedra “Barco” (la obra premiada en Sitges) se puso a llorar. Después nos conocimos un poco más, me invitó a su casa y charlamos. Pero a mis 40 años sólo he conocido a una.

Lo que me gustaría hacer después del Simposio de Riad es documentarlo y difundirlo en escuelas de arte. Estoy hablando con algunos profesores de Barcelona, también me encantaría difundirlo en Valencia y en Madrid. Y me encantaría que en los departamentos de escultura, las alumnas vieran una escultora. Tengo muchísimas ganas. Fíjate, si algo me motiva a ir a Riad es enseñar a niñas, adolescentes y mujeres a que pueden tallar en piedra. De hecho, en la residencia del Valle del Hecho, en Pirineo,  todas las que se apuntaron a mi taller de piedra fueron niñas y me encantó. Por mi fisionomía y carácter no trabajo igual que un hombre, y eso lo hace todavía más potente. Cada persona trabaja diferente la piedra.  

¿Qué mensaje te gustaría trasladar a las nuevas generaciones que están comenzando y se puedan decantar por la escultura? 

Que crean en ellas mismas y que no hagan ni caso a lo que les digan, es la verdad, es la única forma. Espero que no lo tengan tan complicado. Mi esperanza es que no tengan que pasar por ciertas cosas que yo he tenido que pasar. Pero si es su pasión, van a seguir. Para mí la piedra lo es todo, me ha sostenido y me sigue sosteniendo, en los mejores y peores momentos. 

Tampoco tienes la respuesta. No es algo que se elija, creo que es ella la que te elige a ti. Porque he intentado hacer otras cosas y no he podido escapar. Espero que tengan fuerza de voluntad, y si no les apetece hacerlo, tampoco pasa nada. Creo que también hay momentos para descansar y que la escultura es un poco como el deporte de alto rendimiento, es casi tan importante entrenar como comer y dormir. Hay algo parecido en la escultura, también tienes que descansar y comer muy bien para luego crear. Y si hay una época que no puedes trabajar, pues no lo hagas. Esos complejos hay que quitárselos.