Cultura

“Si alguien va a la exposición pensando que ensalzamos la polémica de Picasso como maltratador saldrá muy decepcionado”

Entrevista a Fernando Castro, uno de los comisarios de la muestra “Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline" de la Fundacin Bancaja

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(De izquerda a derecha): Rafael Alcón, presidente de la Fundación Bancaja; y Laura Campos y Fernando Castro, comisarios de la exposición “Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline”

Fernando Castro Flórez (Plasencia, 1964) aterriza de nuevo en València como comisario, junto a Laura Campos, de la exposición “Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline" que estará en la Fundación Bancaja hasta marzo de 2025. Un recorrido por una de las etapas más prolíficos del artista malagueño Pablo Picasso y que, además, coincidió con sus últimos años de vida, en las que su mujer y musa, Jacqueline Roque, era protagonista de la mayor parte de su obra.

Además de crítico artístico en diversas publicaciones escritas y literarias, su labor se como profesor universitario y escritor se transforma en una tarea de divulgación en los vídeos que sube a su canal de Youtube. Unas piezas audiovisuales en las que a través de la "crítica móvil" muestra desde recorridos explicados por exposiciones en recintos culturales, hasta alusiones al arte que se puede ver a pie de calle. 

¿Cuándo se empezó a gestar esta exposición?

Empezamos en 2022 cuando se estaban celebrando los 50 años del fallecimiento de Picasso. En ese momento, empezamos a darle vueltas a volver a hacer una exposición de Picasso en Bancaja, ya que la anterior era una que yo mismo hice en 2019. Queríamos hacer una exposición que permitiera una lectura de los fondos de la Fundación Bancaja y que incluye tanto cuadros, como dibujos y también otros materiales.

Entre enero y febrero de este año fue cuando empezamos ya a hablar de esta línea y apareció la posibilidad de hacer una exposición que girara en torno a Jacqueline. Entonces, en el previo llevamos trabajando bastante tiempo, casi dos años, y en lo que es la exposición todo este año 2024. Hemos estado Laura Campos y yo como comisarios y, por mi parte, he disfrutado mucho del proyecto.

La muestra incluye obras del Reina Sofía, del Museo Picasso de Málaga, de la Fundación ABANCA. ¿Cómo fue el proceso de recopilar y traer todas esas piezas a València? 

Hicimos muchas gestiones con los distintos museos y hablamos con los directores para ver qué disponibilidad tenían esas obras. Rafael Alcón, el presidente de la Fundación Bancaja, se encargó de las gestiones con la Fundación ABANCA. 

Hubo todo ese conjunto de llamadas y gestiones en persona tanto con museos como con coleccionistas. Todo eso lleva un proceso muy largo porque implica temas de seguros, transportes y logística para que la obra llegue en las mejores condiciones. 

¿Hubo alguna obra que por disponibilidad o logística no se pudo traer finalmente?

Diría que las que hemos querido han venido. Siempre uno piensa, idealmente, en tener más retratos de Jacqueline o más cuadros, pero viendo el alto precio de los seguros y cómo encarecía eso el montaje de la exposición, decidimos tener las obras que finalmente se han expuesto. A lo mejor alguna pieza más nos hubiera gustado tener de los estudios de La Californie, pero con lo que tenemos estamos muy satisfechos. 

Además, le hemos dado mucha importancia a la obra gráfica de Picasso porque cuando planteamos la exposición pensamos que lo más importante era que se pusiera en valor el fondo de obra gráfica que tiene la Fundación Bancaja, que es el más importante de España. Ese es el núcleo duro de la muestra porque no se trataba de hacer una exposición de lienzos o de telas, sino de presentar cuadros que reforzaran una exposición en la que la obra gráfica tiene el mayor protagonismo. 

Exposición “Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline” en la Fundación Bancaja de València. Imagen: Fundación Bancaja

Tampoco queríamos traer obras de museos europeos porque hubiera complicado mucho su montaje. Tal vez el proyecto de la Fundación Bancaja que anunció Rafael Alcón para hacer más muestras de Picasso haga que se realicen otras exposiciones con obras diferentes, de otros museos u otras instituciones.

Ya has participado en dos exposiciones sobre Picasso en la Fundación Bancaja. ¿Prevés participar en el proyecto sobre este que se está preparando desde la entidad?

