Ignacio Fornes, o Nach, comenzó su carrera musical en los noventa. En una época en que la generación X evitaba cualquier compromiso, este alicantino nacido en Albacete empezó a hilar palabras con bases y beatbox y se convirtió en uno de los referentes más importantes del rap en español. Sus creaciones narraban historias de amor y criticaban a una sociedad sumida en una caída libre que ahora presenciamos.
Conocido desde España hasta México y desde México a Chile, el rapero que en el 2003 deslumbró con Poesía difusa y canciones como “Desafío” y “Amor libre”, acompañado (feat) de la rapera Shuga Wuga, nunca cesó en su producción.
En 2005, cuando prefirió llamarse solo Nach, lanzó Ars Magna y desde ese momento siguió su camino con un promedio de discos cada dos años. Una delicia musical para sus fans.
En este momento el cantante —ahora también escritor— está de gira por ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia para presentar su primer libro de poesía, Hambriento. El poemario recopila un conjunto de poemas que recuerdan a la música del alicantino pero a algo más allá, algo que solo se puede decir en versos sobre el papel.
En València Extra conversamos en exclusiva con el artista.
Eres un MC que estudió Sociología. ¿De qué forma tu carrera incide en tu obra poética y musical?
Lo mismo que me hizo MC es la misma inquietud que me movió a estudiar Sociología. Yo creo que siempre me he sentido atraído, fascinado por la complejidad de la sociedad a muchos niveles, y yo creo que esa faceta que era investigar y ver, que es la que me llevó a estudiar Sociología en la Universidad, también artísticamente se ha reflejado en querer, buscando, buscando, viendo un poco las capas de cómo sucede la sociedad y cómo nos comportamos.
Miguel de Unamuno, Kavafis e incluso Eurípides son autores de los epígrafes de tu poemario. ¿Detectas alguna influencia de ellos en tu creación? ¿Cuál?
No sé decirte qué influencia… Claro que me influencian porque desde hace años leo determinados autores, y elijo todo eso que me puede aportar de lo que ellos me dan, a nivel humano.
Tanto Cavafis como entonces la generación del 27, autores como Jaime Gil de Biedma y Ángel González, y gente más joven. Hay gente muy joven haciendo poesía, Sara Buho, Javier Vela, Sara Gallardo, incluso gente alternativa como Ajo, como Betania, hay un montón que sigo y leo y me marcan de determinada manera, y eso se plasma en mi forma de escribir.
Nach creció con Titó, Lírico y Arma Blanca. ¿Piensas que el rap en español es distinto al que viviste en esa época?
Hoy en día hay muchísimas ramas, hay muchísima gente haciendo cosas mucho más diferentes. Los tiempos han cambiado en cuanto a que la gente más joven percibe lo que viene de EEUU, y nosotros percibíamos un rap de denuncia, más social, con menos medios y con mucha más intención.
Hoy en día prima lo tecnológico, lo digital, los efectos, todos los materiales a niveles musicales, mucho más moderno. En nuestra época era todo más básico y eso lo mantenía puro. Hay mucha más información, mucho más impacto, son tiempos diferentes.
Como el huevo y la gallina, ¿qué fue primero? ¿La poesía o el rap?
Para mí fue el rap… Pero depende, porque si vamos a mi infancia más tierna, fue mi madre la que me recitaba poesía, refranes, escenas de teatro, porque ella trabajó en el bar del teatro durante toda su juventud. Y eso fue mi primera incursión para darme cuenta que con las palabras se podían hacer cosas increíbles. Pero luego fue el rap el que me metió en esa actitud artística de poder creer.