Prácticamente todas las series ambientadas en la actualidad recurren a la tecnología en sus tramas. Es imposible entender la ansiedad por casarse de Ted en How I Met Your Mother sin esos momentos en los que está embobado con el móvil esperando un mensaje o una llamada. ¿Conoceríamos a los padres de Raj en The Big Bang Theory si no fuera por Skype?
Black Mirror va mucho más allá y la comedia no ocupa ni un espacio en sus historias. Más bien es el drama, en todas sus dimensiones, el núcleo de esta serie estrenada en diciembre de 2011 que solamente tuvo tres capítulos en su primera y segunda temporada y que hoy se ha popularizado en su última temporada.
Entre políticos chantajeados para humillarse en vivo, reality shows vejatorios y sistemas operativos instalados en el globo ocular que administran los recuerdos y aspiraciones, los relatos son capaces de provocar la confusión del espectador ante la realidad desplegada en la pantalla, escalofriantemente parecida a la nuestra.
Hace poco Netflix adoptó esta producción británica que en octubre estrenó nueva temporada. La plataforma lanzó los seis capítulos de una sola vez, como acostumbra a hacer con producciones como Orange is the New Black, y si bien esta vez los escenarios y las situaciones son más suaves, no dejan de ser impactantes cuando relacionan la mente humana y las no tan nuevas tecnologías cotidianas.
El primer capítulo incursiona en el hipnótico mundo de los pulgares arriba, las fotografías en Instagram y la reputación en línea, una realidad que vivimos todos los días y que sin percatarnos deja secuelas psicológicas y sociales difíciles de eludir. En “Playtest”, otro ejemplo, el espectador explora hasta qué punto se puede soportar un videojuego de realidad virtual cuando este tiene como objetivo escarbar en tus miedos profundos.
Black Mirror es una serie que goza de buena salud porque sus temas son actuales y atañen a todo aquel que use Internet o necesite de un ordenador o un móvil para trabajar o comunicarse con sus seres más queridos. Una obra de arte moderna que a nadie deja indiferente.