Si ellos quieren contar conmigo sí. Yo trabajo siempre contento y con placer con la Fundación y en la medida que quieran contar conmigo yo estoy dispuesto a mantener esa colaboración. En primer lugar, porque cada vez que hemos colaborado, tanto con muestras sobre Picasso como de otros artistas, ha sido un placer trabajar con su equipo que tiene mucha seriedad y una muy buena concepción museográfica. Si me vuelven a pedir que colabore lo haré encantado. 

Picasso también tuvo una faceta de grabador que se expone con mucho protagonismo en la exhibición. ¿Qué características comparten estas obras?

Cuando Picasso cumplió 60 años organizó varias exposiciones en París sobre grabados, cuadros y esculturas y todo aquel que visitó esas exposiciones destacaba que lo que más llamaba la atención eran las esculturas y los grabados. Lo que todo el mundo señalaba es que la obra gráfica de Picasso desde los años 20 y 30 hasta los años 60 y 70 es una obra maestra.

Durante los últimos años de su vida, Picasso se concentra en el grabado de una manera increíble y ofrece lo que para mí es su obra maestra final. En mi opinión, esas dos series, la 57 y la 156, que son el núcleo de la exposición que tenemos ahora en la Fundación Bancaja, son obras maestras en las que Picasso construye un imaginario y una biografía en la que aparecen todos los temas de su vida, pero también los temas que, aún en ese momento, siguen dando vueltas en su cabeza.

Es el caso del erotismo, la sensualidad,el circo, la representación de la mujer y también aparecen temas como la historia del arte. Picasso habrá gente que le fascine y otros que no, pero lo que nadie puede decir es que no fue uno de los grandes dibujantes de la historia del arte y que tenía un dominio del dibujo que le permitía hacer lo que quisiera con la línea y esto se puede ver en los pequeños grabados y también los de gran formato.

Picasso habrá gente que le fascine y otros que no, pero lo que nadie puede decir es que no fue uno de los grandes dibujantes de la historia del arte

Además, él también usaba todas las técnicas imaginables: desde el agua fuerte, hasta la punta seca y los linoleos y se ve a Picasso que realmente está construyendo su autobiografía en su obra. Él decía que su obra era una contribución a la historia de la antropología. Para la exposición hemos seleccionado, especialmente, aquellos que tienen que ver con la presencia de la mujer o de Jacqueline; pero cuando se estudia su obra se puede ver que en los grabados había todo tipo de temas: desde la Celestina, hasta los Mosqueteros, el teatro, imágenes del cine y la televisión que él veia. 

Exposición 'Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline' en la Fundación Bancaja de València

El grabado de esa época es el cuaderno de bitácora de Picasso. Picasso encontró en el grabado el refugio para ofrecer la riqueza de su imaginario que, incluso en el final de sus días, seguía siendo burbujeante y estaba lleno de diamantes. 

¿Cree que Jacqueline no tuvo el reconocimiento que merecía por ser colaboradora y ayudante de Picasso?

Creo que se ha focalizado mucho en la cuestión de Picasso y sus relaciones con las mujeres, sobre todo con Françoise Gilot, y eso ha hecho que con la mujer que tuvo después de esta, que fue Jacqueline Roque, haya una tendencia a descalificar o a representarla como una mujer sin agencia, servil o con mal carácter.

La exposición no está planteada para saber si eso que se decía de ella era verdad o no, pero lo que sí se puede contemplar a través de las fotografías que se han incluido en la muestra es que algo de buena relación, cercanía, cordialidad y ternura había entre ellos dos.

Jacqueline se convirtió en esa época en una mujer que era un presencia continua en la obra de Picasso y no estaba allí de paso, aunque muchos pensaron que esa relación no iba a fructificar. Jacqueline tuvo un papel duro porque, debido a la misogínia que había, era a la que se culpaba de lo que le pasaba a Picasso. Pero ella lo que hacía era regular el acceso a quién accedía a la vida de Picasso porque en los años 50 y 60 había miles de personas que querían acercarse a él a fotografiarse o pedir firmas. 

Jacqueline se quedó con un papel de huraña y de mala porque trataba de hacer que Picasso siguiera teniendo tiempo para trabajar y para descansar. A mí me parece que Jacqueline fue una figura muy interesante, tanto en la pintura como ella personalmente, de la que se podría hacer incluso una exposición con todas las fotografías que hizo de Picasso. Ella no era fotógrafa profesional, pero su mirada y acompañamiento y las condiciones vitales que ella favoreció que se dieran en los años finales de Picasso hizo que este estuviera bastante cuidado, tranquilo y con las condiciones necesarias para que pudiera seguir trabajando.

