Cultura

El Museo de Bellas Artes de València crea un espacio con la obra escultórica de Ricardo Boix

El Museo acaba de recibir en donación un retrato escultórico que enriquece la colección de esculturas de Boix que conserva la institución

1 minuto

El director del Museo de Bellas Artes de València, Pablo González Tornel

El Museo de Bellas Artes de València ha recibido en donación el 'Retrato de José Ferrer Mangrina', escultura en yeso patinado realizada en 1926 por Ricardo Boix Oviedo (València, 1904-1994), el escultor 'déco' valenciano por excelencia y el que mejor simboliza la transición hacia la modernidad de la escultura valenciana de las primeras décadas del siglo XX.

La obra, un retrato escultórico de busto de Ferrer Mangrina, amigo personal del escultor, ha sido donada por María Teresa y Juan José Ferrer González, nietos ambos del retratado, cuyo rostro se representa de manera realista, minuciosa en los detalles que singularizan sus rasgos. El cabello, por el contrario, se resuelve a modo de mechones irregulares, asimétricos, casi fantásticos, muy en la línea del 'art déco'. Es esta dualidad, entre el realismo del rostro y la imaginación del cabello, la que hace especialmente atractivo este retrato que, sin duda y pese a la austeridad del material, se convertirá en una de las obras más significativas del Bellas Artes.

José Ferrer Mangrina (València, 1901-1964), practicante de profesión, frecuentó los círculos intelectuales y artísticos de la ciudad, donde fraguó una gran amistad tanto con Ricardo Boix como con su hermano Arturo, también artista. Asiduo a las tertulias del Café Gran Peña y el Ateneo, fue miembro del partido Izquierda Republicana y de la Agrupación Valencianista Republicana. En 1939, José Ferrer fue uno de los últimos exiliados que embarcó en el buque 'Stanbrook' en el puerto de Alicante rumbo a un largo exilio en el norte de África, de donde regresó a España en 1950.

A raíz de esta donación, el Bellas Artes ha creado un espacio en su colección permanente dedicado a Ricardo Boix que resitúa la producción de uno de los escultores más relevantes de la primera mitad del siglo XX. El busto de Ferrer Mangrina está acompañado de tres esculturas más de Boix que ya poseía el Museo: 'Arqueros', 'República española' y 'Sindicato', relieves de fuerte contenido político y social en los que demuestra una perfecta simbiosis entre forma y significado.

El director del Museo de Bellas Artes de València, Pablo González Tornel, ha señalado que "la generosidad de los descendientes de José Ferrer Mangrina ha posibilitado que, junto a las tres piezas que el Museo ya poseía, se cree en la institución un espacio dedicado al escultor Ricardo Boix". Igualmente, ha afirmado que "con esta intervención, el Museo recupera a uno de los artistas más destacados de la València del siglo XX, con una sensibilidad muy particular y unas conexiones con el 'art déco' que hacen de su obra escultórica una de las más significativas de la centuria" .

Además, González Tornel ha subrayado que "tan importante como recuperar al magnífico escultor que fue Boix, resulta reivindicar la memoria de José Ferrer, uno de los exiliados que embarcó en 1939 en el buque 'Stanbrook'".

En la presentación de este nuevo espacio, el director del Museo, Pablo González Tornel, ha estado acompañado por Marisa Ferrer Hurtado, hija de José Ferrer, María Teresa Ferrer González y Juan José Ferrer González, sus nietos y donantes del busto que retrata a su abuelo, así como por Kharis Boix, hija del escultor Ricardo Boix.

Ricardo Boix

El joven Boix recibió el primer aprendizaje artístico de su hermano Arturo y después en el taller de Eugenio Carbonell. Ya entonces, y más tarde con su viaje a París en 1930, su lenguaje se orientó hacia la estética 'art déco' dando lugar a piezas de una enorme delicadeza y originalidad. Con compañeros brillantes como Antonio Ballester Vilaseca o Rafael Pérez Contel, Ricardo Boix protagonizó una renovación de la escultura valenciana que fue truncada por la Guerra Civil y el posterior régimen dictatorial.

Fue un hábil fisonomista que supo insuflar a la materia inerte la vida que se escondía tras los ojos de las personas a las que retrató, como lo demuestra el busto que ha sido donado al Museo, que enriquece la colección de obras de Boix presentes en sus colecciones.