'Sold out' en los dos conciertos que la Orquesta de València y su director titular Alexander Liebreich realizarán este viernes y sábado en la Sala Iturbi a las 19:30 horas para cerrar la temporada 2023/24. Y es que tanto los célebres Carmina Burana de Carl Orff como el Concierto de Aranjuez del maestro Joaquín Rodrigo han despertado una gran expectación desde el inicio del curso.
El director del Palau, Vicente Llimerá, ha querido destacar que “concluye nuestra actual temporada de la misma manera que empezó, con la Orquesta de València y el maestro Liebreich llenando la Sala Iturbi, y demostrando a lo largo de todo el curso la fidelidad de nuestro público con su orquesta y con nuestra programación”. En este sentido, Llimerá ha añadido que “no es nada fácil colgar el cartel de “no hay billetes” dos días seguidos, en un mes como el de junio y en una sala de la alta capacidad de la Sala Iturbi, de manera que no podemos estar más satisfechos”.
Mañana viernes y el sábado, el público podrá disfrutar de la obertura La capricciosa corretta de Vicente Martín y Soler, para después escuchar el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, que será interpretado por la guitarrista Ana Vidovic. La partitura, profundamente melódica y tan célebre universalmente por su Adagio, se sitúa como la obra más reproducida de la historia de la música occidental.
Concluirá el programa con los Carmina Burana de Carl Orff, en los que intervendrán también la soprano Sara Blanch, el tenor Joaquín Asiáin, el barítono André Baleiro, la Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados y el Orfeón Pamplonés. Se trata de una cantata escénica de 1937, que reúne canciones en latín, alemán y francés antiguo y en las que la declamación de los textos tiene un papel muy importante. La exaltación de la primavera, la naturaleza y la alegría de vivir conviven con los placeres mundanos, introduciendo al oyente en una especie de encantamiento ritual.
En el concierto extraordinario del sábado, habrá un único cambio, ya que se interpretará el célebre “Bolero” de Ravel en lugar de la obra de Martín y Soler. En esta partitura, el compositor francés realiza un magistral repaso de los diferentes instrumentos de la orquesta y su sonoridad, para culminar en un espectacular gran crescendo que siempre suscita fascinación. Desde su estreno en 1928, se ha convertido en una de las obras más célebres y difundidas del mundo.