Jacqueline se quedó con un papel de huraña y de mala porque trataba de hacer que Picasso siguiera teniendo tiempo para trabajar y para descansar

Jacqueline se suicidó 13 años después de la muerte de Picasso porque se decía que quedó destrozada. ¿Su relación con el artista fue más de obsesión o de admiración?

Por lo que sabemos, la relación de ella hacia él era de admiración completa, de cariño y de ternura y pasan unos años en los que, según lo que parece, ella le hace la vida mucho más fácil. Luego sí es cierto que se dice que Picasso maltrató a todas sus mujeres y que incluso maltrató tanto a Jacqueline Roque que la llevó a suicidarse, pero se suicidó bastantes años después. Yo entiendo que eso tiene que ver con la elaboración del duelo y del luto porque, según lo que se lee en los libros, la vida de Jacqueline Roque sin Picasso se queda muy vacía.

Para ella, él era un referente fundamental que además la marca cuando ella es muy joven y ella tras su muerte se queda como una figura que tiene que lidiar con una situación muy compleja como es el tema de la herencia con las distintas mujeres que quieren los derechos de sus obras. Ahí hubo unas negociaciones larguísimas para hacer el reparto de la herencia picassiana y hay mucha tensión. 

Por ejemplo Françoise Gilot escribe en su libro cómo sobrevivió a Picasso y cómo tras su separación y muerte ella consigue rehacer su vida; sin embargo, Jacqueline Roque queda atrapada en la dificil gestión del duelo y no consigue superarlo. El suicidio de Roque es un aspecto que ha generado muchas interpretaciones bastantes desubicadas porque yo creo que ellos tenían una relación que, por lo que se ve en las fotografías, era más de ternura y cariño que de drama. También se ve en la obra de Picasso durante los años que está con Jacqueline, donde más que tragedia se hace una alusión a lo dionisíaco y se hace un canto al placer y a la alegría. 

Todas las figuras de los retratos de Picasso aparecen de perfil porque, según has comentado, temía mucho a la muerte. ¿Por qué?

No solo tenía miedo, sino que se negaba a aceptarla. Incluso tenía comportamientos supersticiosos en relación con la muerte y con muchas otras cosas y alimentó en el exilio una superstición que para él tenía un vínculo muy fuerte con su procedencia andaluza. En Picasso, hay dos elementos muy interesantes como que es alguien que tiene un carácter muy anarquista y también era muy supersticioso. Por eso tenía miedo a ciertos objetos y creía mucho también en el mal de ojo.

También creía que hablar de la muerte podía hacer que le llegara antes y se negaba a aceptar la muerte de sus amigos; por eso le afectó mucho la muerte de su amigo Casagemas que se suicidió. Picasso fue un artista que vivió muchos años y por tanto tuvo que ver cómo fallecían muchos de sus colegas de la época de la Bohemia y eso le llevó a creer que tenía que estar lejos de la muerte como si esta le estuviera persiguiendo. 

Exposición “Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline” en la Fundación Bancaja de València. Imagen: Fundación Bancaja

Picasso trataba de no mirar a la muerte que llegaba y por eso en los retratos de Jacqueline que hizo durante la última etapa ella sale siempre de perfil, igual que en la cerámica griega. Él veía a Jacqueline como un horizonte perfilado que le mantenía vivo y se ponía de perfil porque si das la cara te viene la bofetada. Estar de frente era ya un retrato funerario y Picasso cada mañana se ponía de perfil y aunque supiera que la muerte estaba cerca trataba de demorarla entregándose al arte como forma de vida.

Las relaciones entre las mujeres y Picasso son conocidas por ser un tanto polémicas, ya que se dice que algunas de ellas habían sufrido maltrato físico por su parte. Cuando os planteásteis hacer una exposición sobre la relación de Picasso y su última mujer, ¿pensásteis que podría causar polémica?

Por un lado sí que nos llegamos a plantear que pudiera surgir controversia, pero por otro no, porque el escándalo está en la mirada del espectador y las opiniones están abiertas. Lo que no queríamos nosotros era inducir o generar una polémica, porque, en mi opinión, no hay nada más absurdo que adoptar una actitud de provocación en una exposición a través de una institución tan importante como es la Fundación Bancaja. 

Por tanto, ni por mí parte, ni de la comisaria, Laura Campos, ni tampoco por parte de la institución había ninguna intención de crear polémica. Creo que no hay nada en esta exposición que contribuya a abrir debates sobre Picasso como maltratador. Creo que hay que saber de dónde viene esa información porque no pasó nada así en ninguno de sus matrimonios.

