La realizadora norteamericana Sofia Coppola lleva a cabo un elegante remake de "El seductor" (1971, Don Siegel), a partir de una novela de Thomas Cullinan. Esta historia revisitada está ambientada en un internado de mujeres del Sur de los Estados Unidos que acoge a un soldado yanqui herido, el caporal McBurney (Colin Farrell), durante la Guerra de Secesión Americana.
Esta pensión exclusiva para chicas del estado de Virginia, en baja ocupación en 1864, puesto que nos encuentramos inmersos en medio de la guerra, está gobernado por la solterona Miss Martha (Nicole Kidman) y, entre las internas, de todas las edades, encontramos chicas como Alicia (Elle Fanning), que vivirá su despertar sexual, o jóvenes como Edwina (Kirsten Dunst), la joven romántica.
Cuidado y curado de una herida en la pierna, el hombre acogido tendría que abandonar la mansión una vez se recupere de las heridas, pero su estancia desvela bien pronto la sensualidad sepultada de las mujeres, desatando la excitación entre algunas de ellas. Un clima de deseo carnal se acaba apoderando del lugar, propiciando la transformación de las chicas, en que el hombre se ve rodeado de atenciones, como una presa codiciada. Mientras que el hombre, consciente de su reclamo, se presta al masculino juego de la seducción y el flirteo.
El espacio recluido y aislado en el cual conviven estas chicas, jóvenes y mujeres, es una nueva plasmación de un universo femenino, un mundo por el cual Sofia Coppola siempre ha mostrado una especial predilección, constatable desde "Las vírgenes suicidas" (1999). Pero este paraíso de los sentidos acontecerá después el infierno de McBurney, en una inflexión en el relato sencillamente antológico. Cuando McBurney cae por las escaleras y se rompe la pierna, la directora, ante el clima enrarecido que se ha esparcido por la mansión por culpa de los celos y los deseos reprimidos de las pupilas, toma la decisión de amputarle la extremidad inferior.
El hombre se transforma entonces en una fiera salvaje, absolutamente trastornado, desproveído de la pierna ahora es un ser desfavorecido. Una amputación que opera, en realidad, como una castración, cortando de pura cepa los impulsos sexuales y amatorios. Conviene destacar también dos escenas cargadas de sentido, dos comidas separadas por unos días en que las anfitrionas halagan al imprevisto huésped, pero con intencionalidades dispares.
Coppola no inventa nada en "La seducción", tampoco llena de voluoptosidad o erotismo este mundo hermético de mujeres de secretos inconfesables, y sabe mantener los impulsos en el ámbito de la sutileza. También sabe darle un toque particular a través de una aura vaporosa, creando una atmósfera de limbos, fuera del mundo, bañado todo ello en la idea de encapsular y la insularidad, perdido en el tiempo.
Un film que, todo y su austeridad, parece cuidado en todo detalle, predominando en todo momento un tacto distinguido. Bastantes motivos por los que la realizadora Sofia Coppola consiguiera un valioso Premio a la Mejor Dirección en el pasado 70é Festival de Cannes.