¿Nos estamos deshumanizando? ¿Qué líneas rojas debe haber en el proceso de creación? ¿Todo vale? ¿Qué significa el compromiso? Son algunas de las preguntas que se pondrán sobre la mesa en ‘La seqüència’, la nueva propuesta de Triangle Teatre que este 23 de enero se estrena en Teatre El Musical (TEM). Una obra en formato íntimo en la que Borja López Collado suma a su faceta de director la de intérprete, junto a María Almudéver. Hablamos con López Collado para conocer esta adaptación escénica que situará al público en un conflicto durante un ensayo.
El 23 estrenáis. ¿Cómo ha sido el proceso creativo?
Parte de una adaptación teatral de una película de Frances Cuéllar, ‘Jusqu’ici, tout va’. Me percaté y me dio mucha curiosidad porque existían muchos paralelismos. Desde el principio vi que era una propuesta, que a pesar de ser cine, era muy teatral, tenía una sencillez escénica que me llamaba la atención. Se planteaban muchas dinámicas de paralelismo entre los personajes en la película, que juegan con una especie de autobiografía que está entre dos aguas. Sabes que hay muchas cosas, de alguna manera, que pueden influenciar, que son reales, pero hay otras que no. Los personajes juegan un poco a esta especie de pseudo-engaño. Tuve una entrevista justamente con María Almudéver, que actualmente es la presidenta del Sindicato de Actores y Actrices, y me subrayó mucho este paralelismo que yo veía con la conversación que tenían Francesc y Lola Marcel en la película original y lo que a mí me acababa de suceder con María en cómo abordamos ciertos temas en la profesión. Ahí fue cuando vi que era muy interesante llevarlo a nuestro terreno, jugarlo también desde los perfiles de María Almudéver como actriz y su trayectoria, y Borja López Collado como productor, director, actor y su trayectoria.
¿Qué temas toca la obra?
En medio de un rodaje, una actriz decide que no hará una escena de desnudo prevista en el rodaje. Esto es lo que desencadena, toda la obra, que es un alegato bastante humanista sobre el arte, la ética dentro del trabajo, los compromisos y la falta de compromiso, el “si todo vale”, si hay que plantar líneas rojas, si no hay que plantarlas, el por qué nos dedicamos a esto… Estamos a una semana de estrenar y me interesa muchísimo, más allá de lo que es el tema y lo que es lo que es el texto en sí, la relación de los personajes, cómo se van quitando muchas capas.
Pero no se trata de un #metoo, ¿verdad?
Creo que no conviene encasillarlo en una cosa tan concreta como el #metoo. El otro día lo hablaba con un compañero. En la obra una mujer está hablando de que no va a hacer un desnudo y expone el por qué, que es el fondo de la cuestión. Evidentemente en el mundo del arte y del cine y del teatro estamos más expuestos, por eso quizá hay que hacer un trabajo más hondo. Habla de esto pero también se puede extrapolar a otros contextos sociales, especialmente a lo laboral, porque nos sitúa en todas las cuestiones que engloba un sistema capitalista como en el que vivimos, hasta el punto de plantearnos si nos estamos deshumanizando.
Precisamente vosotros dos dais nombre también a los personajes. ¿Hasta qué punto estáis presentes?
Sí, esto lo planteamos desde el principio, jugamos a lo mismo que juega Francesc Cuéllar en la película original. Se nombran por sus nombres reales. Yo le propuse a María Almudéver que jugáramos con algunos detalles de autobiografía, porque el texto original ya los planteaba, y aunque es verdad que hay cosas que efectivamente se han adaptado a nuestro terreno,hay muchas otras que realmente descarté, porque me parecía que no era tan importante hacer un guiño concreto hacia una parte biográfica de nuestra trayectoria o de nuestros líos laborales, como el conflicto en sí.
¿Cómo valoras el equipo artístico?
Hemos trabajado con un formato mucho más pequeño respecto al original, para que sea más cercano e íntimo. Para mí la apuesta más grande de la obra es que es totalmente actoral. Y para esto consideramos que era oportuno que fuera una propuesta escénica más de proximidad, con el público sentado en el escenario.
¿Por qué este formato?
Cada historia necesita ser contada de una manera, son decisiones y son apuestas dramatúrgicas. Vemos muchos festivales en la ciudad de Valencia que son en espacios no convencionales, donde no trabajamos una disposición escénica italiana, sino que podemos entrar dentro de una casa, dentro de un taller, dentro de cualquier otro espacio y contarlo. Esto, evidentemente, facilita una cuestión de logística económica y de experiencia teatral. Al final, yo creo que es una cuestión de narrativas y de decisiones dramatúrgicas. EN este caso, vimos que se podía ofrecer esta oportunidad y por eso lo planteamos así, es un valor añadido el poder contarlo de esta manera tan íntima.
¿Por qué no podemos perdernos ‘La seqüència’?
Porque pone en escena cuestiones que están presentes en el día a día. Como consumidor de teatro no comprendo las obras en las que hay historias anacrónicas, pero en este caso hay una interpelación continua a estos temas que nos afectan cada día. Yo creo que esto es lo más importante. Al público se le invita a esta reflexión sobre su propia mirada. Es terapéutica.