Otra cosa es decir que Picasso era un mujeriego, que eso sí lo era. Pero decir que odiara a las mujeres me parece que es algo que no hay por dónde agarrarlo. Picasso era un mujeriego, le gustaban muchas y al mismo tiempo y también hay que tener en cuenta que se está juzgando a Picasso desde los estándares del feminismo contemporáneo y eso hace que se caiga en un anacronismo del juicio y de la valoración.

Creo que no hay nada en esta exposición que contribuya a abrir debates sobre Picasso como maltratador

Picasso podría ser lo que fuera, pero algunos de los libros que aluden al maltrato físico a Jacqueline Roque carecen de todo rigor y eso es una burda mentira. Aunque que Picasso fuera un tipo obsesivo, bipolar, que hiciera que todo girara en torno a su obra y que podía crear situaciones de tensión con todo el que le rodeaba, es verdad. 

En este tema, hay muchas interpretaciones totalmente sesgadas, carentes de rigor y basadas en anécdotas no verificadas. Y en otras ocasiones en haber hecho que el libro de Françoise Gilot —a pesar de ser extraordinario y que yo he usado siempre que he escrito sobre Picasso— sea una especie de acta para usarlo para juzgar a Picasso es algo que la propia Gilot seguramente ni siquiera hubiera aceptado. Lo que ahí se dice parece que sea toda la verdad, pero en realidad es la perspectiva de una mujer que sintió que no era correspondida en el amor que ella le dio a Picasso y que sintió lo que todas sintieron: que era un picaflor que simultaneó amantes. 

Sobre todo sostengo que hoy es posible estudiar, exponer y catalogar la obra de Picasso más allá del libro de Françoise Gilot y de su comportamiento en el plano personal como marido o amante. Si hoy lo que vamos a hacer es lo que ha pasado en Estados Unidos que se prohíbe estudiar a Platón porque la sociedad en la que vivía existía el esclavismo, lo que vamos a hacer es promover una incultura canceladora.

Marisol Salanova por ejemplo colgó un vídeo en el que decía, con mucho humor, que igual le cancelaban tras ver la exposición de Picasso, pero que le había gustado mucho y había que tener una posición crítica. Eso no supone blanquear a Picasso ni detestarle. Yo no soy picassiano, es más, llevo tantos años estudiando a Picasso porque he tenido que encontrar una perspectiva desde la que soy capaz de escribir y hacer exposiciones sobre Picasso sin dejarme llevar por lo que el cuerpo me pide que es odiarle. 

A mí todo lo que representa Picasso haciendo alarde de su masculinidad, vestido de torero y todo lo que representa él como figura personal me parece detestable. Yo no soy un admirador de Picasso y a mí él como sujeto me parece un personaje que no me interesa. Solo me interesa aquello que hizo con su obra. 

Si alguien va a la exposición pensando que estamos ensalzando la polémica va a salir muy decepcionado; o igual le sirve para ver las cosas de otra manera tratando de encontrar el inteligente placer estético y una posición que le permita disfrutar de la obra separándose del pantano de la opinilogía. Aún así, acepto que quienes vayan a la exposición y se sientan ofendidos por la misoginia den salida intelectualmente y reflexionen sobre esos temas y lo puedan decir. 

Yo quiero que se hagan coloquios sobre este tema en la Fundación Bancaja y que lo abordemos también con feministas e historiadores del arte que expongan con todo lujo de detalle sus tesis. 

¿Se puede separar el autor de la obra?

Debemos hacerlo. Si reducimos una obra de un pintor que estuvo durante 80 años creando a que debe ser cancelado porque era un maltratador, esto nos deja a la altura del fango y de la tierra más corrompida y ahí no hay camino. Yo no trato ni de sublimar ni de blanquear ni de ser un negacionista de lo acontecido, para mí lo más importante es la obra de arte y tener en cuenta aspectos históricos de la situación. 

Creo que la mayor parte de la gente que se centra en su obra por lo que se sabe de su vida personal no le interesa en absoluto su obra, sino que les interesa Picasso como una diana sobre la que arrojar la mala conciencia y su afán revanchista con respecto a la concepción del arte. Hay colegas que me han dicho que han decidido dejar de dar clase sobre Picasso para no meterse en polémicas y eso me lleva a pensar que también tenemos que dejar de estudiar a Platón, a Kant y al final solamente estudiaremos a perfectos maridos, ciudadanos y padres.