En la España oficialmente feliz de los años 60, la de Alfredo Landa, la del seiscientos... las teorías críticas distaban mucho de ser aceptadas. Eran años en los que el exilio era una opción y París uno de los destinos.
En 1961, cinco exiliados políticos que huyeron de una España reprimida por el régimen franquista, fundan en París Éditions Ruedo Ibérico. Nicolás Sánchez-Albornoz, que era activista de izquierdas; Ramón Viladás, vinculado al nacionalismo catalán; Vicente Girbau, que militaba en Agrupación Socialista Universitaria; Elena Romo, que era comunista; y José Martínez Guerricabeitia, que era anarquista. Una editorial impulsada por un grupo de españoles en el exilio, pero orientada a los lectores de este lado de los Pirineos. Un deseo nacido sobre ocho ruedas, las de los coches que tuvieron que vender dos de sus fundadores para sacar adelante el proyecto.
Ruedo Ibérico consiguió, durante dos décadas, que la historia más reciente de España fuera contada desde una perspectiva ajena a la censura de la dictadura. Un puente de diálogo entre la oposición en el exilio y la que permanecía en España, entre la cultura silenciada y la perseguida.
Entre 1962 y 1982 se llegaron a publicar más de 150 libros y una revista de muy notable calidad, Cuadernos de Ruedo Ibérico, en la que se trataron temas políticos, económicos y sociales, junto a algunos textos literarios, en 62 números.
Muchos fueron los colaboradores que participaron a lo largo de la historia de la editorial. Manuel Castells, Joaquín Leguina, Pascual Maragall... aportaron su firma, y unos jóvenes Manolo Miralles, Antonio Saura, José Ortega, Ricardo Zamorano o José María Gorriz aportaron su calidad estética a la revista, fruto de la amistad que mantenían con Antonio Pérez, uno de los impulsores más destacados de aquella gran iniciativa y uno de los grandes nombres del conjunto de la cultura antifranquista.
La exposición ‘Ruedo Ibérico. Un exili intel·lectual en temps del franquisme’ presenta en el MuVIM una recopilación de fondos de la biblioteca y el archivo de la Fundación Antonio Pérez, de Cuenca, en la que figuran las publicaciones de la editorial Ruedo Ibérico, los Cuadernos y algunos documentos originales que, durante años, Antonio fue atesorando; así como una selección de pinturas, dibujos y grabados de los fondos de la colección permanente de algunos de aquellos artistas que participaron dando un enfoque artístico diferente a una editorial que supuso un desafío crítico a la represión intelectual que se vivía en España.
La inauguración de la muestra tendrá lugar esta misma tarde a las 20:00 horas, con la asistencia de los presidentes de la Diputació de València, Toni Gaspar, y la de Cuenca, Álvaro Martínez Chana.
Como acto previo, a las 18.30 horas, Antonio Cazorla ofrecerá la conferencia ‘Las miserias del milagro’, que también aborda la cara oculta de la España oficialmente feliz de los años 60. Ello se añade a la exposición ‘¿25 años de paz?’, que desde el 26 de abril se puede visitar el museo dependiente de la Diputación.
“Esta exposición que presenta el MuVIM consolida y acrecienta una relación que se inició el pasado año con la itinerancia de tres exposiciones del MuVIM en espacios de la Fundación Antonio Pérez de la Diputación de Cuenca. Una colaboración fructífera entre instituciones que, en atención a la colaboración de la corporación provincial conquense, nos permite ahora complementar la exposición de ‘¿25 años de paz?’ con unas obras que no habrían sido posibles en la España de esos años”, ha señalado Gloria Tello, diputada del MuVIM.
“Una muestra con la que revelar, en contraste con la España oficialista que podemos ver en ‘¿25 años de paz?’, la libertad de movimiento y de expresión que el exilio o el anonimato proporcionaba a sus colaboradores”, señala Rafael Company, director del MuVIM. Este señala, sin embargo, que las identidades anónimas proporcionadas por Ruedo ibérico a determinados autores no fueron suficiente, en ocasiones, para que aquellos evitaran la cárcel en España.
Años convulsos que se traducen en obras “en las que se percibe tristeza, con predominio del blanco, del gris y del negro”, indica el jefe de exposiciones del museo, Amador Griñó, para quien estas imágenes “comunicaban un discurso, un ansia de libertad, refugiándose en las vanguardias, lejos de las formas comerciales que, por contraste, se utilizaron en la campaña de los 25 años de paz”.
Jesús Carrascosa, director de la Fundación Antonio Pérez, ha querido destacar en su intervención en rueda de prensa “la profunda amistad que unía a Antonio Pérez con los artistas firmantes del manifiesto de El Paso (Antonio Saura, Manuel Millares...) y que se tradujo en su participación en Ruedo Ibérico. Fruto de esta amistad es la exposición que se inaugura hoy en el MuVIM, y es que Antonio siempre ha estado rodeado de grandes artistas, haciendo de la suya una colección surgida desde el conocimiento, la pasión, el amor por el arte y la libertad”.
Hasta 1977, la editorial publicó desde su sede en París, y posteriormente, ya en democracia, se trasladó a Barcelona, donde desarrolló su actividad hasta 1982. Una etapa difícil, tanto por la situación económica de la editorial, como por la pérdida de su identidad y su función en el contexto político de la Transición Española.
“Un esfuerzo para que en España también ocurriesen cosas y construir un relato diferente del actual, que es necesario recordar hoy”, concluye Jesús Carrascosa, quien ha agradecido al museo de la Diputación de València la posibilidad de tener presencia en una muestra tan necesaria.