Joan Bofarull estudia el fenómeno de las muixerangues valencianas en un nuevo libro publicado por Oleada Ediciones. Las reconocidas muixerangues de Algemesí, las manifestaciones tradicionales de torres humanas en l'Alcúdia, Titaguas, Peñíscola y Forcall, las nuevas muixerangues y los "pals de pollastre" son las expresiones de cultura popular recogidas en una obra eminentemente visual con más de cien-cincuenta imágenes.
El hecho de levantar torres humanas está muy presente en la tradición festiva valenciana. Mirando de tocar el cielo, durante años, e incluso siglos, se ha mantenido este elemento de la cultura popular en varias poblaciones del país, donde han recibido varias denominaciones: negrets, mojiganga, varillas, dansants… y especialmente muixeranga. Con la intención de conocer y de analizar todas estas manifestaciones que recorren el país de punta a punta, Joan Bofarull estrena el libro “Las muixerangues valencianas”, editado por Oleada, y que ve la luz a pocos días de la cita muixeranguera más conocida: la Virgen María de la Salud de Algemesí.Las muixerangues tradicionales
Y es que la localidad de la Ribera Alta es la referencia en cuanto a la celebración de muixerangues, donde forma parte de las procesiones en honor de la patrona, con una historia que se remonta, al menos, desde el siglo XVIII. Pero no será hasta finales del siglo pasado cuando se formaron las pandillas organizadas: la Muixeranga de Algemesí, de azul, rojo y blanco, primero; y la Nueva Muixeranga, de verde, rojo y blanco, posteriormente. Son centenares de personas que se han integrado en estas dos asociaciones que han impulsado esta celebración como una de las más reconocidas y características del folclore valenciano, tanto dentro de cómo fuera del país.
L'Alcúdia, Titaguas, Peñíscola y Forcall también han conservado sus torres humanas a través del paso del tiempo. A cada lugar cambia el nombre, las músicas, los uniformes y las figuras que ejecutan los dansants, pero al final, como apunta Bofarull, a todas ellas los une un tronco común a partir del cual se ha evolucionado de forma divergente, y que atesoran “un valor incuestionable porque han mantenido los vestidos, la música, las coreografías y las construcciones humanas de generación en generación”.
Las nuevas muixerangues
El peso y la relevancia de la muixeranga de Algemesí ha comportado que este término sea el escogido para designar las pandillas de nueva creación, que, como una mancha de aceite, se extienden por todo el territorio. La obra repasa las iniciativas que en los últimos tiempos han surgido a una veintena de localidades y comarcas, como por ejemplo Alzira, Picanya, L'Olleria, la Safor, Sueca, Carcaixent, Valencia, Pego, Cullera, Camp de Morvedre, Camp de Túria, Vinaròs, Alicante, Castelló, Carlet, Torrente o Monòver. En algunos casos se han consolidado totalmente dentro de la cultura festiva local, mientras que otros están en proceso de crecimiento o bien no han tenido continuidad. Aún así, el estallido de las muixerangues en el país es un fenómeno en pleno auge y que augura la aparición de más pandillas a lo largo del País Valenciano.
Los palos de pollo
Joan Bofarull también se fija en el que se ha denominado como "los palos de pollo", torres humanas que se cargaban en el marco de las fiestas locales, de manera improvisada, hechas por la gente del pueblo y para el pueblo. Tradicionalmente, el objetivo era coger el pollo que sería la comida de la fiesta, de aquí el apelativo. A día de hoy, las podemos ver en Almoines, Polinyà, Chiva, Calles, Domeño y la Salzadella.
Una reflexión sobre la muixeranga
Más allá de enumerar las manifestaciones festivas que hay por el territorio, “Las muixerangues valencianas” es también una reflexión sobre este elemento popular, sobre el modelo asociativo que impulsan y representan las pandillas (la seguridad, la participación de las mujeres, la importancia del colectivo), o sobre los valores humanos y sociales que muestra la muixeranga. “Está formada por gente de los dos sexos y de diferentes edades y clases sociales, por lo tanto, uno de sus valores es la igualdad de derechos. Incluso algunos inmigrantes son muixeranguers, porque la muixeranga es integradora. El trabajo en equipo y la cooperación también son valores muixeranguers. Pero no todo el mundo tiene el mismo protagonismo: en las figuras más difíciles suben los que han entrenado más. Por lo tanto, los muixeranguers se clasifican según sus méritos personales, de esto se dice meritocracia. Los valores de la muixeranga (igualdad, participación, libertad, cooperación, etc.) son los de la democracia”, apunta Joan Bofarull.